Veronica Raimo, autora de Nada es verdad. / Alessandro Imbriaco

LA CARTA DE LA DIRECTORA

Nada es para tanto

«Nada es verdad es divertido y es trágico. Una carcajada que se congela».

Las mejores y las peores cosas nos pasan en familia, ese grupo con el que lidiamos toda la vida y que nos salva, nos sostiene, nos hace crecer queridos y seguros. Que construye nuestros cimientos con firmeza y nos da herramientas para bandearnos en los tsunamis, para no dudar de nosotros mismos.

Ese grupo que, por mala suerte, por torpeza o por negligencia, también puede cubrirnos de fragilidad, de incertidumbre, de inseguridad, de desamor propio. Que nos deja expuestos y temblorosos, como si nunca fuera suficiente el edredón con el que nos cubrimos en una noche fría.

Nos rodeamos de amigos, los elegimos bien si somos listos, nos acompañan, les acompañamos y son los que nos escuchan cuando, irremediablemente, terminamos contando de un padre que sufre, un hijo que se ha despistado, un hermano que no está en el lugar en el que nos gustaría verle.

De la familia, entre otras muchas cosas, habla Veronica Raimo en Nada es verdad. Un libro que se publica ahora con el runrún previo de favorito de libreros y editores para esta temporada. Es divertido y es trágico. Una carcajada que se congela. Habla de casi todo porque, al final, la familia es para bien y para mal una columna vertebral sobre la que ramificamos nuestra vidas.

Nada es verdad tiene capítulos divertidísimos, un paseo del mejor Woody Allen por el surrealismo de Muchos hijos, un mono y un castillo; ¿se acuerdan de esa maravillosa película de Gustavo Salmerón? Otros, llenos de pensamientos oscuros de esos que solo nos permitimos en la intimidad entre la culpabilidad y la vergüenza, en un rincón de nuestra cabecitas. Eso es la vida, supongo. Con fortuna, una mezcla de las dos cosas.

Una vez me preguntaron qué le diría a mi yo adolescente. No recuerdo la respuesta, ahora sé que sería algo así como que «nada es para tanto». Hasta que, a veces, lo es. Y entonces, casi siempre, anda por medio la familia. Los que queremos, los que nos quieren, los que nos decepcionan, a los que decepcionamos. Los que nos han tocado en suerte, como pasa con casi todas las cosas importantes.