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Linda Scott, economista de Oxford: "Los economistas albergan un profundo desprecio hacia las mujeres"

Charlamos con la economista de Oxford sobre cómo, al ignorar a las mujeres, el sistema económico renuncia a un futuro de prosperidad y beneficios para todos.

Según Linda Scott las mujeres han sido tratadas con especial acritud a lo largo de la historia. No se les ha permitido tener propiedades ni ganar dinero hasta hace poco, ni tener cuentas bancarias o iniciar negocios. / D.R.

Marita Alonso
Marita Alonso

Linda Scott asegura que la igualdad de trato económico de las mujeres pondría fin a algunos de los males más costosos que existen y conduciría a la prosperidad mundial. ¿Un ejemplo? La OCDE calcula que, si las mujeres cobraran lo mismo que los hombres, el PIB crecería un 10% . ¿Otro? La violencia doméstica supone un 5,2% del PIB global cada año . Profesora de Oxford, pionera en el desarrollo de una teoría económica igualitaria y la primera académica en acuñar un término para describir el peso de la economía global de las mujeres, Scott explica en La economía doble X (Temas de Hoy) el potencial de contar con las mujeres. Pero, ¿qué es la economía doble X?

Las barreras a la inclusión económica de las mujeres van más allá del salario para englobar también la propiedad privada, el capital, el crédito y los mercados. Dichos impedimentos económicos, combinados con las restricciones culturales que suelen imponerse a las mujeres, conforman una economía en la sombra que es única de las mujeres, escribe Scott, que coincide con la economista Shelly Lundberg al asegurar que los hombres del sector financiero creen que el desinterés es la causa por la que hay pocas mujeres en él.

Los economistas albergan un profundo desprecio hacia las mujeres"

El trabajo que hacen en casa resulta esencial para el funcionamiento del sistema económico. No obstante, la práctica de medir solo el dinero como indicador de una actividad económica ha provocado que el trabajo hecho en el hogar no tenga ningún valor asociado. Por desgracia, esa omisión, con el tiempo, ha evolucionado hacia una tendencia por parte de los economistas a tratar las tareas del hogar como si no tuviesen ningún valor en absoluto. Por este motivo, las economistas feministas y las activistas del empoderamiento económico de las mujeres están presionando para que los gobiernos y sus asesores calculen el valor de este trabajo no remunerado y lo incluyan en sus modelos, reconoce Lind Scott en su ensayo.

Las mujeres sufren desventajas económicas porque las leyes y las costumbres tienen miles de años y las han excluido de la participación económica asegura la economista a Mujerhoy. Como explico en el libro, las mujeres han sido tratadas con especial acritud a lo largo de la historia. No se les ha permitido tener propiedades ni ganar dinero hasta hace poco, ni tener cuentas bancarias o iniciar negocios. Son las prohibiciones contra la participación económica, y no las malas decisiones o la falta de habilidades, la causa del estado de desigualdad actual. Una Economía empoderada Cuando preparaba el libro, hice un listado de cada excusa que he oído para justificar la subordinación de las mujeres.

Tenemos que luchar por una economía inclusiva haciendo a nuestros gobiernos responsables y conscientes de las necesidades de todos los ciudadanos

La comparé con las últimas investigaciones para comprobar si alguna tenía fundamento. Ninguna lo tenía. Las mujeres han de saber que no hay pruebas que justifiquen que la subordinación es su culpa. Han de dejar de aceptar las excusas y comenzar a hacer ver a los hombres que toman las decisiones lo que están haciendo, recalca. Y queda claro cual es el principal motivo por el que ha escrito su libro: incitar a cambiar las normas. ¿Cómo podemos ayudar al empoderamiento económico de las mujeres? Lo más sencillo es visibilizar las desigualdades. La mayoría tenemos redes sociales, donde podemos compartir información. Otra forma es comprar productos de empresas women friendly o invertir en ellas. Lo más importante es hacer al Gobierno responsable de la lucha por las leyes igualitarias, señala. A su juicio, el mayor obstáculo para sacar de la sombra a esta economía es el profundo menosprecio que albergan los economistas hacia las mujeres. Y cree que es en la universidad donde los economistas aprenden a desestimar a este colectivo.

Linda Scott asegura que la igualdad de trato económico de las mujeres pondría fin a algunos de los males más costosos que existen. / D.R.

Hasta hace poco, carecíamos de capacidad necesaria para estudiar la economía de las mujeres. Sin embargo, ahora tenemos muchos datos sobre el poder y el impacto que tienen. Gracias a esta información, sabemos lo peligroso y dañino que resulta excluirnos. Lo importante es seguir comunicando que contar con nosotras es lo mejor para todos. Cuando las mujeres están incluidas en el sistema, las sociedades y los negocios prosperan, asegura. La economista considera que, para alcanzar la prosperidad colectiva y terminar con la pobreza, es esencial que las mujeres formen parte de la economía. El mensaje es simple: estaríamos mejor si las sociedades en las que vivimos fueran igualitarias. Ella cree posible vencer al patriarcado, incluso aunque los líderes ignoren esa economía invisibilizada.

Que las mujeres tomen parte es esencial para la prosperidad colectiva y para terminar con la pobreza. Estaríamos mejor si las sociedades fueran igualitarias"

No hay nada que no pueda ser cambiado. Hasta el patriarcado ha cambiado: hace 50 años, pocos hombres querían la igualdad de género; ahora, la mayoría lucha por ella. Los líderes, sin embargo, no suelen estar al corriente de la economía doble X, porque los economistas que les asesoran (la mayoría hombres) se niegan a aprender sobre la economía de las mujeres. Tenemos que luchar por una economía inclusiva haciendo a los gobiernos responsables e insistiendo en que sus asesores estén involucrados en las necesidades de todos los ciudadanos, no solo de los ricos y de los hombres, explica. Por cierto: Scott no solo responsabiliza a algunos hombres de frenar la lucha, sino que cree que cierta parte del feminismo no pone las cosas fáciles. Algunas feministas señalan a las mujeres que prefieren cuidar a la familia como enemigas. Eso es erróneo.

El feminismo ha de servir para todas las mujeres, sean cuales sean sus decisiones de vida y creencias. Lo que tendrían que hacer es luchar para que esas mujeres tengan una seguridad económica en lugar de permitir su vulnerabilidad, algo que supone aliarse con el patriarcado, advierte. Si una madre quiere trabajar pero no puede pagar a alguien que cuide de sus hijos, no podemos decir que ha decidido quedarse en casa. Desafortunadamente, muchos gobiernos se niegan a asumir su responsabilidad de ofrecer asistencia infantil. Lo suelen ver como un lujo que se otorga a las mujeres, en vez de una pieza esencial de la infraestructura económica. Las mujeres son demasiado importantes como fuerza de la economía para que sigan ignorándolas, concluye.

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