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Cuenta Maribel López (Barcelona, 1972) que el interés por el arte le llegó en el instituto, “con esas misteriosas pinturas flamencas, su iconografía, su simbología y sus mensajes ocultos. Buscaba los sentidos”. Decidió seguir esa búsqueda en la Universidad Central de Barcelona. “Allí conocí a dos mujeres que me mostraron los aspectos por los que conduciría mi carrera: Angels de la Mota, directora de la galería barcelonesa Estrany-de la Mota, y Gloria Picazo, comisaria de exposiciones”, recuerda. López, fue subdirectora de la galería de la primera durante ocho años. Y la segunda le descubrió “cómo desgranar sentidos, cómo aportar ideas a través de una exposición”.
“Al entrar en la galería, me di cuenta de que era mejor haciendo posible el discurso de otros que generando el mío”. En sus viajes a Berlín para visitar estudios y encontrar nuevos talentos, descubrió esa suerte de nuevo París de las vanguardias: cientos de artistas se habían mudado allí, porque, tras la reunificación, era la ciudad más barata de Europa occidental. Se abrían galerías cada semana y López abrió la suya. No percibió lo saturado que estaba el mercado. “Aguanté tres años. Obviamente, la estrategia económica no la investigué mucho”.
Al cerrar, se vino a Madrid. Carlos Urroz acababa de ser nombrado director de ARCO y “al escribirle para felicitarlo y comentarle que cerraba la galería, me propuso encargarme de un programa de galerías jóvenes que había ideado: Opening”. Tras ocupar el puesto de directora comercial de la feria y la codirección junto a Urroz durante los dos últimos años, López afronta su primera edición en solitario al frente de ARCOMadrid.
Mujerhoy ¿Sigue viendo el proyecto de una forma continuista? Maribel López Me reafirmo en esa idea. Estoy muy de acuerdo con las decisiones tomadas en el pasado. Obviamente, ya barajo ideas para el próximo año, que irremediablemente variarán el contenido. No soy muy personalista, ni estoy mirando constantemente qué hay que hacer para darle mi sello... Aún no voy a decir nada. Siempre será algo contrastado con el comité ferial.
M.H. ¿Cuáles cree que son sus virtudes a la hora de maniobrar en una feria como esta? Maribel L. Soy muy poco dramática. Eso ayuda en este puesto. El trabajo de dirección está muy basado en un comité con quien testamos todo. La selección de galerías es superestricta y va más allá de la voluntad de la dirección. Eso da muchísima tranquilidad. Igual que la seguridad de estar trabajando para una institución y darte cuenta de que su estructura está por encima de tus deseos, ansias y egos. Luego... es que yo tengo muy buen carácter. Hay veces que te tienes que enfadar y decir no. Es un aprendizaje.
M.H. Pero, ¿y cuando una galería no vende lo suficiente? ¿Eso se vive mal desde su cargo? Maribel L. Con los años cada vez tenemos menos esa sensación. No obstante, se vive con preocupación. Siempre hay alguien que viene a una feria y no vende. Nuestra responsabilidad es hablar con todas las galerías al menos una vez, porque si hay malestar tenemos que saberlo. E intentar ayudar: no podemos comprar, pero sí conducir a los coleccionistas a su stand, llevarles profesionales de las instituciones para que conozcan el trabajo de sus artistas... Ahora más galerías mandan un mensaje positivo. Eso se nota en la cantidad que quieren volver y en cómo sube el nivel cada año.
M.H. ¿Funciona mejor el boca a boca que el trabajo de sus captadores de galerías? Maribel L. Vender una feria siempre es muy complicado, porque no vendes a través de datos en el mundo del arte... Un 93,7% de las galerías del año pasado han vuelto para este. Ahí es donde vemos que, o bien venden, u obtienen otros beneficios: que pasados seis meses han efectuado una venta a un coleccionista que en caliente no se decidió, o que una institución ha reclamado a un artista para una exposición porque lo vieron aquí...
M.H. Dado el número de coleccionistas invitados, 300 cada año, terminará conociendo a muchas de las grandes fortunas nacionales e internacionales... Maribel L. Es algo que estoy empezando a aprender ahora. El coleccionista es un loco adorador del arte y eso resulta siempre fascinante. Con esa gente maravillosa es más fácil cuanta más proximidad hay. Y siempre hay una conexión, un vínculo: el arte mismo. Pero los coleccionistas invitados lo son a través de las galerías. Estoy todo lo presente que debo, pero nuestro trabajo es que sigan vinculados a las galerías, a las que nos debemos. Mi función es hablar con quienes lo piden, ver qué les interesa y si encuentran lo que buscan en la feria. Y se trata de que no solo estén: tienen que comprar.
