Machine Gun Kelly con Megan Fox /
Existen dos recetas secretas: la de la Coca Cola y la de la fama . La última puede alcanzarse a través de la cocción a fuego lento o mediante preparados instantáneos, que son los que hoy nos ocupan. En plena primavera, ya podemos decir quién es la celebridad revelación de 2022: Julia Fox. Su fugaz y mediática relación con Ye (el rapero antes conocido como Kanye West) hizo que se convirtiera en una estrella instantánea de la noche a la mañana. Pero lo realmente reseñable no es su fama de efecto resaca, sino que sigamos hablando de ella tras haber roto con el músico, ex de Kim Kardashian .
Consciente de lo volátil que es la popularidad en un mundo que avanza, en todos los sentidos, con exceso de velocidad, Julia Fox no rechaza ninguna invitación, ha cambiado la forma en la que nos maquillamos (desde Chiara Ferragni hasta la pasarela de Versace han apostado por su singular sombra de ojos de estética distópica) y protagoniza editoriales de moda e incluso vídeos de DIY destinados a capturar la fama todo lo posible. «Es divertido tener toda esta atención, pero me importa un bledo. Que la gente vea mi película y que lea mi libro: eso es lo que realmente valoro», ha dicho.
Fox no ha dudado en hacer un podcast con Anna Delvey, otra experta en el éxito de receta rápida. Ambas frecuentaban los mismos círculos y han alcanzado la fama en el mismo momento, aunque por motivos diferentes. Julia, por su fast romance. Anna, convertida en una de las mujeres del momento, a causa de ¿Quién es Anna?, la serie de Netflix basada en las estafas reales que, presentándose como rica heredera alemana, cometió contra bancos, hoteles y millonarios en Nueva York, entre 2013 y 2017. Delvey (que en realidad se llama Sorokin) le ha asegurado a Fox que no quería ser famosa, sino triunfar.
Pero en un mundo obsesionado con la fama, es innegable que la popularidad es para muchos el epítome del éxito. «Todo se convierte en pasado con la rapidez con la que desaparece un story de Instagram. Imágenes que se pierden en el olvido. El futuro no existe, solo el presente. Y brillar en el momento presente es lo único que importa», explica el experto en cultura pop Popy Blasco, autor de Cine crush (Dos Bigotes). La presidenta del canal de televisión estadounidense Freeform, Tara Duncan, cree que en 2032 la industria no sabrá adivinar quién será la siguiente celebridad, sino que la audiencia elegirá con qué personajes conecta.
Por eso, los neo famosos no tendrán que esforzarse por enamorar a un gran público, sino que habrá un sinfín de mini fenómenos que atraerán a audiencias reducidas de fans fervientes. De ahí que ahora triunfen compañías como Patreon, que permiten a los fans costear las carreras de youtubers, cantantes y podcasters. Mientras hay famosos que, tras tomar la vía rápida que las relaciones con celebridades habilitan, disfrutan del interés que suscitan sin necesidad de recordarle al mundo por qué fueron populares en un primer momento, otros aprovechan ese empuje para afianzar sus carreras.
Desde Tommy Lee, que gracias a Pamela Anderson logró que el batería de su grupo fuera más conocido que el cantante, no habíamos asistido a un interés similar hasta que Travis Barker, de la banda de pop punk Blink-182, se ha convertido en clásico de la prensa rosa por su relación con Kourtney Kardashian. Gracias a ella ha actuado en los Grammy con H.E.R. y Lenny Kravitz, y le ha gustado tanto ser perseguido por los paparazzi que forma parte de Las Kardashians (Disney+). Otro músico, Machine Gun Kelly, merced a su romance con Megan Fox, ha desfilado y actuado para Dolce & Gabbana, sin olvidarnos de que Kourtney y Megan han sacado provecho de su renovado interés mediático posando juntas en una campaña de Skims, la marca de Kim Kardashian.
«Kim sabía que el reality era un peaje para poder ser la mujer emprendedora que es. Una vez eres famoso, ahora es más factible multiplicar la fama, pero trituramos tanto a los personajes que no podemos asimilarlos. Antes, para ver la casa de una celebridad, tenías que esperar al MTV cribs, pero en la actualidad en Instagram sabes hasta dónde compran los muebles», explica Nando Escribano, presentador de televisión y experto en celebridades.
Él asegura que quizá uno de los primeros casos de este tipo de fama fuera el de Monica Lewinsky: «Ella siempre ha declarado que, de la noche a la mañana, se encontró con que todo el mundo sabía su nombre y parte de su historia». A su juicio, en la actualidad, la televisión en España se ha aficionado a apostar por la vía rápida de la fama: «Quienes saben manejar los hilos, sacan provecho. ¿Acaso no es Omar Montes, conocido por haber salido con la hija de Isabel Pantoja, uno de los artistas más escuchados de Spotify? La globalización, las redes sociales y la cantidad de portales con los que multiplicar la popularidad hacen que sea más fácil saltarse pasos, pero tienen que saber mantenerse. La fama es un tren a toda velocidad: si consiguen cogerlo y subirse, es maravilloso. Pero para conseguir permanecer a esa velocidad, o se lo trabajan o salen disparados en cualquier momento», reconoce.
Los que le echan en cara a Julia Fox o incluso a Georgina Rodríguez estar hambrientas de fama no deberían olvidar que eso era lo que también se decía de Kim Kardashian, a la que posiblemente ahora le sorprendan los atajos de la fama. Sin embargo, para que un nombre suene siempre, y no solo durante unos meses, se necesita algo más que apetito. Como ella dijo con ironía al ser portada de Forbes, «No está mal para una chica sin talento alguno».
El clásico «la fama cuesta» está pasado de moda, porque cada vez es más sencillo conseguirla: lo verdaderamente complicado es mantenerla. Como señala Ellis Cashmore en Kardashian Kulture (Emerald Publishing), ser conocido es en realidad una relación social. «Lo que determina la fama no son los logros ni tan siquiera quien los alcanza, sino la gente que los reconoce. La fama tiene más que ver con atribuciones que con los progresos». Es decir: en realidad, depende de nosotros, y eso es tan poderoso (o más) que ser famoso... ¿no?