La serie secreta de Netflix de la que todo el mundo te habla (y que no te puedes perder): Al borde, todo lo que no te cuentan sobre la vida en pareja después de los 40, según Julie Delpy

No hay tantas series que se atrevan a darle protagonismo a un grupo de mujeres más cerca de los 50 que de los 40, y solo por eso ya merece la pena dedicarle tiempo a 'On the Verge' o 'Al borde', la serie de Netflix que escribe y dirige Julie Delpy. Recordemos: Delpy, parisina del 69, protagonizó la trilogía de Richard Linklater sobre el funcionamiento de la pareja 'hipster' compuesta por 'Antes del amanecer' (1995), 'Antes del atardecer' (2004) y 'Antes del anochecer' (2013), todas al lado de Ethan Hawke.

En 2007 y 2012, la misma Delpy dirigió y protagonizó las películas 'Dos días en París' y 'Dos días en New York', su peculiar mirada a la pareja, lastrada a veces por cierta pretenciosidad y otras realzada por su humor extravagante. Podríamos considerar 'Al borde' (Netflix) una continuación de esos trabajos, pues la pareja sigue siendo lo que más le interesa, y ahí continúa su peculiar humor entre absurdo y ridículo. La novedad: aquí funciona.

En 'Al borde' seguimos la vida en pareja de cuatro amigas residentes en Los Ángeles: Justine (Delpy), chef francesa en un restaurante de éxito, está casada con un arquitecto que se tiene por genial pero está en paro, lo que desata en su frágil masculinidad una incontrolable necesidad de tortura pasivo agresiva contra su exitosa señora. La interpretación que hace Mathieu Demi (hijo de Agnès Varda y Jacques Demy) de este personaje es sencillamente genial. Ell, la amiga pobre como una rata, tiene tres hijos de distintos padres, lo que le lleva a buscarse la vida de cualquier manera menos trabajando. La interpreta Alexia Landeau, coguionista dela serie, y logra que un personaje directamente delirante sea creíble y divertidídimo.

Otro personaje a priori increíble que, sin embargo, resulta coherente en el contexto 'hype' de Los Ángeles es el de Yasmin (Sarah Jones), traductora en paro de origen persa-africano que puede quedarse tan ricamente en casa gracias a su millonario marido. La trama que protagoniza es la más sospechosa, aunque no queda más remedio que reírse ante su crisis existencial de rica sobrevenida. La cuarta amiga es Ann, millonaria feliz gracias a las sustancias psicotrópicas interpretada por Elisabeth Shue. Todas están, rondando los 50, al borde de un ataque de caos que puede poner patas arriba sus respectivas vidas, llámese divorcio, amante, desahucio o un trabajo como agente secreto.

Punto y aparte son los niños de las cuatro, todos personajes absolutamente maravillosos que muestran más madurez, bondad y empatía que sus madres, desbordadas, excesivas, egocéntricas y a la espera de un milagro que no termina de llegar. Es cierto: la serie es todo menos perfecta. Pero quizá no ha terminado de entenderse que pueda existir un show en el que sus protagonistas no están escritas para gustar, sino más bien para todo lo contrario. De hecho, hay momentos en los que quisieras matar a todas y cada una de ellas. Es una sensación de rechazo-identificación que también exploró 'Girls'. ¿Por qué lo que entonces nos pareció un refrescante bocado de realidad aquí, a algunos, carga?