M.H. Los galeristas reconocen la saturación del modelo ferial. ¿Cuál es la virtud de ARCO? Maribel L. La primera es entender ese contexto saturado. La nuestra es una feria adulta, con 39 años, y que ha aportado contenidos que otras han replicado: las charlas entre profesionales, traer un país invitado o los programas comisariados. Hemos logrado también trabajar de la mano de las galerías dejando normas que beneficien al conjunto.
M.H. ¿Y de cara al coleccionista, que es el otro objetivo prioritario? Maribel L. Ofrecemos una enorme posibilidad de descubrimiento. Presentamos constantemente a artistas que todavía no están integrados en la parte más visible de nuestro mundo. A quienes les guste investigar en arte, no creo que encuentren otra feria mejor. Y eso también se extrapola al arte latinoamericano. Y un mensaje para muchos coleccionistas: ven con tiempo y con calma, porque aquí vas a encontrar mucho más que las piezas de esos artistas que ya conoces.
M.H. ¿Qué espera de esta edición? Maribel L. Mis highlights serán siempre las galerías. Este año vienen algunas nuevas, otras que participaron en el pasado y que hacía años que no volvían, y permanecen las importantes que nos son fieles. Dicho esto, están muy bien los programas comisariados. Apuntan investigaciones muy buenas, tanto Opening como Diálogos. Nuestro otro proyecto curatorial, It’s Just a Matter of Time [Solo es cuestión de tiempo], es la apuesta más diferencial. Es una sección que parte de un artista, de su legado, de lo que ha representado para el arte pero también para los artistas posteriores. El escogido este año es Félix González-Torres [artista conceptual cubano, fallecido en 1996 a los 38 años].
M.H. ¿Cómo va a enfrentar la enésima polémica que siempre se produce en la feria? Maribel L. No es algo que me preocupe. La provocación es una herramienta de los artistas, tan válida como cualquier otra. Y no son polémicas las piezas, sino las interpretaciones que se hagan de ellas. En este país tendemos a exagerar las reacciones. Lo que parece que nadie entiende es que nosotros somos muy conscientes de que esas piezas están en la feria. Nosotros revisamos los proyectos, que aprueba un comité. Tampoco es que me apetezca que se produzca un circo mediático, sobre todo porque esto relativiza el trabajo del resto de galerías.
M.H. IFEMA es una de las empresas públicas más rentables y sus ferias han sido tradicionalmente comandadas por mujeres. Maribel L. Solo puedo hablar de ARCO o de Liber [feria del libro y la edición], que son las que dirijo. En ARCO se nota la normalización de una presencia femenina al frente, porque esa ha sido su historia. Incluso Carlos Urroz formó un equipo de mujeres. ¿Si esto afecta al uso del poder? No creo tener ninguno. Mi verdadero poder es ayudar a los demás, en este caso a galeristas y artistas.
M.H. ¿Convertirse en representante de una institución le ha hecho plantearse su imagen? Maribel L. Mi imagen es siempre sencilla. Hay cosas que me cuesta entender como los tacones. Todavía no he encontrado un solo motivo razonable que me convenza de que llevarlos es bueno. Y lo de estar regularmente en la peluquería... No soy un personaje público. Soy más consciente de mi imagen porque represento a una institución española, y he de ser correcta. Pero también creo que hay que parar en esa obsesión por mirarnos exclusivamente a través de los ojos de los demás.
M.H. Su casa en Madrid era un lugar de reunión de amigos del mundo del arte, pero desde que entró en ARCO su vida social se ha reducido. ¿La echa de menos? Maribel L. Me encantaba, pero cuando entré en ARCO tuve que simplificar aspectos de mi vida. Sobre todo el ocio [Ríe]. Tampoco supuso una renuncia. Es que la cabeza no te da para más. Y a esto se suma el que nos fuéramos del centro al extrarradio. Queríamos comprar una casa y en el centro era imposible para nuestros ingresos. Nos planteamos encontrar un lugar más tranquilo.
M.H. ¿Qué hace allí, en ese retiro? Maribel L. Pues leer mucho más que antes. Ahora estoy enfrascada con el cómic, leyendo Watchmen, de Alan Moore, y en paralelo, Trilogía de Mozambique, de Mia Cotuno, y Conversaciones entre amigos de Sally Rooney. También veo series, algo de lo que no me siento muy orgullosa. Pero supongo que es un placer culpable que compartimos muchos.