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La 93ª edición de los Premios Oscar 2021 nos ha dejado una alfombra roja –que ya necesitábamos- sin mascarilla pero carente de glamour y algunos momentazos entre los que quedarán para siempre en nuestra memoria el perreo de Gleen Close, el doblete histórico de Chloé Zhao y Emerald Fennell y ver el sueño que Sergio López-Rivera tenía desde hacía treinta años cumplido.
El español, el único de los cuatro nominados que ha conseguido hacerse con el galardón, se trae a casa el Oscar a Mejor maquillaje por La madre del blues, un reconocimiento que comparte con Mia Neal y Tamika Wilson.
Aunque lo de “traérselo” a casa es relativo. De origen sevillano, se fue a Santander con tres años y a Los Ángeles con diecinueve. Sea como fuere, y aunque sobre el escenario –visiblemente emocionado- no pronunció ni una sola palabra, López-Rivera se ha sentido muy arropado por los medios españoles que lo han bombardeado en las últimas semanas y ha recordado por qué se fue tan joven a Estados Unidos y cómo ha conseguido, al final, trabajar con los mejores y hacerse con una estatuilla dorada.
Reconocido esta noche por su forma de transformar a Viola Davis en la cantante Ma Rainey para la producción de Netflix, una de las cosas que más se ha comentado es cómo llegó a recrear incluso las gotas de sudor. Y es que cuando recibió el encargo, la misión parecía difícil: había que encontrar todas las claves para convertir a Davis en una mujer de la que solo existían siete fotografías.
Manos a la obra. Se dieron cuenta de que el sudor era clave en el personaje, así como el diente dorado. Lo demás… muchas horas de trabajo, observación, esfuerzo y un Oscar como resultado. Un Oscar que, en parte, es reconocimiento a su abuela y a esas historias que le contaba a López-Rivera siendo niño cuando le explicaba cómo se maquillaban las mujeres durante la Guerra Civil española.
Si bien es cierto que no pudo hablar sobre el escenario, sí que lo hizo con el equipo de Movistar+ al que le contó que Viola Davis – a la que conoce desde que coincidiera en 2014 en Cómo defender a un asesino- no tiene miedo a nada como actriz. Y explicó que aunque los maquilladores suelen tener que guardar la vanidad del actor, en esta ocasión el trabajo era bien distinto con Viola Davis que lo tenía más que claro: “Si hay que ser gorda, se es gorda; si hay que sudar, se suda”.