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Judy Garland: homosexualidad, drogas, intentos de suicidio y una autoestima rota (los añicos al otro lado del arcoíris)

Dijo de sí misma que había nacido a los 12 años en una subasta de la Metro Goldwing Mayer y no le faltaba razón. Fue drogada desde niña por su madre e insultada hasta el hartazgo más absoluto por el capo de las mayors, quien le exigió ser más rubia, más guapa, más joven y más delgada. Se reinventó decenas de veces. Cantó para sobrevivir. Y logró sobrevivir a su propia muerte de la que hoy, 22 de junio, se cumplen 51 años.

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Irene Rivas
Irene Rivas

En Bubbles (1930) ya asoman las muecas de boca tan características en Judy Garland , aunque los brazos aún no son esos suyos, serpenteantes, con los que parecía arrancar cada canción en la edad adulta. Pero es que, en esa fecha, Judy es solo Frances, la pequeña de las hermanas Gumm. Tiene 8 años y canta porque le han dicho que cante, porque toda la familia lo hace. Y cuando llega la hora de dormir su madre, al igual que a sus hermanas, le da pastillas acompañadas de un “tengo que lograr que estas chicas salgan adelante”.

foto de las hermanas Gumm; Judy Garland es la más pequeña / PINTEREST

El trío pasa de ser Gumm Sisters a Garland Sisters y, aunque poco después se disuelve por la decisión de la hermana mayor de casarse y abandonar las giras por el país, el sueño materno de conquistar la meca del cine no se difumina. Frances, que ya es Judy, es fichada por un cazatalentos de la Metro. No saben muy bien para qué la quieren, pero saben que la quieren.

Demasiado mayor para hacer de niña, demasiado niña para ser mayor. Su edad no encaja, su cuerpo no encaja, su pelo no encaja y su cara tampoco. En sus inicios está demasiado lejos de la perfección de Shirley Temple y, más adelante, del poder erótico de Lana Turner. Judy Garland no tiene nada de eso, lo sabe y se martirizará por ello el resto de su vida. Pero tiene otra cosa: una fuerte presencia y un color de voz magnético. Cuando la Metro le organiza una fiesta sorpresa de cumpleaños a Clark Gable y le pide a una recién contratada Judy que cante 'You made me love' su suerte cambia para siempre.

Judy Garland y Mickey Rooney, con el que acabaría trabajando en 9 películas, en sus primeros encuentros / GETTY

Encadena varios papeles menores y comparte pantalla con Mickey Rooney, quien será su eterna pareja cinematográfica, en 1937 por primera vez. Aunque hace un buen trabajo -la cantinela de 'Bumpy road to love', de la película 'Darling' (1938), es increíblemente pegadiza-, Louis B. Meyer, el magnate de la Metro que la llamaba “mi pequeña jorobada” sigue sin confiar en ella. Por eso, cuando planean lanzar la adaptación de 'El mago de Oz' piensa en otras actrices. Pero la imposibilidad de estas de aceptar el contrato le obliga a ceder a los deseos de los productores que ven en Judy Garland la encarnación perfecta de Dorothy. Eso sí, con corsé y un vestido estudiado para infantilizar lo más posible a una adolescente de 16 años para que pase por una niña de 12. Nadie ha cantado 'Somewhere over the rainbow' como ella.

La imagen de una Dorothy de trenzas y vestido azul (aunque el sepia de la película no permitiera verlo en su origen) se ha convertido en un icono moderno para muchos colectivos, como el LGBTQ+ que se ven reflejados en el sufrimiento tanto del personaje como de la actriz que le dio vida / Pinterest

La película la catapultó a la fama y la exterminó, a partes iguales. Después del rodaje vivió una promoción agotadora que exigía hasta cinco pases por día en algunos casos. Y, tras eso, llegó un nuevo rodaje con más pastillas. Pastillas para dormir por la noche, pastillas para estar activa durante el día y una sopa como único alimento para seguir perdiendo kilos. Cuando tenía más hambre le ofrecían tabaco. Nunca consiguió desengancharse de los barbitúricos. Mickey Rooney, su partenaire cinematográfico, solo tardó en conseguirlo 60 años.

Cuando cumplió la mayoría de edad se enamoró perdidamente del compositor David Rose y llegaron a anunciar su compromiso, pero la Metro intercedió para anularlo todo hasta que él consiguiera el divorcio. Finalmente se casan en 1941 y ella queda embarazada pero su círculo no ve con buenos ojos que una estrella juvenil tenga un hijo y la obligan a abortar. Poco después llegó el primer divorcio, al que le siguieron algún que otro romance con Tyrone Power y Orson Welles. Y con “Cita en San Luis”(1944) y Vincente Minnelli, que le encargó a Dorothy Ponedel que transformara su apariencia con recursos estéticos y maquillaje, vuelve el amor, la ilusión y, por primera vez, la calma. Ponedel le modificó desde la línea del pelo o la forma de sus labios hasta la curva de las cejas y Judy quedó tan gratamente sorprendida que solicitó que contaran con ella en los próximos proyectos.

