Caminamos por los imponentes salones del número 21 de la Place Vendôme, en París, mientras charlamos. Es una entrevista atípica para las estandarizadas normas del mundo de la comunicación de moda. «¿Nos sentamos o prefiere que hablemos mientras vemos la colección?», me pregunta Daniel Roseberry (Dallas, 1985). Este tejano, que asumió las riendas creativas de Schiparelli en 2019, es cortés, serio pero no distante. De educación reflexiva (su padre, pastor anglicano; su madre, artista), apariencia serena, discurso pausado y transparente iris avellana. Es el hombre de Elsa, el diseñador que ha vuelto a encumbrar el genio de Elsa Schiaparelli y ha puesto de nuevo en el ojo del huracán mediático la alta costura.
La libre y excéntrica artista y diseñadora que creó la falda pantalón hace un siglo para que la campeona española Lilí Álvarez jugara más cómoda al tenis en Roland Garros y Wimbledon, había construido su imperio de costura a base de surrealismo y valentía. Pero en 1954 cerró sus puertas y no fue hasta 2012 cuando Diego Della Valle, consejero delegado del grupo Tod's, decidió adquirir la firma y recuperar su legado histórico. En solo dos años de reinado en la maison (con pandemia incluida), Roseberry ha revolucionado la casa y la costura parisina desde este edificio de la place Vendôme, la histórica caja fuerte de la alta joyería francesa, donde la creadora italiana tenía también su apartamento personal.
Mujerhoy. ¿Como ha preparado la colección de costura de este otoño, con qué ánimo y expectativas?
Daniel Roseberry. La anterior colección la diseñé en medio de la pandemia. No había información sobre vacunas y tampoco muchas noticias ni esperanzas sobre lo que iba a pasar. Esta colección de otoño la creé en tres meses y medio antes de presentarla a finales de julio. Mi estado anímico ya era totalmente distinto y lo que me planteé al hacer este trabajo era saber qué iban a necesitar mis clientas; quería anticiparme a sus necesidades, cuando ya había vacunas y la situación empezaba a mejorar. Así que la colección es poderosa, pero a la vez íntima, privada, menos severa. Y es por lo que parte de la colección recoge la intensidad de la anterior, pero presentada de una manera diferente. Me he centrado en el preciosismo de los bordados. Schiaparelli influyó en muchos diseñadores: Mugler, Lacroix, Saint Laurent... Muchos se inspiraron en Elsa y quería que hubiera algo de todos ellos para homenajearla.
He leído que se inspiró en Cocteau y Matisse. Yo también veo a Picasso, como el modelo que parece uno de sus arlequines.
Si, absolutamente. Es cierto.
Es una colección poética, pero también dramática. ¿Por qué, por el tiempo que vivimos? Dice que quiere anticiparse a las necesidades de su audiencia. ¿Realmente necesitan estos trajes ahora?
Sí, sí. Para mí, sí. Y, de hecho, en la presentación en julio, algunas clientas lloraban de emoción. Otra me dijo: «Es como volver a casa, me recuerda por qué siempre he estado enamorada de la moda». Y esa es la razón por la que yo también llegué a la moda cuando era muy joven: para crear ilusión, para imaginar cosas más hermosas y mejores. Necesitamos recuperar la ilusión. Y esta no es una postura cínica; y tampoco intento parecer cool, creativo... Solo trato de buscar la belleza en tiempos duros. Y el resultado es una colección intensa, bella también para esta era digital, porque cada pieza es muy fotogénica, es única. Y cada look es como un mundo en sí mismo del que se puede contar una historia particular y única.
¿Piensa en clientas particulares cuando diseña las colecciones?
Cuando preparo los dibujos y los enseño en el atelier, son los artesanos quienes me lo dicen: «Esto puede ser para esta clienta o para esa otra...» Muchos de los looks ya han sido vendidos a clientas o a celebrities. La respuesta en ambos casos fue inmediata, poderosa. Las clientas siempre me inspiran, aunque no piense en una en particular cuando trabajo.
¿Cuál es la función de la alta costura hoy?
La función de la costura... Es recordar que la moda hace posible soñar, que tiene el poder de sacarnos de la realidad e inspirar también a la gente joven para tener esperanza.
¿Gente joven? ¿Cree que están los millennials interesados en la costura en tiempos de moda inmediata, de usar y tirar?
Sí, sí, es increíble ver lo activos que son con la casa, están muy conectados. En Instagram, por ejemplo, son superactivos. La costura comunica ideas, no se centra en la comercialidad, no habla de rentabilidad. Es una visión del mundo de hoy, una forma de mostrar la situación global sin presiones comerciales. Y eso interesa también mucho a los más jóvenes.
Creo que la costura es más relevante ahora que en los últimos 10 o 20 años. Quizá sea una percepción errónea...
