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Como el resto de ciudades del mundo, Nueva York vive estos días bajo el régimen del confinamiento. Una circunstancia que no ha impedido a Irina Shayk dejarse ver por las aceras de Manhattan en compañía de Vito Schnabel, el conocido marchante de arte, hijo del pintor y director de cine estadounidense Julian Schnabel, desatando así un sinfín de rumores. Más allá de la posible violación del distanciamiento de seguridad se trata de la primera vez que Shayk es vista en público con un hombre después de haberse separado del actor Bradley Cooper en junio de 2019. Hasta aquí todo correcto, si no fuera por la fama de playboy que precede a Schnabel, en cuyo historial de romances destacan nombres como Heidi Klum (con quien salió entre 2014 y 2017), Demi Moore o la actriz Amber Heard tras su tormentoso divorcio de Johnny Depp.
La amistad entre Irina y Vito viene de atrás, de hecho ambos habían tenido numerosas citas dobles cuando aún estaban con sus anteriores parejas, según aseguran fuentes cercanas, pero no se ha producido ningún tipo de confirmación, solo la especulación de que incluso el romance es posible en los tiempos del coronavirus.
Sin embargo esta noticia pone de relevancia un nuevo patrón de conducta sentimental entre las famosas: el conocido como art boy. Y es que, curiosamente las nuevas leyes de la atracción hollywoodiense han dado un vuelco. Échate a un lado estrella del rock porque aquí viene el marchante de arte, parecen gritar las últimas decisiones amorosas que algunas actrices han tomado. Como ya se citaba más arriba, Schnabel ha perfeccionado esta técnica con un nutrido elenco. Pero no es el único.
“Ya he estado ahí, ya he hecho eso, me hice la camiseta”, declaraba con ironía la actriz Zoë Saldana a la revista Allure en 2013 frente a la cuestión de por qué estaba harta de salir con otros actores. Toda una avanzada en esta cuestión ya que solo unos meses después se casó con el pintor Marco Perego. En esa misma época también Drew Barrymore hizo lo propio con el consultor de arte Will Kopelman, aunque lo suyo hizo aguas en 2016.
La periodista Rachel Dodes analizó este fenómeno el año pasado en un artículo donde achacaba las principales causas a que, al contrario de sus compañeros de profesión, o cualquier otro mortal, “los marchantes son hombres que poseen dos cualidades de la vida moderna que raramente se pueden tener a la vez: tiempo y dinero”. Una dolce vita perpetua que seduce al instante.
Entre las últimas en sumarse a la lista, destacan Sienna Miller, quien después de un año saliendo con el editor Lucas Zwirner acaba de anunciar su compromiso para la primavera que viene. Las que ya pasaron por el altar el año pasado fueron la cantante Ellie Goulding con el consejero de Sotheby’s Caspar Jopling (en una ceremonia oficiada nada menos que en la catedral de York) y la actriz Jennifer Lawrence con Cooke Maroney, director de la galería de arte Gladstone en Nueva York y anteriormente jefe del departamento de Pinturas Americanas en Christie’s.
Pero como todo en la vida, siempre hay alguien que lo hizo primero, y si hablamos de actrices pioneras, indiscutiblemente no podemos olvidar a Meryl Streep. La intérprete más veces nominada al Oscar de la historia lleva casada con el escultor Don Gummer cuarenta y dos años. Sobra decir que la nueva generación de Hollywood sigue teniendo en ella (como en todo lo demás) a un modelo de conducta.