Hablamos con Elísabet Benavent de su éxito y de su nueva novela, «La comedia romántica arrastra una connotación de baja cultura, pero me da completamente igual»

Ser una escritora superventas, adorada por millones de lectores pero minusvalorada por la crítica elitista, le ha cambiado la vida. Aunque ella está segura de que corregiría ni una coma de la suya, en su última novela, se pregunta: «¿Y si...?».

¿No sabes qué leer? Te traemos esta selección de libros recomendados, novedades literarias que enganchan, enseñan y emocionan a partes iguales, pincha en la imágen./D.r.

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Marita Alonso
Marita Alonso

Podría resultar paradójico hablar de cifras cuando nos adentramos en el mundo de las letras, pero para comprender el fenómeno Elísabet Benavent , es necesario echar cuentas. Animada por unos amigos, una entonces infeliz secretaria decidió autopublicarse en Amazon, donde lideró los ránkings de ventas y atrajo el interés del universo literario. En 2013 publicó la primera entrega de la saga Valeria, que cambió el curso de su carrera y de la escena literaria. Casi 10 años después, 22 novelas, más de 3.500.000 de ejemplares vendidos y récords de audiencia con Valeria, la serie de Netflix estrenada en más de 190 países, nos obligan a sacar la calculadora (¡incluso el Excel!) para hablar de Elísabet Benavent (Gandía, 1984).

Con su última novela, Todas esas cosas que te diré mañana (Suma), celebra una década de carrera literaria y un inmenso éxito que cierto sector de la crítica mira por encima del hombro. «Hay géneros denostados, y tradicionalmente son los femeninos. La comedia romántica arrastra una connotación de baja cultura, pero me da completamente igual. Hay mucho señoro que te mira con cierta superioridad y, al hacerlo, menosprecia al lector, que es el que manda», describe con convicción.

Elísabet Benavent

«Los libros no tienen género y creo que, al hablar de prejuicios, estos dicen más del que lo tiene que del objeto de ellos. Es un grillete que nos impide abrazar cosas que quizás nos harían más felices, como dejar que los demás hagan lo que les da la gana. Dejémonos de estar pendientes de lo que los otros hacen y centrémonos en intentar ser nuestra mejor versión». Benavent confiesa que, aunque en la ficción literaria siempre se puedan soltar frases que en la vida real resultarían ridículas, prefiere que sus escritos se caractericen por la naturalidad y espontaneidad que han enamorado a sus lectores.

Y recalca de nuevo que la intención de no abusar de cultismos ni de reflexiones interminables es que se debe al soberano lector, no a esa alta cultura que tilda a sus libros de placeres culpables, un término que considera limitante y repleto de prejuicios. Feminismo, sororidad, sexo, humor y referencias musicales son algunos de los elementos que componen el universo Benavent, en el que no tienen cabida la toxicidad. «No soy amiga del drama en las relaciones: lo considero una red flag», comenta la autora, que como productora ejecutiva de la serie Valeria, labor que lleva a cabo desde la segunda temporada, se ve obligada a revisar sus escritos del pasado más de lo que le gustaría.

Escena de la seria Valeria de Netflix.

«Hay veces en los que se me ponen los pelos como escarpias y me preguntó en qué momento escribí algo así... ¡Pero es que lo hice con 24 años! Alguna vez pequé de naif; en otros momentos seguí construyendo ciertas imágenes del imaginario común que no son positivas para nosotras, porque tenía arraigada la imagen de cómo tenían que ser las cosas y aún no me las había cuestionado... Pero no hay que avergonzarse». Habituada a desenvolverse en un género que domina a la perfección, con su última novela quiso ponerse las cosas difíciles al atreverse con una historia de amor que coquetea con la ciencia ficción.

Su protagonista, Miranda, viaja por el tiempo tras una dolorosa ruptura, convirtiéndose así en una especie de Carrie Bradshaw (no hemos comentado aún que es la subdirectora de una revista de moda, ¿verdad?), que cada mañana se despierta en un año diferente. Precisamente la nueva temporada de la serie Russian doll convierte a su protagonista en una viajera del tiempo, pero la diferencia radica en que mientras que el personaje de Netflix asegura ser «una prisionera del tiempo», la protagonista del libro de Benavent aprovecha la oportunidad para plantearse una cuestión universal: ¿qué haría si tuviera la oportunidad de cambiar lo que ya ha vivido?

Libro Elísabet Benavent

«Esa pregunta forma parte de un proceso de duelo. Yo me enquisto al intentar entender las cosas cuando quiero superarlas, pero tenemos que saber que estamos en el punto en el que estamos por lo que hemos dicho o hecho, aunque sea algo nimio. Yo hoy cambiaría pocas cosas, detalles tan absurdos como haber elegido otro destino para mis vacaciones, por ejemplo. Son las grandes decisiones, erróneas o no, las que me han traído aquí, y estoy contenta donde estoy».

Otra pregunta vital del libro es dónde van a parar todas las cosas que íbamos a ser y cómo vamos dejando morir nuestras propias versiones por el camino. «Supongo que no van a ninguna parte, porque nunca existieron. No hay nada más maligno que un «y si», la carcoma que te despierta en medio de la noche», dice lanzando, sin darse cuenta, una frase digna de libreta. Todas esas cosas que te diré mañana, en su constante revisión del pasado, habla del magnetismo del recuerdo como una jaula del pasado.

«Creo que no solo recordamos con facilidad lo bueno. Cuando revisitamos la historia, la reescribimos y terminamos por creer que la versión original fue tan feliz. Por eso los recuerdos pueden llegar a ser engañosos», sentencia. Inmersa en la tercera temporada de Valeria, este año estrenará la adaptación de otra de sus novelas, Un cuento perfecto. Resulta imposible leer su nueva novela sin escuchar de fondo el murmullo de Netflix, y, aunque asegura que no tiene planes concretos para llevar a la pantalla este nuevo libro, reconoce que el tono cinematográfico de sus escritos proviene de sus estudios en Comunicación Audiovisual y del alma peliculera que todos tenemos al narrar nuestras historias.

«Supongo que el consumo de series, la forma en la que se articula el discurso en redes sociales y en las películas hacen mella en cómo uno construye sus narraciones. Busco que el ritmo sea vivo y que recuerde mucho a cuando una amiga te cuenta algo. Somos grandes showrunners y guionistas de nuestra propia vida, y contamos nuestras aventuras a nuestras amigas con la precisión del guión cinematográfico», reconoce. Aunque en las novelas originales los personajes se comunican a base de mensajes de móvil (Valeria es conocida, en la versión televisiva, por sus interminables audios), no se plantea reeditar los libros para actualizarlos.

En su guion de vida, los planes de hijos no tienen cabida y expresar ese deseo sigue siendo motivo de controversia. «Hay opiniones para todos los gustos, y precisamente lo que sobra es la opinión. Tengo mis razones para no ser madre y, aunque no considero que sean compartibles, la principal es muy clara: no me apetece. Tendríamos que cultivar la sororidad de manera estable y enseñar hacia dónde queremos ir».

Tras parir 22 libros y un número incontable de personajes, incluso crear un universo que lleva su apellido, se enorgullece de tener una fiel comunidad abierta al diálogo y se ríe de la seriedad con la que sus haters se toman su trabajo. «Afortunadamente, tengo tolerancia cero a la mala baba y el dedo rápido a la hora de bloquear».

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