LA CARTA DE LA DIRECTORA
LA CARTA DE LA DIRECTORA
La serie de Netflix Machos Alfa, que se ríe del machismo casero, es como una hamburguesa de razonable calidad: fácil, popular, poco exigente y de digestión a veces contundente. Si la han visto, ya se habrán despachado los 10 episodios en poco más de un par de sentadas y habrán soltado más de una carcajada con esos personajes que intentan curarse de su tendencia a ser señores insufribles y que lidian como pueden, pobres, con el abandono, el fracaso, el divorcio o los hijos odiosos.
¿Es Machos alfa y su modelo del antimachito un ejemplo de nuevo feminismo en streaming? Pues qué sé yo, igual es mucho decir, pero acompañando a la hamburguesa hay un buen puñado de patatas fritas en forma de señoras bregando también con unos cuantos tópicos: la ambición profesional, el modelo de pareja, la construcción de una influencer, el lío con el entrenador personal…
Y francamente, si lo es o no, da bastante igual. Yo venía aquí a recomendarles que se echen unas risas con cosas que nos afectan a todos: las inseguridades, las relaciones que no salen como querríamos, los prejuicios…
Y, sobre todo, a recomendarnos que nos riamos también de nosotras mismas, señoras. De nuestras propias rigideces, de nuestra solemnidad, de las voces impostadas que nos dicen qué hacer o no hacer con corrección. Una hamburguesa le parecería bien hasta a la propia Gloria Steinem. Una hamburguesa, de vez en cuando, es una forma de entender la vida.