Con el portátil a cuestas, trabajan desde cualquier lugar del mundo que tenga buena conexión a internet. Son los nómadas digitales y su forma de vida se ha convertido en objeto de deseo en los nuevos modelos de economía.

El teletrabajo impuesto durante la pandemia del Covid no es para la mayoría ese paraíso prometido con el que soñábamos: más tiempo en casa, más comodidad, horarios flexibles... Pero podría serlo. La diseñadora Adela Alonso recuerda con claridad su primera jornada laboral en el porche del espacio de co-working KoHub, en la isla tailandesa de Koh Lanta, “mirando al jardín” que, en realidad, era una jungla. Le parecía imposible.

Adela Alonso en Vietnam / d.r.

María Fernández Bolea, que trabaja en marketing y pasó seis meses en Bali como nómada digital, describe “como un sueño” su experiencia de trabajo: “Tenía conexión de alta velocidad y un entorno inspirador, rodeado de palmeras, a cinco minutos de la playa para surfear”. Ambas forman parte de una tribu privilegiada cuyo perfil se transforma al compás de la digitalización. Son la avanzadilla del regreso a una forma de vida que se remonta a los orígenes de la humanidad: llevar la casa a cuestas. Desplazarse y trabajar, escapar de la rutina. El objetivo sigue siendo buscarse el pan, pero, eso sí, con un ordenador portátil como condición, con la libertad como santo y seña, y con una buena conexión a internet. “Nos están robando el tiempo y mucha gente se planteará qué quiere de su vida”, afirma Fernández Bolea.

María Fernández Bolea durante su estancia en Bali / d.r.

A un nómada digital lo caracteriza la combinación de viaje y trabajo. Diferentes destinos desean reconvertir su economía, rota por la falta de turismo durante el Covid, con este tipo de trabajadores y convencerlos para que la estancia vaya más allá del mes o dos meses que suele ser habitual. Bermuda, Mauricio o Barbados –para el que esté dispuesto a pagar 2.000 dólares americanos– extienden visas para trabajar allí hasta un año. Pero no siempre tiene que ser la playa el imán del teletrabajo: Georgia, llena de historia, montañas y buen vino –y que también facilita este tipo de visados– se mantiene firme como otro de los destinos favoritos. Y mención aparte merece Estonia, a la vanguardia de lo digital, con una e-residencia que permite el establecimiento y gestión de empresas desde fuera de sus fronteras, y que lanzó una pionera visa para nómadas digitales.

¿Cómo saber más sobre los destinos para nómadas digitales?

Webs como Nomadlist analizan los puntos del planeta más apetecibles para teletrabajar basándose en baremos como la seguridad, la calidad de vida, el clima, la conexión a internet o el grado de felicidad. Si bien el sudeste asiático sigue siendo el de más empuje, en Europa, Lisboa y las Islas Canarias atraen cada vez más a los nómadas digitales.

Las Palmas de Gran Canaria y Tenerife cotizan al alza y el Gobierno canario ha lanzado una campaña internacional en busca de unos 30.000 trabajadores remotos tras nuevos modelos de economía. Nacho Rodríguez, fundador de Repeople en Las Palmas de Gran Canaria, que se marca el objetivo de “diseñar ecosistemas para teletrabajadores”, considera que “se ha roto el estigma del teletrabajo y grandes corporaciones se han sumado a esta iniciativa”. De acuerdo con Rodríguez, el perfil de trabajador nómada se amplía. Ya no son jóvenes sin familia o influencers; un nómada digital supera ya la media de 30 años, y puede ser desde desarrollador o programador a arquitecto, periodista o abogado.

David Abraham, fundador del espacio Outpost de co-working, con presencia en Bali y Camboya, ve cómo la tendencia está cambiando con la Covid-19 y el interés por el nomadismo digital ya cala en los que trabajan para grandes compañías o buscan retiros para sus equipos. La mezcla entre trabajo y viaje se convertirá, cree, en norma en el futuro y en Bali la tendencia se refleja en lugares como booking.com, con un 37% de viajeros en busca de destinos desde donde puedan trabajar.

“Cuando la gente se para a pensar, se da cuenta de que lo que desea es control sobre sus horarios y sus decisiones. El lugar donde estés supone ese primer paso y te da un enorme poder”, defiende. Los espacios de coworking son lugares de trabajo en los que los nómadas digitales comparten, además, actividades y comidas. Adrián San Juan, consultor de alquiler turístico y vacacional, ha estado trabajando con su novia Sara Llera Tejero desde Estados Unidos, México, Tailandia, India, Malasia, Indonesia, Camboya, Filipinas, Vietnam, Singapur, Turquía y España.

Sara Llero en Estambul / d.r.

Su opinión sobre estos locales es muy positiva. Además de la puesta de sol, “el ambiente es más distendido, hay una gran diversidad de culturas, personas y etnias, y es muy enriquecedor, porque encuentras soluciones e ideas brillantes”, explica. Abraham describe esta experiencia de inmersión como de “estrés positivo”, por la que se establecen vínculos duraderos.

Cada vez que cambias de sitio, hay una fase de aprendizaje y esa etapa suele ser difícil”.

James Abbott, fundador del coworking KoHub en Koh Lanta, recuerda que hay una parte dura: “Se cree que vendrán olas de nómadas digitales tras la pandemia, pero esta es una forma de vida que requiere abandonar los contactos sociales que tenías. Habrá, eso sí, más gente que en su propio país salga de la ciudad para trabajar desde casa”.

KoHub es un espacio de coworking situado en la isla tailandesa de Koh Lanta. Un paraíso rodeado de selva para trabajar y relacionarse. / d.r.

Adela Alonso considera que un requisito importante es encontrar una comunidad sólida, algo similar a una combinación entre oficina y campamento de verano. “Cada vez que cambias de sitio, hay una fase de aprendizaje y esa etapa suele ser difícil”, aclara. Y ser nómada digital no implica disfrutar de unas eternas vacaciones: “He tenido meses de echar 10 y 12 horas al día. Pero todos los días podía hacer un descanso e irme a ver el atardecer a la playa con un agua de coco o una cervecita bien fría”.

Nómadas como Adrián San Juan, Sara Llera Tejero y Adela Alonso pasaron el confinamiento de marzo en Tailandia y Vietnam, con el privilegio de mayor libertad y la playa cerca. La pandemia les ha impulsado a nuevos proyectos. Alonso lo resume así: “La vida nómada me ha preparado un poco para este momento tan desconcertante que vivimos. Adaptarte constantemente a situaciones que te son desconocidas forman parte de la rutina”.