Este es el aspecto que lució Judy Garland después de pasar por las manos de Ponedel; los piropos no se hicieron esperar / Pinterest

“Si soy una leyenda tan importante ¿por qué me siento tan sola?”

Judy Garland

Con Minnelli llegó la calma (pero solo durante un tiempo)

Judy Garland y Vincente Minnelli se casaron el 15 de junio de 1945 y un año después nació Liza, la única hija del matrimonio. (que se divorció en 1951). La primera vez que Judy Garland supo que uno de sus maridos -en este caso Minnelli, pero no sería el único- prefería tener sexo con hombres, intentó suicidarse cortándose las venas. Una vez llegó a preguntarse, de manera pública y en voz alta: “Si soy una leyenda tan importante ¿por qué me siento tan sola?”. El matrimonio permaneció unido algunos años más; antes de que su hija Liza cumpliera diez años, ya había evitado, al menos en un par de ocasiones, que su madre muriera por sobredosis.

De adicción en adicción y de hombre en hombre

Llegó una nueva adicción (el alcoholismo), la ruptura definitiva con la Metro, otro matrimonio -con Sidney Luft- y su vuelta al cine con uno de los remakes más aclamados de todos los tiempos de “Ha nacido una estrella”. Todo en solo un par de años. En una de las escenas más recordadas dice: “No sabes lo que es ver a alguien que amas desmoronarse, poco a poco, día a día, frente a tus ojos, y estar allí indefenso… Odio sus promesas de parar, odio ir a casa por la noche y escuchar sus mentiras. Lo odio por fallar y también me odio a mí”. Ahora parece casi imposible escucharla sin unirlo a su propia historia.

Judy Garland y Sidney Luft el 10 de octubre de 1957. Ella tiene 35 años. / getty

A partir de ese momento, con alguna incursión puntual, el refugio de Judy es la televisión y los conciertos, que se abren como vía económica y una segunda oportunidad. Sin embargo, a esas alturas, su vida es ya una montaña rusa prácticamente incontrolable y los problemas de adicciones y salud la arrastran entre los picos de éxito y la ruina más absoluta. Sigue regalando actuaciones electrizantes cuando el cuerpo se lo permite; la mayoría de las noches canta borracha. Ahora, sobre el escenario, su gesto más típico es revolverse el pelo corto y atusarlo como si así pudiera asegurarse de que todo está bajo control, de que la noche irá bien.

Pero no va bien. Nada va bien. En el 65 se divorcia de Luft y se casa de inmediato con el actor Mark Herron (su segundo marido con tendencias homosexuales). Tras seis meses juntos se separan. En el 69, con serios problemas económicos y de salud, consigue el divorcio de Herron y se casa con Mickey Deans quien solo unos meses después, un 22 de junio de 1969, al llegar a casa, la encuentra muerta en el baño. Algunos dicen que fue suicidio, otros una sobredosis involuntaria de barbitúricos. Acababa de cumplir 47 años.

El día que se casó con Mickey Deans, ni las plumas consiguieron disimular lo frágil que parecía su cuerpo. / getty

El cuerpo, que fue trasladado desde Londres, descansaba en el cementerio Ferncliff de Nueva York. Pero en 2017, por empeño de sus hijos, fue trasladado al Hollywood Forever Cementery de Los Angeles, donde recibe continuas visitas. Su casa natal, en Minesota, ha acabado convertida en museo y gran parte de su entorno ha escrito algún libro contando cosas sobre ella; lo ha hecho Sidney Luft (“Judy and I: My life with Judy Garland”) o Stevie Phillips, la que fuera su representante, que ha aireado sus gustos lésbicos (“Judy & Liza & Robert & Freddie & David & Sue & Me”) o John Mayer, entre muchos otros, quien llega a hacer públicos algunos de los juegos sexuales que mantuvieron mientras fueron amantes.

Han pasado 51 años desde aquel 22 de junio de 1959 y su muerte (y su vida) aún siguen vendiendo (menos de un año tiene la película que convirtió a Renée Zellweger en ganadora de un Oscar y que Liza Minnelli se ha negado a ver). Un total de casi un siglo -su vida en vida y su vida después de muerta- siendo rentable. Aunque no fuera rubia, ni alta, ni explosivamente guapa. Aunque se sintiera sola y vulgar -como le habían enseñado-. Aunque no se diera cuenta de lo mucho que brillaba.

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