Blanca Portillo (Madrid, 1963) lleva una camiseta que dice This t-shirt is only for happy people. Esta camiseta es solo para gente feliz. La luce con una sonrisa. La actriz, a la que le persiguen los papeles sufridores, no deja de reír. Parece genuinamente feliz en el salón de su casa. Ese espacio que ha aprendido a apreciar más en un año en el que, por fin, ha parado. Ha reflexionado. Ha aprendido que necesita más tiempo libre a la vez que ha encontrado más ganas de trabajar. Ver a gente anónima crear durante el confinamiento y cómo volvían después a las salas, me ha reconciliado con mi profesión. Y vaya si ha vuelto. Solo en septiembre estrena la película Maixabel, de Iciar Bollain, y la serie La Fortuna, de Alejandro Amenábar. En la última, interpreta a un personaje oscuro de las cloacas del poder. En la primera, es la protagonista, Maixabel Lasa, la que fuera directora general de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo, viuda de Juan María Jáuregui, gobernador socialista de Guipúzcoa, asesinado por ETA en 2000.
Es maravilloso que me ofrezcan cosas tan opuestas, resume. Ambos proyectos los presenta en el Festival de San Sebastián, que comienza esta semana, pero el filme especialmente no dejará indiferente a nadie. Lo rodaron donde pasó todo: el atentado, el luto y los encuentros entre presos y víctimas en los que su viuda tomó parte activa. En 2011, Maixabel Lasa habló con dos de los asesinos de su marido, Luis María Carrasco e Ibon Etxezarreta, interpretados por Urko Olazabal y Luis Tosar en la película.
Mujerhoy. El reto es grande hasta para una actriz con su currículum. ¿Cómo lo afrontó?
Blanca Portillo. Intentar ser ella es ridículo, porque ya está Maixabel, nadie va a ser mejor que ella. Pero intentas sacar al ser humano. Lo primero que intentas es conocer las circunstancias históricas. Aunque siempre he tenido muy presente el proceso vasco, hice una especie de inmersión: me fui allí un mes antes del rodaje a conocer a las gentes y escucharles. Porque tenemos ideas, hemos leído noticias, pero eso no es nada comparado con escuchar a la gente que lo ha vivido todos los días de su vida durante años. Y, al final, me propuse conocerla a ella.
¿Ha sido Maixabel la piel más difícil de llevar?
A mí me rompió la cabeza. Tiene una humanidad que no puedo creer. Tiene la convicción de que todos merecemos una segunda oportunidad, y ella se incluye. No solo lo piensa, lo trabaja. Y lo hace en una situación que ninguno podemos ni imaginar. Todos diríamos: Yo haría, yo no haría..., pero hay que estar ahí para llegar a ese lugar. Y aún así, ha abierto su corazón y tiende las manos. Fue un proceso de creación de personaje, pero sobre todo un proceso personal. Me cambió. Es lo que más le agradecí: Me has cambiado la vida, me has hecho mejor persona.
¿Qué ha aprendido de ella?
De repente revisas tu propia vida, las veces que has negado una segunda oportunidad a otros y también a ti misma. A partir de ahora, si he aprendido algo, tendré presente que la gente se equivoca, que hay errores irreparables. Pero si la gente lleva un proceso de arrepentimiento, de reconstrucción, por qué no va a merecer otra oportunidad.
La película habla de cosas que pasaron hace más de una década, pero muchas frases parecen referirse a la actualidad...
Hay un marco histórico evidentemente, hay que contarlo y hablarlo, porque lo que no se saca se pudre y se enquista. El otro día oí a una persona: Mi hija de 13 años no sabe qué es ETA. Ya hay una generación que no la conoce; sin embargo, lo que cuenta la película sí necesitan saberlo. Creo que esa es la grandeza de lo que ha hecho Iciar: hablar desde un lugar que tiene que ver con lo humano, no con un entorno socio-político sino con tu actitud ante la vida y, por el momento que estamos viviendo ahora, afecta muchísimo y afectará siempre. Maixabel es una heroína, no porque fuera la primera mujer que se sentó con los asesinos, sino porque vive la vida de esta manera. Hay algo en ella como mujer, como ciudadana, como ser humano, que la convierte en una heroína.
La respuesta a ETA será siempre polarizada, ¿teme a las reacciones?
