Audrey Diwan (1980) dice que su primer amor fue la lectura. Criada en Francia en un entorno estricto, de familia de origen libanés, escapaba gracias a los libros. Y decidió pronto que la escritura sería su profesión. Empezó como periodista, escalando pronto en el mundo de las revistas femeninas. Especializada en cultura, se coló rápido en la élite intelectual de París (como prueba su libro Cómo ser parisina estés donde estés, escrito con Caroline de Maigret).
A los 27 años, publicó su primera novela en solitario, pero insatisfecha por no llegar al nivel que admiraba en sus autoras favoritas se pasó al guion de la mano de su entonces pareja y padre de sus dos hijos, el cineasta Cédric Jimenez. Después de media docena de guiones escritos para otros, abandonó el periodismo y en 2019 se estrenó como directora con Mais vous êtes fous. Y solo dos años después, el pasado septiembre, ganaba el León de Oro en Venecia con su segunda película, El acontecimiento (estreno, 18 de marzo), una adaptación de la novela homónima de Annie Ernaux, escritora reverenciada, quien describía en el libro la experiencia de su aborto ilegal en 1963, cuando era una estudiante con ambiciones literarias.
Diwan llegó al libro después de su propio aborto: «Necesitaba informarme. Leyéndolo me di cuenta del tabú que era aún, del peso que suponía, de la vergüenza que todavía llevaba».
Mujerhoy. Trabajó el guion con la autora del libro en el que se basa, Annie Ernaux. ¿Fue una experiencia complicada?
Audrey Diwan. Yo soy una gran lectora suya, así que fue maravilloso. Pasamos muchas horas releyendo el libro, le pregunté sobre el contexto socio-político, la relación con sus padres... También hablamos mucho de amor y de miedo, porque en el libro se podía sentir ese pavor que sentía toda la sociedad. Leyó tres versiones del guion y, desde el principio, me dijo que entendía que iba a ser algo distinto a su libro. Me mostró un camino y pude seguirlo con la seguridad de que era el correcto.
¿Cuál fue la reacción de ella al ver la película acabada?
Yo estaba aterrada. Salté literalmente sobre ella cuando acabó la proyección, se quedó en silencio durante unos minutos y me dijo: «Está bien». Y después me comentó que solo veía un problema: « No había tupperwares en 1963 ni 1964, llegaron un año después» [se ríe].
La historia se sitúa en los años 60, pero consigue ser profundamente actual.
Nunca quise hacer una película de época, porque eso le diría a la audiencia que trata un tema del pasado y todos sabemos que no lo es: en muchos países, abortar sigue sin ser seguro. Así que me pregunté: ¿y si pudiera seguir a una chica en los 60, ir pegada a ella cada segundo, sentir lo que siente?
La película es muy emocional, ¿aunque también al hacerla hay detrás una decisión política?
Sí, siempre pienso el cine como un acto político. No es una casualidad que haya elegido adaptar a Annie Ernaux. Me gusta cuando la forma de decir las cosas más íntimas y sinceras ilumina el lado político de un proyecto. Hablar de deseo sexual femenino siempre es político. Yo no quería hacer una película sobre el aborto ilegal, hay mucho más. Annie y yo hablamos mucho de la libertad de las mujeres, del control sobre nosotras. Algo tan íntimo como con quién te acuestas o qué haces con tu cuerpo, lo convierten en política, la ley decide por ti.
¿Fue fácil dar el paso del periodismo al cine, o siente que tuvo que trabajar más por el hecho añadido de ser mujer?
Ambos [se ríe], porque soy muy mujer y era periodista, no fue fácil. Pero también entiendo que, cuando cambias de carrera, necesitas convencer a los demás de que eres capaz. Yo nunca dije: «Voy a ser directora», pero siempre he intentado encontrar la forma correcta de contar las cosas que quiero transmitir. Durante años fui guionista, me dediqué a captar el universo de otros, pero en algún momento pensé que había cosas que quería compartir con otros, y quería intentarlo con toda la libertad que pudiera. En la industria del cine necesitas ganarte esa libertad y es un proceso lento. Ahora estoy feliz, porque creo que con el León de Oro gané mi derecho a ser más libre en mis películas.
Su León de Oro, Julia Ducournau (Titane) en Cannes, el Óscar de Chloé Zhao (Nomadland); en San Sebastián, el jurado que usted presidía premió a Alina Grigore (Blue moon)...
[Interrumpe] Me sorprendió mucho lo que pasó. Como jurado nunca hablamos de género, solo de películas y Blue Moon era mi favorita, insistí mucho. Y cuando vi la reacción en internet al premio, aluciné y me acordé de lo que me dijo Chloé Zhao después de darme el León de Oro en Venecia: «Te dirán que ha ganado una mujer; tú diles que ha ganado una película». Mi sentimiento es que ahora mismo hay menos resistencia hacia mujeres cineastas con ideas muy claras intentando hacer películas. Creo que, lentamente, la industria nos está dando más espacio.