Una mesa de comedor en una casa familiar de Iowa no es la clase de escenario en el que Hollywood suele arrancar una historia de intrigas, filtraciones, poder e intereses financieros, pero esta empieza así. A principios de la pandemia, Frances Haugen (Iowa City, 1984) decidió dejar su apartamento en San Francisco para instalarse en la casa de sus padres en el Medio Oeste americano. En aquellas cenas familiares, empezó a transmitirles su preocupación por el tipo de información a la que tenía acceso como trabajadora de Facebook . «Mis padres son dos personas muy formadas, leídas y curiosas. Poder hablar con ellos me ayudó mucho», explica desde Puerto Rico, donde reside ahora.
Convertida en su confesora, su madre, una antigua profesora y ahora pastora anglicana, le ayudó a poner su plan en marcha. «Guardar secretos puede tener un gran impacto en tu vida porque, emocionalmente, es agotador. Yo no tuve que hacerlo sola». Se refiere, claro, a los Facebook Files, la filtración, en otoño de 2021, de miles de documentos en los que la compañía reconocía el impacto de sus redes sociales en la salud mental de los jóvenes, pero también las fallas de seguridad relacionadas con contenidos conectados con el tráfico de personas, la desinformación sobre vacunas o los cárteles de la droga.
Haugen, que en junio participará en el summit organizado por Vocento Santander WomenNOW , había llegado a Facebook en 2019 para trabajar en el equipo de Desinformación Cívica de la compañía. Tenía un currículum impresionante: ingeniera electrónica e informática, con un máster en Harvard y especialista en gestión de productos algorítmicos, había pasado por compañías como Google, Yelp o Pinterest. Pero también una razón muy personal para aceptar el trabajo. «Estuve muy enferma, tan débil que durante una época tenía que utilizar un andador», explica. Habla de la enfermedad celíaca que padece y por cuyas complicaciones debilitantes tuvo que contratar a uno de sus amigos como su asistente personal.
Durante aquella convivencia, Haugen asistió a la radicalización online de su amigo. «Era una persona inteligente, culta y curiosa y, aún así, cayó en esa espiral. Son contenidos diseñados para provocar una respuesta emocional y cualquiera pueda caer en la trampa. Todos somos vulnerables». No era, sin embargo, su única motivación. «Llegué a Facebook para trabajar en la prevención de la violencia étnica en países como Etiopía. Hasta entonces, nunca había pensado que las redes sociales pudieran matar a personas, pero poco después de llegar hubo un evento con muchísimas víctimas en Myanmar». Fue la primera señal de alarma. Luego, hubo muchas más.
Haugen no era la única empleada de la compañía que había denunciado irregularidades, pero su filtración adquirió una dimensión diferente. Sobre todo, después de su demoledor testimonio ante el Congreso de Estados Unidos. «Los dirigentes de la compañía saben cómo hacer que Facebook e Instagram sean más seguros, pero no harán los cambios necesarios porque han antepuesto sus beneficios astronómicos a las personas», dijo en octubre de 2021.
Desde que los documentos se hicieron públicos, 41 estados de Estados Unidos se han querellado contra Meta por mentir sobre el impacto de sus plataformas en los más jóvenes y las demandas colectivas de familiares de víctimas de trastornos de la alimentación o suicidios se acumulan sobre la mesa de la compañía. «Me siento afortunada de haber jugado un pequeño papel que espero que haya salvado la vida de algunos niños», explica.
«En su lecho de muerte, las personas suelen arrepentirse de las cosas que no hicieron, no de las que hicieron. En realidad, fue una decisión muy sencilla: sentí que Facebook me había robado el futuro porque tenía la certeza de que, en 20 años, no sería capaz de dormir por las noches. Me di cuenta de que no tenía otra opción porque, de otro modo, terminaría siendo cómplice», dice para ilustrar cómo tomó la decisión.
Aunque la filtración al Wall Street Journal la hizo bajo un pseudónimo, en octubre de 2021 decidió finalmente dar la cara en el programa de televisión 60 minutes. « No quería hacer pública mi identidad, pero estoy agradecida a mis abogados por convencerme de que lo hiciera. Su razonamiento era que, si permanecía en la sombra, Facebook podría fabricar una imagen poco favorable de mí. Si, en cambio, denunciaba, el público podría protegerme», resume.
Y, efectivamente, así fue. La reacción general fue abrumadoramente positiva. Ni siquiera Facebook reaccionó con demasiada hostilidad hacia ella. Haugen bromea diciendo que, para Meta, ella es como Voldemort: el-que-no-debe-ser-nombrado. «Sólo recibí unos cuantos tuits negativos, pero ninguna amenaza de muerte. Si en vez de trabajar para Facebook lo hubiera hecho para Twitter, hubiera sido diferente. Los fans de Elon Musk son muy intensos. Mark Zuckerberg, en cambio, ha abusado tanto de su relación con el público que hay muchísima hostilidad contra él y Facebook. Me he sentido muy apoyada desde que salí a la palestra», confiesa.
Al día siguiente, las acciones de la compañía se desplomaron. ¿Lo esperaba? «Sí, ya había pasado antes. Facebook tiene un stock muy volátil y esa debería ser una señal de alarma. Tiene que ver con su falta de transparencia». Poco después, la compañía pasó a llamarse Meta, en una operación para mitigar la onda expansiva del escándalo provocado por la filtración.