Reacciones habrá, porque son temas tremendamente delicados. Maixabel siempre dice que ella no es un ejemplo para nadie, que no dice que los demás tengan que hacer lo que ha hecho ella. Vivimos tiempos en los que todo es blanco o negro, buenos o malos, nos creamos ideas muy cerradas con cuatro informaciones... Son tiempos terribles. Claro que habrá personas que, ante esta película, se irán por donde siempre; pero por debajo esta esa parte de enfrentarte a tus miedos, a tus errores, que es intemporal. Y confío en que llegue a donde tiene que llegar: al corazón.
A usted Maixabel, la mujer, la ha cambiado. ¿Confía en que Maixabel, la película, pueda también cambiar a otros?
Insisto en que entender algo no significa justificarlo, nada justifica lo que ocurrió, el asesinato nunca es justificable, nunca. Pero está bien entender por qué alguien ha llegado ahí y qué proceso le ha llevado a entender que se equivocó. Yo creo que ese es el valor. La historia que se escribe en los libros es la general, y lo importante es cuando escuchas a los individuos. Y la ficción permite entrar en la individualidad. Nos da la oportunidad de adentrarnos en el corazón de un tipo que se metió en una banda armada en 1998 para liberar a su pueblo. Te permite ver qué vivió y sintió Maixabel al entrar en esa habitación. Dejas de estar en un nivel intelectual, pasas a uno emocional y eso te hace ver las cosas desde otro sitio.
Por eso me dedico a este oficio; de alguna manera, aunque sea a muy pequeña escala, creo que puedes cambiar el mundo. Por eso se queja tanto del abandono político a la cultura.
Parece que es abandono porque no interesa. Pero a veces pienso si la abandonan porque son conscientes de que moviliza a la gente. No sé si somos peligrosos o si realmente no les importamos un carajo.
Isabelle Huppert decía que solo le quedaba interpretar a un hombre, algo que usted sí que ha llegado a hacer en estas cuatro décadas de trayectoria.
¡Yo ya lo he hecho! Es muy fuerte, es mucho tiempo. Siempre digo que lo que me queda por hacer es lo próximo. Llevo tiempo dándole vueltas, ya he dirigido teatro y me encantaría dirigir cine. Tengo un par de ideas para cortos, para empezar a oler de qué va. Lo importante es no perder la curiosidad y soy como una cría para eso, todo me interesa, todo me parece posible.
Los protagonistas en cine han llegado tarde, ¿no le ha importado?
Nunca he sentido la necesidad de hacer protagonistas, incluso no me gusta, porque la responsabilidad pesa y me contracturo. En teatro igual. Pero dije que nunca más haría un monólogo tras El testamento de María y voy a intentarlo otra vez porque me hace mucha ilusión: hemos convertido en monólogo el texto de Juan Mayorga en su ingreso a la Real Academia. Pero no necesito el protagonismo, lo tenemos todos. La protagonista es la historia.
Pero ser actriz tiene algo de querer ser visto...
Claro, tenemos un punto exhibicionista. Sé por mi familia que de niña era bastante inquieta. Al parecer, porque no me acuerdo, me llamaban la vedette de Torrevieja porque en cuanto había un corrillo bailaba, cantaba... Supongo que debo de ser un poco exhibicionista, aunque por otro lado soy súper tímida.
El Festival de San Sebastián quitará este año la distinción de género en el premio de interpretación, ¿cómo lo ve?
Hay una parte que me gusta y me parece lo normal. Pero, por otro lado, me preocupa: hay muchos menos protagonistas para mujeres. Me parecería bien si estuviésemos en igualdad de condiciones, pero no lo estamos en ese punto. Si hicieran eso con directores y directoras, habría una mujer por cada 465.000 hombres.
¿Busca proyectos con directoras o con más mujeres en el equipo?
Lo hago conscientemente porque he comprobado que todo funciona mucho mejor. Creo que mi filmografía hay más directoras que directores. No es porque no quiera trabajar con hombres, qué tontería, pero se crea un ambiente muy especial, una especie de calma. Hay lugar para todas, y nos faltan referentes. Ahora estoy en un rodaje donde veo casi más mujeres que hombres en lugares donde antes no veía, se está notando y es bueno. Las niñas tiene que saber que pueden dirigir cine o ser foquista, o guionista. Pero todavía nos falta, claro que sí. Faltan hombres en otros: maquillaje, peluquería, vestuario... Falta equilibrio.?