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Cinco años ha tardado Rihanna en elaborar lo que ella ha llamado sus “memorias visuales”: un libro de fotos de 504 páginas y 6,8 kilos titulado simplemente Rihanna (Phaidon). La expectación por echarle el guante ya era grande. Y fue a más cuando la cantante Cardi B pagó 111.000 dólares por uno de los 10 ejemplares de la edición limitada y firmada. Como si a los fans (RiRi tiene casi 77 millones de seguidores en Instagram) les hiciera falta más motivación para seguirla.
Además de ser una de las cantantes de más éxito de la última década ( 250 millones de discos vendidos), Rihanna, es un icono estético y una hábil gestora de su propia marca personal. Lo ha demostrado con sus líneas Fenty –de moda, lencería y cosmética– y ahora repite la jugada con este volumen de coleccionista, cuyo lanzamiento celebró con una macrofiesta en el Guggenheim de Nueva York.
Rihanna sale a la venta en tres versiones –realizadas en colaboración con los artistas Nikolas y Simon Haas–, que van de la edición más mainstream a la más exclusiva y que, según su precio, incluyen una escultura de las manos de la artista de Barbados o un pedestal de mármol de diseño exclusivo. En su interior, los fans encontrarán más de 1.000 fotos, muchas de ellas inéditas y todas seleccionadas personalmente: imágenes de su álbum personal, shootings realizados en conciertos y backstages, y producciones promocionales. Juntas dibujan el retrato multifacético, escénico e íntimo a la vez, de una diva en constante transformación.