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Fue un caso más que viral: los medios de comunicación hicieron correr ríos de tinta y océanos de vídeo diseccionando, calificando y desacreditando a Nevenka Fernández, una de las primeras mujeres que se atrevió a poner una denuncia por acoso sexual. “Tengo dignidad”, repetía ella frente a los micrófonos que amplificaban insultos y las descalificaciones. Tenía 26 años, era concejala del ayuntamiento de Ponferrada y, además, víctima de Ismael Álvarez (50 años entonces), alcalde de la ciudad.
Su periplo se ha convertido hoy en paradigmático, porque ejemplifica a la perfección cuál era el tratamiento de las violencias machistas antes de la aparición de las redes sociales y la irrupción de las protestas feministas del 8 de marzo, sobre todo a partir del llamado ‘caso de la manada’. Con Nevenka no hubo compasión ni comprensión, pues no había llegado aún esa cuarta ola feminista que se manifestara en la calle para acompañarla. 20 años después, Netflix retoma su historia y pide cuentas.
El litigio fue, en palabras de Nevenka Fernández, un infierno. Ismael Álvarez llegó a enviar una carta a los por entonces 64.000 vecinos de la capital berciana explicando su versión de los hechos. Durante el juicio, José Luis García Ancos, fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia, la comparó con una empleada del Hipercor a la que su jefe le toca el culo y ella tiene que aguantarse "porque lleva el pan a sus hijos". La concejala no obtuvo reparación ni reconocimiento como víctima ni desde las instancias judiciales ni desde la solidaridad vecinal.
La sentencia condenó al acusado, pero este se fue a su casa con un multa y una indemnización de doce mil euros, que finalmente quedó reducida a la mitad. El día en que se hizo pública, una manifestación de cuatro mil vecinos salió a la calle en defensa del agresor y llamándola de todo. En 2011, Ismael Álvarez, el primer político condenado por acoso sexual en España, volvió a la política con una formación independiente que llegó a sacar cinco concejales en las elecciones municipales de Ponferrada.
Tras hacer pública su denuncia, Nevenka Fernández se refugió en Madrid, en casa de los padres de su novio, economista como ella, al que conoció durante la carrera en la Universidad CEU-San Pablo en Madrid. Pero dieron con ella y comenzaron las llamadas. "Te vamos a dar unos tiros pero no te vamos a matar.Así que cuando salgas a la calle procura mirar bien para los dos lados", amenazaba una voz anónima por teléfono. Pero lo peor fue que también la localizó Ismael Álvarez, cosa que desató su miedo.
"Todo el que conoce a este señor sabe de lo que es capaz", declaró Nevenka en la radio. "Como yo le conozco, y le conozco bien, también sé que es capaz de hacer cualquier tontería. A mí casi me mata. Es capaz de eso y de lo que sea". Ante el linchamiento mediático y vecinal, la ex concejala optó por emigrar a Londres. Nadie le daba trabajo y tenía miedo. Su familia tuvo que cerrar su negocio e irse de Ponferrada.
¿Por qué no hemos sabido de Nevenka en estos 20 años? Probablemente, porque no es nada placentero el verse reflejado en el espejo de este caso, en el que solo unas pocas asociaciones de mujeres, vecinos muchas veces atemorizados y algunas organizaciones sociales se pusieron de parte de aquella joven demacrada que defendía su dignidad frente a un Goliat. En ‘Hay algo que no es como me dicen: el caso de Nevenka Fernández contra la realidad’ (Punto de lectura, 2005), el escritor Juan José Millas se sumergió en la tremenda indefensión que sufrió la joven economista.
"La víctima quedó sumida en una soledad tremebunda. La derecha no la acogió, pero los movimientos feministas de izquierdas también la dejaron de lado por ser de derechas. Explícita o implícitamente, la sociedad se puso del lado del acosador", explicó. La serie que ahora estrena Netflix no revictimiza a Nevenka, sino que nos enfrenta a lo que éramos, quizá a lo que aún somos.
Hoy Nevenka Fernández vive feliz en una localidad cercana a Londres. Ejerce su profesión de economista, es madre y disfruta de un feliz matrimonio. Pero lejos de su casa y de su familia. Con motivo del estreno en Netflix del documental sobre Nevenka, Ismael Álvarez ha vuelto a hablar con la prensa, después de 20 años de silencio. "Las cosas siempre se hacen por dinero, si no hay dinero de por medio no se mueve nadie, entonces aquí está muy claro", opina el ex alcalde condenado. "Podría decir tantísimas cosas pero no voy a entrar. Para qué. Yo tengo mi vida seriamente, tengo a mi familia que nos queremos mucho, tengo trabajo", señaló haciendo referencia a sus negocios hoteleros. "Bastante tengo con eso, esto otro son dibujos animados que no me interesan".