Esta película es como comerse un 'macaron', ese precioso bocado de la pastelería francesa que nos produce un placer inmediato con un valor nutricional cero. Para las amantes del dulce, ningún problema: quién necesita nutrientes cuando puede sumergirse en tanta delicia tan bella. Eso mismo concluyen los fans de Wes Anderson ante 'La Crónica Francesa, probablemente el ejercicio estético más refinado y minucioso que ha realizado el director de 'Los Tenenbaums' (2001) u 'Hotel Budapest' (2014). Cada fotograma es un gozo para la mirada, porque cada objeto, cada personaje, cada movimiento responde al plan de la belleza. Y hablando de belleza, atención al reparto: Thimothée Chalamet, Léa Seydoux, Tilda Swinton, Frances McDormand, Saoirse Ronan,Adrian Brody, Elisabeth Moss… Una locura.
'La Crónica Francesa' es el homenaje que Wes Anderson le tributa al periodismo de revista del siglo XX, una especie en peligro de extinción que abandera con éxito 'The New Yorker', la sofisticada publicación que le inspira. La película cuenta la historia y preparación del número final de 'La Crónica Francesa del Liberty, Kansas Evening Sun', revista realizada por expatriados americanos en una imaginaria ciudad francesa de provincias llamada Ennui-sur-Blasé. Su director, interpretado por Bill Murray, actor fetiche de Anderson, está libremente basado en Harold Ross, el mítico fundador de 'The New Yorker'.
A través de tres historias encadenadas a la manera de capítulos, vamos conociendo a los reporteros de 'La Crónica Francesa del Liberty, Kansas Evening Sun': su columnista de viajes Herbsaint Sazerac (Owen Wilson), la corresponsal de arte J.K.L.Berensen (Tilda Swinton) o la ensayista Lucinda Krementz (Frances McDormand). Importa poco si algún relato resulta más endeble que el otro, porque el espectáculo visual que Anderson ofrece compensa con creces, no solo en su esteticismo vintage sino en su estilo cinematográfico lleno de trucos: barridos, travellings, planos cenitales, maquetas, metraje en blanco y negro, animaciones analógicas… Un mundo precioso y preciosista en el que sería una delicia vivir.