No hay momento más íntimo que ese en el que nos decimos algo a nosotros mismos. Ahí empieza, y en ocasiones termina, casi todo. A veces, me entretengo contestando mentalmente las preguntas de los cuestionarios tipo Proust que leo, ya saben, esas entrevistas en las que se responde de manera rápida a preguntas fijas: «¿Cuál es su idea de la felicidad?», «¿Qué valora más en un hombre?», «¿Y en una mujer?». Inevitablemente, cuando llego a la de «¿Cuál es su mayor pesar?», la respuesta siempre es: «No conducir, no tocar un instrumento y alguna de las cosas que me he dicho con ligereza a mí misma a lo largo de los años».
Si hacen el ejercicio, casi seguro que esa voz que resuena en su estómago, y que no es ni más ni menos que la suya, les dice cosas que no se atrevería a decirle a nadie más, porque la compasión con nosotros mismos no es algo que aprendamos fácilmente. Tampoco la condescendencia bien entendida ni el orgullo. Se nos olvida que ese lugar de nuestra cabeza y de nuestra tripa es solo nuestro. Solo nos atañe, nos hiere o nos consuela a nosotros mismos.
Ahí están a salvo los pensamientos de los que quizá nos avergonzamos pero que nos sirven para desahogarnos y no matar, fuera de nuestra imaginación, a ese compañero de la oficina. Los que nos dicen que no nos equivocamos por mucho que los demás insistan en que exageramos o nos quedamos cortos. Es el lugar que nos da nuestra propia medida. «¿Qué defectos le inspiran mayor indulgencia?», es una de las últimas preguntas. Por una vez, a lo mejor podemos contestarnos: «Los míos»
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?