Descifrando a las criptopersonas: viven en Twitter, tienen su propio lenguaje y aspiran a hacer fortuna

Habitan en Twitter, manejan un lenguaje propio y todos aspiran a lo mismo: hacer fortuna gracias a las criptomonedas. Los inversores en divisas digitales han convertido su pasión por todo lo «cripto» en un estilo de vida.

Cuando en septiembre de 2014 se instaló el primer cajero de bitcoins de España, en un centro comercial de la madrileña calle Serrano, solo unos pocos sabían (o habían oído hablar) de las criptomonedas. Y la noticia se quedó en mera anécdota. En realidad, el concepto había nacido solo cinco años antes. Lo acuñó Satoshi Nakamoto, el pseudónimo de la persona todavía anónima (y a estas alturas multimillonaria) que describió un sistema de pagos P2P que bautizó como bitcoin, publicó el primer software para gestionar la nueva divisa y dio a luz él solito a una nueva realidad financiera que muchos consideran el futuro de la economía. Eso, evidentemente, ha cambiado. Ahora, rige un nuevo paradigma. Las divisas digitales, que usan métodos criptográficos para garantizar su seguridad, están basadas en la tecnología blockchain y no dependen de ningún organismo regulador, son ahora tan omnipresentes como omnipotentes en la cultura financiera. Y precisamente por eso, ya ni si quiera se pueden considerar un fenómeno.

«Ni es algo pasajero ni es una especie de fiebre. Al contrario. Es un nuevo tipo de activo, algunos de ellos son incluso instrumentos financieros, que ha llegado para convivir con el mercado tradicional. Tampoco se está desinflando, todo lo contrario: la adopción está creciendo, pero ahora de forma más progresiva. Y eso es bueno. Significa que no está dominando la ansiedad ni la especulación pura y dura», explica Cristina Carrascosa, abogada especializada en criptomonedas y una de las expertas españolas más influyentes.

Pero, además, el ecosistema de las divisas digitales ha dado lugar a un universo paralelo que va más allá de la inversión pura y dura, y que se ha convertido en una forma de entender la vida contemporánea, con sus propios códigos, espacios de interacción y gurús de cabecera. Para empezar, manejan un lenguaje propio: a menudo acrónimos anglosajones que esconden algún tipo de broma interna solo inteligible para usuarios avanzados. Tienen nombres para todo: desde los DAO (cooperativas digitales de inversores), las moon (criptomonedas emergentes que despuntan como la Luna creciente), los nocoiner o normies (los escépticos de las criptomonedas) o las whales (que en castellano quiere decir ballenas), esas personas u organizaciones que acumulan un gran número de un determinado tipo de divisa digital.

«En España, el perfil de los inversores en criptomonedas es bastante diverso: son personas con inquietudes, tanto financieras como políticas y sociales, y de una horquilla muy amplia de edad. Pero es cierto que es un mundo muy masculino: casi todo son hombres», explica Carrascosa. En Estados Unidos, hay quien incluso hace distinciones ideológicas entre los inversores de bitcoin (más liberales) y los de etherum (más a la izquierda del partido demócrata y el preferido de los multimillonarios), algo que según Carrascosa no tiene traducción (ni sentido) en nuestro país.

En su blog, Carrascosa, probablemente la mayor criptoinfluencer española, ofrece una lista de recursos para quienes quieren asomarse a este universo por primera vez. Desde libros para entender mejor en qué consiste la tecnología blockchain o las tripas de los algoritmos detrás de bitcoin y ethereum (Bitcoin for Beginners y The Internet of Money de Andreas Antonopoulos o The Sovereign Individual de Dale Davidson) hasta biblias de la inversión en divisas digitales, como Cryptoassets de Chris Burnsiske.

Matt Damon se ha convertido en la imagen pública de la aplicación de trading crypto. com

Pero también podcasts imprescindibles (como Lunaticoin, What Bitcoin did o Token Economy), newsletters de referencia, como Crypto Long & Shor't o The Block, y nombres propios como el de la ex product manager del gigante Coinbase Linda Xie, convertida en una referencia del sector. Todo lo que se cuece en el universo cripto se cuece en Twitter. También es donde Elon Musk especula con su wallet (cartera de inversiones digitales en la jerga especializada), pero también con el de todos los demás. «Es verdad que en Twitter y en Discord es donde toda la comunidad cripto comenta, habla y debate, por lo que es bueno utilizarlos si se quiere estar al día. Pero como todo, si no se filtra bien, puede generar demasiado ruido», explica Carrascosa. Discord, una app de mensajería instantánea muy popular entre los gamers, se ha convertido en otro foro de referencia donde los usuarios se manejan en el anonimato.

Y ahí es también donde nacen, crecen y se reproducen los influencers del universo cripto, como los gurús Andreas Antonopoulos (@aantonop) y Nic Carter (@nic__cartre), el divulgador Dan Hedl (@danhedl) o el trader y analista Sam Trabucco (@AlamedaTrabucco), a los que cientos de miles de usuarios siguen en busca del último consejo para invertir en la última cripto de moda. En Twitter, los perfiles están tan encriptados como las propias divisas. Los fans de ethereum, por ejemplo, lo dejan claro en su bio (eth.), y hasta los emojis tienen su significado: un rayo para los devotos de bitcoin; unas manos con un diamante para quienes no quieren vender sus criptodivisas aunque su valor se esté desplomando.

La omnipresencia de las criptomonedas en la conversación contemporánea ha hecho que hasta los outsiders quieran un pedazo del pastel. Mientras Soare, la empresa de intercambio de cromos deportivos NFT usando criptomonedas creada por el futbolista Gerard Piqué, ha alcanzado una valoración de 3.800 millones de dólares, Matt Damon se ha convertido en la imagen pública de la aplicación de trading crypto. com. Su último anuncio, una mina de memes que hace poco por combatir los estereotipos distópicos asociados a la cultura cripto termina con un eslogan atribuido al poeta romano Virgilio que resume a la perfección el espíritu de las cripto-personas y su forma de ver la vida: «La fortuna sonríe a los audaces».