Haugen siempre ha señalado a Zuckerberg como el responsable último de todos los pecados de Facebook. « Es el líder unilateral de la compañía. En los documentos se ve claramente que tiene la mano en el volante. Hubo ocasiones en las que trabajadores y ejecutivos senior le advirtieron de que había que gastar más en seguridad y la persona que bloqueaba esas decisiones siempre era Mark», desvela.
La activista denuncia que su gestión y liderazgo no tienen diques dentro de la compañía. «Facebook es su identidad. Es el CEO desde los 19 años. En el mundo de las adicciones, suele decirse que la edad a la que te enganchas es la edad en la que te quedas estancado. Si empiezas a beber a los 17 y alcanzas la sobriedad a los 35, seguirás actuando como alguien de 17. En su caso, la droga es el poder. Está rodeado de gente que le hace sentir seguro, pero no hay un sistema de control sobre su gestión. Eso le ha aislado. Y le hace daño a él, pero también a nosotros».
En enero, durante una comparecencia ante el Senado, Zuckerberg pidió perdón a las familias de víctimas de suicidio adolescente o de explotación sexual infantil que abarrotaban la sala. « Parecía asustado. Hay que entender el tipo de vida que ha construido para sí mismo: vive en un enorme complejo en Hawái en el que no tiene que ver a nadie y tuvo que comprar todas las casas colindantes a la suya en Palo Alto...», apunta sobre su aislamiento.
A Haugen le preocupan las elecciones presidenciales en Estados Unidos. «La desinformación ya no es tu tío el excéntrico compartiendo teorías de la conspiración, sino las llamadas operaciones de información, conducidas por gente en otros países librando una guerra que puede superar las defensas de la moderación de contenidos. Y lo único que nos mantiene seguros es gente sentada delante del teclado del ordenador buscando esas redes. El problema es que ese tipo de departamentos de seguridad han sido destripados en muchas compañías».
Pese a todo, es optimista. Por varias razones. Para empezar, la historia contemporánea, que estudió en la universidad. «Una de las cosas más fascinantes de la historia del siglo XX es que cosas aparentemente imposibles ocurren una y otra vez. Por ejemplo, el fin del apartheid. Por eso, soy optimista. No estamos en el camino correcto todavía, pero hemos empezado a cambiar su orientación. Me alegra que la gente haya atendido».
Experta en algoritmos, la activista ve en la inteligencia artificial tantas amenazas como oportunidades. «No necesitamos que la IA se despierte un día y nos elimine, sólo hace falta que sea buena mintiéndonos para enfrentarnos entre nosotros. Por un lado, es un peligro y por otro, tiene un enorme potencial». Por ejemplo, para hacer de las redes sociales espacios más seguros. «Parte de mi trabajo en Facebook era identificar cuentas falsas. No hablamos de personas normales que se relacionan con otras, sino de gente que actúa de manera misteriosa. La IA tiene capacidad para identificarlos», reflexiona.
Está convencida de que otras redes sociales son posibles y habla de un uso de las plataformas que recuerda al espíritu de interacción online de hace casi dos décadas. Una especie de regreso al pasado de Internet. «Ahora, las redes sociales están basadas en maximizar el tiempo que pasamos en ellas para que veamos el mayor número de anuncios posible y que eso genere más ingresos para estas compañías. Pero en lugar de llenar tu tiempo, podrían maximizar las conexiones significativas, las conversaciones profundas, centrarse en unos cuantos amigos con los que interaccionar... Quizá, en el futuro, sólo pasemos 30 minutos al día en ellas, en lugar de las tres horas que invierten los adolescentes ahora», vaticina.
Afirma que volvería a Facebook si la compañía cambiara radicalmente de criterio en los temas que le empujaron a dar un paso al frente. «Volvería o trabajaría en Tiktok si me aceptaran, aunque no creo que lo hicieran. Lo que sí puedo hacer es trabajar en el problema. Mi principal razón para denunciar fue la violencia étnica y, en estos dos años, apenas se ha avanzado en ese asunto. Facebook es Internet para mucha gente vulnerable en el mundo y puede desestabilizar países enteros como Indonesia o Malasia. Todavía vivimos en el mundo que más temía cuando denuncié».
¿Se plantea una carrera política? «Si pudiera presentarme a unas elecciones desde Puerto Rico, ¿por qué no? Pero vivo junto al mar, tengo una vida que me gusta y, aunque siento vocación de servicio público, dudo que vaya a dedicarme a la política». Poco después de la filtración, Haugen se mudó a la isla caribeña, cuyo clima cálido le ayuda a gestionar las complicaciones derivadas de la enfermedad autoinmune que padece.
Desde allí, sigue siendo una referencia para cualquier que tenga acceso a secretos inconfesables y se plantee tomar la arriesgada decisión de convertirse en una garganta profunda. ¿Qué consejo le daría a alguien en esa situación? «Busca una persona, una sola, en la que puedas confiar profundamente. Durante un tiempo, vas a tener que llevar una doble vida y tener alguien con quien hablar es fundamental para mantenerse cuerdo. No tienes que hacerlo solo».
20 de enero-18 de febrero
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