Hablar de dinero sigue siendo un tabú en España. /
'¿Y tú, cuánto dinero ganas?'. Si alguna vez te han hecho (o has hecho) esa pregunta, ya sabrás que no conviene contestar (ni preguntar) sin calibrar las consecuencias. O tener en cuenta las circunstancias. No es lo mismo plantearla en una cena entre amigos, que en la máquina de café de la oficina y entre compañeros de trabajo . Lo primero, afirman los expertos, puede contribuir a mejorar nuestro bienestar financiero a largo plazo; lo segundo tiene algunas ventajas (como conocer tu valor real dentro de una empresa o detectar agravios comparativos o discriminciones por razón de género), pero sin duda también tiene tiene sus contraindicaciones.
«A mí me gusta hablar de dinero con mis amigas y mi familia porque puedes aprender mucho. Pero en un entorno profesional esa información se puede volver en tu contra con mucha facilidad», explica la coach de desarrollo profesional Elena Huerga. Por un lado, puede envenenar la relación entre compañeros, pero también servir de argumento en una negociación con los jefes. Huerga cree que esa es una estrategia peligrosa. «Si mi hermana me hiciera esta pregunta, mi respuesta rápida sería: cuanto menos se sepa de tu sueldo, mejor. Es un tema muy espinoso. Porque si un compañero gana menos que tú, probablemente te conviertas en la palanca de su negociación salarial», explica la experta.
A los españoles nos cuesta hablar de dinero. Es un tabú histórico y cultural que un estudio detrás de otro se empeñan en confirmar: según una encuesta de Youniuted, el 50% de los españoles piensa que se trata de un tema privado del que es mejor no hablar. Al 5% directamente le avergüenza. La influencia anglosajona, pero también una nueva manera de entender las relaciones derivada de la sobreexposión en las redes sociales , está socavando el tabú. Sobre todo, entre los más jóvenes.
Millenials y Zs cada vez hablan más de dinero entre sí. Probablemente, por la misma razón que comparten fotos de sus vacaciones, el estatus de sus relaciones íntimas o sus posiciones ideológicas. A menudo, también comparten precariedad. «Entre los jóvenes el rango salarial suele ser más similar, tienen toda su carrera por delante para mejorar… Se lo toman de otra manera. Pero cuando de tu sueldo depende la hipoteca, el colegio de tus hijos o tus responsabilidades, es un tema bastante más complicado», explica la coach.
Pero no solo depende de las circunstancias personales. La casuística dentro de una organización tiende a ser infinita. Una fusión entre dos compañías, por ejemplo, a menudo termina con una de las dos plantillas cobrando más. « Es muy difícil encontrar la justicia en los entornos profesionales. Mientras no haya discriminación, es normal que dentro de un mismo equipo, aunque se lleven a cabo trabajos similares, haya diferentes rangos salariales. Puede deberse a muchos factores: la antigüedad, la experiencia, que uno de ellos proceda de una empresa súper top o de la necesidad de encontrar talento en el mercado laboral en un momento determinado. Te puedes sentir ofendido, pero no podemos ser tan rígidos ni aspirar a cobrar exactamente lo mismo que el de al lado. Hay que entender que aunque se desarrolle el mismo trabajo, no todos aportamos igual».
Para Huerga lo más importante es estar de acuerdo con tus condiciones salariales cuando aceptas un trabajo y te incorporas a un nuevo puesto. Independientemente de lo que ganen los demás. «Tus argumentos para pedir un aumento deben ser otros. Es mucho mejor plantear: 'Yo quiero ganar esto, porque esto es lo que aporto y esto es lo que mi trabajo vale en el mercado'. Es una estrategia mucho más poderosa y más adulta que hablar de lo que cobra fulanito».
Si aún así decides preguntar entre tus compañeros de trabajo, Huerga recomienda medir muy bien tus pasos. «Que tú estés deseando saber el sueldo de los demás y hablar del tuyo, no significa que los demás estén en la misma situación. Puedes crear una situación muy tensa. Por eso, calíbralo bien, baja los decibelios y déjale claro a la otra que si no quiere tener esa conversación no tenéis por qué hacerlo».
Aún así, es muy probable que el resultado no sea el que esperabas. «Aunque lo hagas con una persona de tu máxima confianza, puede volverse en tu contra generando, por ejemplo, un conflicto con tu jefe. Es un arma de doble filo».
Para Huerga lo ideal es que las empresas tengan una política salarial transparente y que publiquen, por ejemplo, rangos salariales aproximados para cada tipo de puesto. Sin embargo, la realidad es que muy pocas empresas lo hacen. Para combatir la brecha salarial entre hombres y mujeres, una directiva sobre trasparencia salarial aprobada por la Unión Europea obligará a las empresas a desglosar la información salarial por género. Pero también a proporcionar a quienes lo soliciten información sobre los niveles de remuneración medios de los trabajadores que desempeñan las mismas funciones. Por eso, quizá sea mejor idea preguntar al departamento de recursos humanos (para eso también necesitarás una buena estrategia y mucha diplomacia), que a tu compañero de trabajo.