Yo no hago cameos

Rita Moreno acaba de cumplir 90 años y aparece en la nueva versión de West Side Story dirigida por Steven Spielberg con un papel escrito expresamente para ella. Porque, como le dijo al director cuando la llamó para proponérselo, ella «no hace cameos». Es decir, a los 90 años no tiene ninguna intención de colocarse en el territorio de lo anecdótico, de lo accesorio o, directamente, en la categoría de souvenir.

La semana pasada cumplió 100 años Betty White, la adorable Rose de Las chicas de oro. Y en la redacción hemos caído en la cuenta de que las actrices que nosotros veíamos entonces como jubiladas haciendo malabarismos con sus pensiones tenían la misma edad que ahora Sarah Jessica Parker, que acaba de volver al Upper East Side con sus tacones de Blahnik y su bolso de Fendi. Me reconforta pensar que, cuatro décadas después, los guionistas imaginan a las mujeres que arrancan la década de los sesenta lidiando con estilismos arriesgados y no solo con las pensiones de viudedad y las residencias de ancianos en el futuro inmediato.

Echamos mucho de menos los diálogos provocadores y gamberros de la era anterior a la pancorrección. Pero ese es otro problema... Rita Moreno cuenta en la entrevista que publicamos en este número que la última década, es decir, la de los ochentaytantos, ha sido la mejor de su vida. Ha rodado un documental en el que cuenta los buenos y los durísimos momentos de su carrera.

La conclusión es que, a pesar de los fracasos, las renuncias, la pelea contra un star system sin mucho espacio para una actriz de origen latino, se ha divertido y sigue divirtiéndose. Betty White, que recomienda vivamente el vodka Martini, los perritos calientes y los crucigramas, también. No hacer cameos, no conformarse, no dejarse llevar por la condescendencia de los otros, esa sí es una decisión vital.