actualidad

Cori Bargmann, directora de la rama científica de la Chan Zuckenberg Initiative, "Ahora ya sabemos cómo acelerar el ritmo de la ciencia"

Acortar los tiempos de la investigación biomédica es la obsesión de la directora de la rama científica de la Chan Zuckerberg Initiative. Y la pandemia ha demostrado que no es una quimera. Además, ella maneja un presupuesto de 3.000 millones de dólares para contribuir a la hazaña...

Desde que en 2016 aceptó liderar la división científica de la Chan Zuckerberg Initiative (CZI), Cori Bargmann tiene mucha prisa. La oferta del fundador de Facebook y su mujer, Priscilla Chan, venía con un objetivo que parecía imposible de cumplir: “Queremos curar, prevenir o controlar todas las enfermedades para el año 2100”. Paradójicamente, la pandemia les está dando la razón. “Solía pensar en la ciencia como algo que da frutos a largo plazo, pero he aprendido que cambiando nuestra manera de trabajar, los científicos podemos actuar rápidamente para solucionar los problemas”, explica desde su despacho en Nueva York sobre lo aprendido de la crisis sanitaria. “Tener siete vacunas en menos de un año es un éxito increíble. Pero esa aceleración no es cuestión de suerte. Es una combinación del sentido de la urgencia y la cooperación entre la comunidad científica, los gobiernos y las organizaciones filantrópicas que decidieron invertir dinero sin saber si funcionaría y las empresas que las desarrollaron sin preocuparse por los beneficios”, reflexiona.

Bargmann forma parte de ese complejo engranaje. No es una gestora, aunque maneja un presupuesto de 3.000 millones de dólares para 10 años y fue asesora del presidente Obama. Tampoco es filántropa, aunque trabaja para un matrimonio que se ha comprometido a donar el 99% de su fortuna. Bargmann es, por encima de todo, una científica vocacional. Licenciada en Bioquímica, estudió los mecanismos moleculares del cáncer en el MIT, donde desarrolló un nuevo fármaco para tratar el cáncer de mama, antes de trabajar con el premio Nobel Robert Horvitz y especializarse en los mecanismos genéticos y neuronales que determinan el comportamiento. Desde 2004, dirige su propio laboratorio en la Rockefeller University de Nueva York, trabajo que compatibiliza con la dirección de la rama científica de la CZI.

Para Cori Bargmann el futuro de la investigación pasa por la llamada “open science”, que consiste en compartir conocimientos entre diferentes grupos antes de publicar artículos académicos revisados por otros expertos. “Cuando el virus fue secuenciado en China, esa información fue compartida por e-mail a todo el mundo. Y eso aceleró el desarrollo de la vacuna”. La otra clave es la equidad: “Para acelerar la ciencia necesitamos más ciencia. Y eso quiere decir que la investigación no puede limitarse a los grandes centros de investigación o a las naciones más ricas, también es imprescindible que llegue a desarrollarse en los países de pocos recursos”.

Durante el último año, en el que la fundación se ha volcado en la lucha contra la Covid-19 financiando diferentes iniciativas, Bargmann ha encontrado en Chan a su mejor colaboradora. “Priscilla es pediatra; yo científica: ella es capaz de ver aspectos de la situación sanitaria que yo no veo y viceversa. Tenemos una colaboración interdisciplinar fantástica”. Al objetivo inicial, que expira a finales de este siglo, ahora se suma otro más inmediato: prevenir la próxima pandemia. “La comunidad científica internacional, la OMS y los gobiernos tienen que monitorizar las enfermedades infecciosas y compartir esa información. Aunque parece sencillo, la realidad es que cuando alguien tiene catarro, fiebre o una enfermedad gastrointestinal no sabemos qué virus o bacteria les ha hecho enfermar. El zika, por ejemplo, circuló por Sudamérica durante dos años antes de ser detectado. Tenemos que conocer a nuestros enemigos para poder identificar el comienzo de una nueva epidemia. Y ese es mi objetivo”.