Yo también lo creo, sí, estoy de acuerdo. Recuerdo cuando Raf Simons hizo la primera colección de costura para Dior. Fue un gran cambio que, sin embargo, no se apreció. Incluso cuando yo empecé dos años atrás, tampoco era tan relevante, como si no necesitaran la pureza creativa, la pureza de la artesanía hecha a mano. Ahora sí, se necesita la moda pura.
¿Cómo ve el futuro de la costura?
Precisamente por la conectividad y la comercialidad global, están surgiendo más clientas que buscan exclusividad. Cuanto más poderoso se vuelve el mundo digital, cuanto mayor es el dominio de las redes sociales en las comunicaciones y relaciones humanas, más necesaria será la exclusividad, la intimidad y la privacidad. Y la costura será más y más relevante.
¿Tiene alguna clienta española?
No sé decirle en este momento...
Probablemente no. Se lo decía porque Schiaparelli tuvo vínculos con España, con artistas españoles como Dalí, y creó una prenda nueva, que hoy sigue igual de vigente, la falda pantalón, para una deportista española.
Sí, además Schiaparelli estuvo en España, creo recordar que en 1938. Era muy amiga de la tercera mujer de Hemingway, Martha Gellhorn, quien lo inspiró para escribir, al final de la guerra, Por quién doblan las campanas. Eran muy amigas, fue a visitarla y la colección de la música de Elsa estuvo inspirada en ese viaje.
Hoy Schiaparelli vuelve a ser la casa más icónica. ¿Por qué cree que está ocurriendo esto? ¿Por acciones concretas, como por ejemplo, vestir a Lady Gaga en la ceremonia presidencial de Joe Biden?
Schiaparelli siempre ha tenido una iconografía muy poderosa.
¿Cómo fue ese proyecto con Lady Gaga?
Gaga quería algo simbólico que reflejara la unidad, y pensé en Picasso, en Matisse y en Cocteau a la hora de empezar con los bocetos. También en la Biblia, en la divina promesa de paz. Cada look que hacemos aquí tiene que ser lo más icónico posible, esa es siempre mi meta.
¿El vestido era también un símbolo de la buena relación histórica entre Francia y Estados Unidos?
No, no. Supongo que lo dice por los colores... El rojo y el azul los elegimos por ser los colores de los dos partidos políticos de Estados Unidos. La intención era la unión de ambos, el fin de la confrontación, era lo bonito que queríamos simbolizar, la idea de coexistencia pacífica, eso es lo hermoso.
«En tiempos duros, la moda es siempre ridícula», dijo Schiaparelli en una ocasión.
Es lo que pensaba ella... La moda realmente no tiene mucho valor en tiempos realmente duros. Es ridículo centrarse en la moda cuando la gente está muriendo, cuando parece que llega el fin del mundo. Pero a la vez, irónicamente, es mas esencial que nunca, porque te permite evadirte de la realidad, porque la gente necesita soñar y salir de la realidad cuando más difícil es esta.
¿Una forma de mantener la esperanza?
Absolutamente, necesitamos esperanza para vivir, para seguir adelante con cualquier cosa.
Ella trabajó toda su vida contra las convenciones estéticas. ¿Cómo se rompen hoy desde la moda? ¿Y cómo puede ayudar a la igualdad?
La moda es un espejo, un reflejo de la sociedad. La buena moda es un fiel reflejo de la realidad, de la cultura contemporánea de cada lugar y cada época. Para Elsa no era necesario ser bella, pero sí ser única, auténtica. No es una casa fundada en la belleza, es una casa fundada en las ideas; y las ideas son muy elásticas. La feminidad, la masculinidad, el género, la buena moda debería saber vestir cualquier característica y necesidad de la vida.
¿Pero está ayudando la moda? Parece que en ocasiones sexualiza y cosifica a la mujer...
El factor clave está en la libertad, en que cada mujer pueda ejercer el control y decidir lo que quiere. Da igual si es mamá en casa o si es una superestrella. La meta es que cada mujer cree su iconografía; la elección es una meta personal... Si quieres ser una mujer trofeo y vestir como una mujer trofeo, pues de acuerdo. Pero tiene que decidirlo cada persona, cada mujer, sin presiones.
¿La industria de la moda se preocupa realmente por la inclusión y la diversidad?
[Risas]. La industria de la moda, desafortunadamente, a veces puede ser una gran farsante. Pero, a la vez, la diversidad está llegando, estamos avanzando mucho. La moda es a veces una porquería.
¿Como se siente un americano en París?
Me siento bien, comprometido con mi trabajo. Es muy diferente a Nueva York, culturalmente son dos mundos radicalmente distintos.
¿Adaptado?
En proceso [Risas]. La vida está yendo mejor de lo que podía imaginar...
¿Cómo lo vive su familia desde Texas? ¿Sorprendidos de su éxito?
No, no están sorprendidos, pero sí están muy orgullosos. Ya sabían de mi potencial y de mi entrega.
20 de enero-18 de febrero
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