Katharine Hepburn y Ginger Rogers en Damas del teatro. / Getty Images

Mi amiga

Lo peor de que te ignoren a conciencia es lo difícil que resulta descubrir por qué

Creo que una vieja y muy querida amiga me ha cancelado. No con la violencia de Kim Catrall a Sarah Jessica Parker, pero sí con la frialdad sostenida de Madonna a Gwyneth Paltrow. Dirán ustedes que algo habré tenido yo que ver y probablemente así es, pero lo peor de que te ignoren a conciencia no es que no te contesten a los mensajes y a las llamadas, sino lo difícil que resulta descubrir por qué.

Mi amiga y yo hemos compartido muchos años de cariño y confianza, de alegrías y miedos. Estuvo ahí cuando me pasaron las mejores y las peores cosas de mi vida. Guardo el regalo que le hizo a mi hija cuando nació, hace 17 años. Cuando lo miro, me pone de buen humor y me hace pensar que las cosas han ido razonablemente bien.

Es un alma gemela que también toma los percebes con vino tinto. Como la conozco, noto su enfado sordo. Sé que está bien, porque veo sus redes y acribillo a likes sus fotos de viajes y de sopas francesas con una mezcla de esperanza y un poco de resentimiento porque sigo sin tener respuesta.

Dejo comentarios a veces entusiastas, otras supuestamente divertidos, pero nada, más silencio. Y pienso que la situación es grave porque mi amiga no ha estado callada más de cinco minutos seguidos en su vida. Ahora me pregunto si este momento raro que hemos vivido ha tenido daños colaterales como este. O si simplemente nos decepcionamos por causas que el otro desconoce y ni siquiera es capaz de imaginar. O si las personas a veces necesitamos alejarnos de momentos y circunstancias que incluyen a otras personas, arrolladas por esa necesidad de cambio. No lo sé. Querida C., te echo de menos.