La ovación al final de la hora y cuarenta minutos que dura Silencio es unánime. Estamos, sin duda, ante una de las obras más importantes de la temporada y una ocasión única para disfrutar de la entente más que cordial que une a Blanca Portillo y Juan Mayorga, dos verdaderos monstruos de nuestro escenario. Portillo remite a Mayorga en el trance de su aceptación de la silla M de la Real Academia Española (RAE) en 2019, acto para el que escribió un discurso titulado Silencio que se convierte, aquí, en monólogo. Vestida de frac, como manda el estricto protocolo de la RAE, la actriz hace realidad el deseo que el dramaturgo formuló en aquel momento: que un intérprete lo pronunciara en su nombre.
Blanca Portillo y Juan Mayorga, dos verdaderos monstruos en el escenario. /
El texto apenas ha sufrido modificaciones: ha incorporado algunas frases, pero manteniendo lo sustancial. La escenografía evoca una disposición parecida a la del salón de actos de la RAE: en el centro cuelga el marco de un cuadro vacío donde se nos dice que está Cervantes sobre una mesa presidencial con sillas, ocupadas por imaginarios académicos. Cuando Blanca Portillo aparece en escena nos remite, con su negra figura y sus zapatos de charol, a Chaplin, una referencia que se subraya con sus gestos, ironías y énfasis. Este familiar clown será el encargado de hacernos sentir el alcance del silencio, desde las obras silentes de Jon Cage a las reflexiones de Antígona, La casa de Bernarda Alba, Woyzeck, El gran Inquisidor, La vida es sueño, Tres hermanas… El monólogo termina con Hamlet y su célebre frase final «el resto es silencio».
¿Intelectual? ¿Frío? ¿Difícil? Ninguno de estos prejuicios puede aplicarse a Juan Mayorga, matemático, doctorado en filosofía y director del máster de formación permanente en creación teatral de la Universidad Carlos III. Todo lo que escribe llega directamente. Creo que hay algo enorme en él: a pesar de su inteligencia, no pretende dar lecciones», ha explicado Blanca Portillo. «Desea compartir, comunicar, expresar lo que piensa, siente y desea. Eso hace que no le sientas como alguien lejano o incluso inalcanzable. Es un hombre de teatro y un hombre de vida. Lo que plantea siempre te pertenece de alguna manera».