Me gusta el invierno. Cuando era joven prefería el verano, pero ya no. Una de las razones es porque en invierno escribo mejor. La primavera y el verano son una tentación, una invitación a salir a la calle, y tengo que domeñar la pereza que me produce quedarme en casa escribiendo. Sin embargo, en invierno me gusta la calidez de mi cuarto de escribir, donde las horas pasan sin casi darme cuenta. Pero no solo prefiero el frío por la escritura. También porque en ese disfrutar de estar en casa siempre busco el momento de llevar a cabo lo que llamo “mi planazo”. Se trata de pasar una tarde en soledad –en realidad, acompañada por mi perro Argos –, tumbada en el sofá, con una tableta de chocolate negro a mano, mientras pongo en vídeo Lo que el viento se llevo.
Ya sé que en estos tiempos que corren hay quienes abominan de esta película porque la sociedad está cada día más infantilizada y hay una oleada de puritanismo de lo políticamente correcto. Incluso la han llegado a censurar en Atlanta, retirándola del cine que durante décadas y décadas la ha venido proyectando.
En cualquier caso, a estas alturas de mi vida paso de ser políticamente correcta y, sobre todo, de admitir la censura de quienes se han hecho con el santo y seña de lo que es admisible y lo que no lo es, tanto en el cine, como en la literatura, la pintura o la filosofía. Hay un nuevo totalitarismo que quiere imponer un pensamiento único y, mire usted por dónde, Lo que el viento se llevó ha sido considerada por los nuevos censores como una película altamente incorrecta.
Pero yo no me perdería por nada mi cita anual por estas fechas con el capitán Rhett Butler, Scarlett O’Hara (Vivian Leigh interpretó a la protagonista casi por casualidad), Melanie Hamilton, Ashley Wilkes o la maravillosa Mammy. Aunque por la película pasaron varios directores, al final la firmó Victor Fleming y está b asada en la novela de Margaret Mitchell, por la que la autora recibió el Premio Pulitzer en 1937. Hoy a la escritora no la habrían premiado. A los censores no les entra en la cabeza que lo único que hizo fue contar un momento de la historia de su país en el que, desgraciadamente, era común la posesión de esclavos en el Sur.
Pero vuelvo a la tarde de mi “planazo”: si llueve, mejor que mejor. Antes me atrevía con una taza de chocolate que me preparaba mi madre, pero desde que ella no está me conformo con mordisquear una tableta, porque en una ocasión intenté hacer chocolate a la taza y me salió un brebaje repleto de grumos. Pero aún recuerdo aquellas tazas de chocolate que acompañaba con un bizcocho. Imagínense la bomba de calorías, que además era incapaz de digerir. Pero de un año para otro, hacía por olvidar lo mal que me sentaba esa taza con chocolate.
Bueno, les dejo, porque la de hoy es una tarde gris y fría, y es la que he elegido para mi “planazo”.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?