Ángel Martín, sobre el brote psicótico que le cambió la vida: «el humor fue una traba en mi recuperación»

A estas alturas, es muy complicado no haber oído hablar de 'Por si las voces vuelven' (Planeta), el relato en primera persona de Ángel Martín (Barcelona, 1977) sobre lo que supone perderse y tener que reconstruirse desde cero a raíz después de ingresar en un hospital psiquiátrico en 2017 por un brote psicótico.

El éxito del primer libro del humorista, monologuista y presentador fue tal que ahora tiene un podcast homónimo en el que charla con diferentes personajes sobre salud mental. De ello también hablará este fin de semana en el Mercedes-EQ Welife Festival, que Vocento organiza en Madrid.

MUJERHOY. Más allá de un agobio puntual, ¿cuándo diría que alguien ha de sentir que hay una señal de alarma en su estado de ánimo?

ÁNGEL MARTÍN. Estar triste siempre no es normal, y el problema radica en si no eres capaz de detectar el motivo de tu tristeza. Si no te gusta nada de nada de tu vida, ese momento es sin duda una llamada de atención.

MH: Escribir el libro fue: a) Un acto catártico; b) un intento de ayudar; c) una autoterapia; o d) todas las anteriores.

AM: La opción D. Cuando escribes para ver si lo que has hecho le ayuda a alguien, has de pensar en quien está en un sitio muy complicado. </P>

MH: Tras una mala experiencia con un psicólogo, dijo que no volvería a terapia.

Siempre he sido muy cabezota y he llegado a la conclusión de que solo yo me conozco. En el momento en el que empiezo a verbalizar cosas, yo mismo las veo. Cuando decides ser honesto contigo mismo, empiezas a descifrar lo que te pasa de verdad.

MH: En sus monólogos hace alusión a su paso por el psiquiátrico.

AM: Quienes vienen a ver mis monólogos van a ver a esa persona que ven fuera del escenario. Sería raro no hacer una mención sobre el hecho de que he estado en un psiquiátrico. En el humor no hay límites: los pone el que los escucha. Cada uno sabe qué cosas cree que no son aptas para bromear, puede elegir a qué cómicos seguir.

MH: Usted no es de los que dicen «el humor me salvó».

AM: Es que en esa época, no existía el humor. Una de las peores cosas fue tener la sensación de que jamás podría volver a escribir comedia. El humor fue una traba más en mi proceso de recuperación. No es que pierdas la capacidad de bromear sobre las cosas, es que no había la posibilidad del humor. No está en el abanico de emociones que manejas, como tampoco lo están la alegría ni la felicidad.

MH: Dice que estar loco es lo mejor que le ha pasado. ¿En qué se diferencian el Ángel de entonces del de ahora?

AM: En todo. Nunca he sido un mal tipo, pero era alguien que no estaba construyendo la vida de manera consciente. La gran diferencia es que decía sí o no sin saber los porqués. Ahora construyo en una dirección muy clara; no hago nada si no tengo claro el porqué.