Hasta no hace demasiadas décadas, hacerse viejo no era una circunstancia desconocida: vivir con abuelos o hacerse cargo de ellos era algo más que habitual en las familias españolas. La realidad de los hogares ha cambiado muchísimo desde el siglo XX y hoy ya no es tan generalizado el contacto con las generaciones mayores, ya sea por falta de tiempo o porque cada vez son más independientes y llegan a la edad avanzada con mejor salud. ¿Cómo aprendemos, entonces, lo que significa hacerse vieja? Difícil:muchas nos vamos a dar de bruces con esa realidad, sin solución de continuidad. Y, sin embargo, es una etapa de la vida que puede mejorar, y mucho, con cierta planificación y saberes previos. Los que pone sobre la mesa Anna Freixas (Barcelona, 1946), doctora en psicología, profesora y autora de 'Yo vieja'(Capitán Swing), un libro que hay que leer.
El libro de Anna Freixas está lleno de consejos, tips, trucos y advertencias para encaminarse hacia la vejez con libertad, dignidad y respeto: algo impactante de lo que les sucede a las mujeres tras la jubilación es la insistencia en tutelarlas, a la vez que se sigue tirando de ellas para todo tipo de trabajos de cuidados. En 'Yo vieja', Freixas elabora una declaración con los Derechos y Deseos de las Mujeres Mayores, 24 puntos que no tienen desperdicio, que van de «Queremos ser viejas sin necesidad de aparentar otra cosa» a «Queremos ser reconocidas como sabias, maestras, mentoras, sin que se dirijan a nosotras como a ancianitas frágiles, en tono de veneración» o «Tenemos nombre y apellido. Queremos ser nombradas por ellos: nadie se dirigirá a nosotras utilizando la palabra abuela». Nos vamos a detener, sin embargo, en la cuestión económica. Freixas insiste: «La libertad en la vejez se llama dinero».
El consejo de Anna Freixas en 'Yo vieja' está claro: llegar a los últimos años de la vida con cierta holgura económica permite vivirla hasta de manera placentera, mientras la salud acompaña. Sin embargo, para la mayoría esa es una posibilidad que hay que comenzar a plantearse muy pronto en la vida profesional. Casi desde el principio. «Cuando daba clases siempre hacía hincapié con mis alumnas en que tuvieran muy en cuenta las opciones que toman a lo largo de su juventud y primera vida adulta, en la medida de que a partir de ellas pueden estar fraguando su futura pobreza», ha explicado la psicóloga. «Eso es lo que ocurre cuando te apartas del mercado laboral para que otra persona pueda salir adelante». Atención, pues, a la negociación de las medias jornadas o del reparto de los cuidados que exige dejar de trabajar: o planteamos una compensación económica o tras la jubilación nos llevaremos una sorpresa.