Kamala Harris en una comparecencia el pasado 27 de agosto. / getty

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Kamala Harris, todos los hombres que intentan evitar su triunfo en las elecciones americanas

El exalcalde con el que tuvo una relación, un amante falso y hasta el mismo presidente norteamericano se han empeñado en sembrar dudas sobre la candidata. Aun que ella tiene a su lado al “segundo caballero” perfecto.

Suele decirse que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Por desgracia, detrás de muchas grandes mujeres, no hay hombres igual de grandes, sino otros que lanzan contra ellas su munición en forma de ataques, rumores y mentiras. Kamala Harris (Oakland, California, 1964), que puede ser elegida el 3 de noviembre como la primera vicepresidenta mujer y negra en la historia de Estados Unidos, no es una excepción. Ella no ha llegado hasta allí gracias a los hombres, sino quizá a pesar de aquellos que están decididos a señalar sus fragilidades como candidata o a atribuirse el mérito de su éxito.

Harris lanzó en 2019 su campaña para ser candidata a la Presidencia por el partido demócrata, pero ha tenido que conformarse con serlo a la vicepresidencia junto a Joe Biden. Virgina Sapiro, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Boston y especialista en Psicología política, explica por qué el partido no quiso apostar por una mujer tras la derrota de Hillary Clinton: “Los estudios demuestran que lo que crea reticencia a nombrar una candidata es el sexismo. Si un hombre pierde unas elecciones, su partido nunca dudará en apoyar a un candidato masculino”.

La candidata, que ha sido definida por The Atlantic como “una Hilary Clinton molona” o “una Beyonce de la política”, llega al inicio de la carrera electoral con un camino bien labrado: fue fiscal del distrito de San Francisco entre 2004 y 2011, fiscal general de California entre 2011 y 2017 y senadora por ese mismo Estado desde 2017. “No es precisamente una outsider –explica Sapiro–. Lo más rompedor que tiene es su ascendencia afroamericana y asiática [su padre es jamaicano y su madre, india], ser hija de emigrantes”, asegura.

Kamala junto a su marido, Douglas Emhof, y su sobrina de dos años, en el lanzamiento de su campaña, en enero de 2019. / getty

No se puede negar, en cambio, que sus preguntas en sesiones clave en el Senado han forjado su fama de incisiva e insobornable. Como la de evaluación al juez Brett Kanvanaugh, acusado de abuso sexual, antes de ser elegido para el Tribunal Supremo en 2019; o el careo con Gina Hasrel, antes de su nombramiento como directora de la CIA, al no querer responder sobre posibles torturas de la agencia. Y, de todo el espectro demócrata, quizá es quien mejor ha sabido manejar el clamor popular en las redes sociales, con permiso de Bernie Sanders.

El exalcalde de San Francisco ha dicho que influyó en el nombramiento de Kamala como fiscal; Trump, que quizá no pueda ser elegida.

Pese a un expediente profesional tan extenso y un recorrido sentimental discreto, tampoco se ha librado de los escándalos. Unos pocos meses de relación en 1994 y 1995 han servido a Willie Brown, exalcalde de San Francisco, para asegurar, en una carta a un diario, que él había allanado el camino a Harris otorgándole los dos cargos que cimentaron su carrera, mientras compartían lecho. Ella tenía 29 años; él, 60 y aún no estaba divorciado, aunque no vivía con su mujer desde 1981. “Sí, estuvimos juntos. Sí, podría haber influído en su carrera al nombrarla para dos comisiones estatales (...). Definitivamente, la ayudé para ser fiscal del distrito”.

Aunque ella no ha querido darle cancha, algunos medios han publicado que solo aportó 500 dólares a la campaña para la fiscalía. Y la propia Harris dijo en 2003 que, si tenía que enjuiciar a Brown por las acusaciones de corrupción, no le temblaría el pulso. Sapiro ve aquí una cobertura mediática desproporcionada: “ La única cuestión de género es que los periodistas se hacen eco porque es mujer”.

Tampoco el presidente Donald Trump ha dudado en emborronar la candidatura de Kamala –a la que ha tildado de “desagradable”, “loca” e “iracunda”–, al no desmentir abiertamente las teorías que apuntan que, como hija de emigrantes, podría no ser elegible.

El exalcalde de San Francisco Willie Brown ha atacado a la candidata a la vicepresidencia. / getty

Otro bulo contra ella corrió en octubre de 2019, cuando un joven llamado Sean Newaldass aseguró que había pagado por tener sexo con él en 11 ocasiones. Este entrenador personal acabó confesando que grabó su testimonio pensando que era un casting y que ni siquiera sabía quién era Harris. Fue una trampa de dos radicales de derechas especialistas en teorías conspiranoicas.

De manera indirecta, hombres más cercanos tampoco han dado la talla en la vida de Kamala. Su padre, el profesor de la Universidad de Stanford Donald J. Harris, no tuvo mucha presencia en su vida tras divorciarse de su madre, Shyamala Gopalan, científica especialista en cáncer de mama. Aunque su relación siempre ha sido buena y la senadora ha agradecido a ambos que la criaran en medio de una lucha activa por los Derechos Civiles en los años 60, el señor Harris solo ha hecho declaraciones para reprender a su hija. Cuando en una radio le preguntaron a Kamala si había fumado alguna vez marihuana, ella respondió: “¿Estás de broma? La mitad de mi familia proviene de Jamaica”. Su padre no se lo tomó bien: “Mis queridas y fallecidas abuelas, así como mis fallecidos padres, deben estar revolviéndose en su tumba al ver el nombre de su familia, su reputación y su orgullosa identidad jamaicana conectada, en broma o no, con el estereotipo fraudulento del porreta”.

¿Y qué papel tiene Joe Biden en la nominación de Kamala? Para algunos, es un gesto casi condescendiente tras el debate en el que ella le dijo: “ No creo que usted sea racista, pero...”, antes de contar que iba en autobús a colegios de niños blancos y sufrió algunas de las políticas que apoya Biden. Cuadra la teoría del hombre blanco instalado en el establishment que abre la cuota femenina y racial a la política más preparada, sagaz y representativa de la nueva demografía de su país. Aunque Sapiro matiza que quizá Harris jugó la carta del racismo demasiado a la ligera con el exvicepresidente de Obama: “Él fue feliz reportando y obecediendo a un afroamericano”, asegura.

Donde Kamala sí ha establecido una zona segura es en su matrimonio. Se casó a los 49 años (en 2014) con el que podría ser un perfecto “segundo caballero”: Douglas Emhoff, abogado dedicado al mundo del entretenimiento, padre de dos hijos y que ha mostrado todo su apoyo (y discreción) a la campaña de su esposa. De religión judía, en su perfil de las redes sociales se describe como “padre, marido de Kamala Harris y abogado”. Por ese orden.