Hotel, dulce hotel El exjinete olímpico Kike Sarasola Marulanda (Madrid, 1963), fundador y presidente de la cadena hotelera Room Mate, importó el concepto rooftop cuando los techos ajardinados eran un exotismo neoyorquino. Hoy su fórmula viste los tejados de media España y parte del extranjero. Tras 16 años en la brecha, y después de superar todas las crisis habidas y por haber, dirige un grupo internacional formado por 28 hoteles y siete edificios de apartamentos vacacionales. Y qué mejor lugar para citarnos con él que una terraza-jardín, la del hotel Room Mate Macarena, en la Gran Vía madrileña, uno de los más recientes de su catálogo.
Se lo he dedicado a mi amiga Macarena Rey, CEO de Shine Iberia, la productora de Masterchef. El hotel fue de su abuelo y su padre cuando albergaba los cines Rex, explica el empresario. Sarasola acaba de llegar de Roma, donde Room Mate ha inaugurado su último hotel, Filippo. Ver el aeropuerto de Barajas lleno de gente ha hecho que se me salten las lágrimas. Aún no me creo que al fin veamos la luz al final del túnel, afirma. Este verano, además, abre sus puertas el Room Mate Olivia en Calviá, Mallorca, el primer hotel de playa de la cadena. A pesar de las buenas noticias, toca hacer balance y recordar un año infernal. La pandemia ha sido la experiencia más dura de mi vida. De nosotros dependen 1.400 familias y durante cinco meses tuvimos caja cero. Todos mis empleados dieron su alma y todos se presentaron voluntarios para trabajar, para ayudar. Los que se merecen una medalla son ellos, mis roomies. Tenemos historias preciosas de los ancianos que acogimos en Madrid, las enfermeras que alojamos en el Room Mate Grace de Nueva York o los bomberos parisinos que descansaron en el hotel Alain Champs Élysées.
El empresario se refiere a la primera decisión que tomó en las primeras semanas de la crisis sanitaria: Ofrecimos nuestros edificios a las autoridades locales de todas las ciudades en las que operamos. Unos los usaron y otros no, pero puedo afirmar orgulloso que 16 de nuestras propiedades sirvieron para ayudar a los demás. Dicen que la solidaridad es contagiosa, y si bien es verdad que nosotros fuimos los primeros, todo el sector turístico se volcó durante la pandemia.
En el fragor de la batalla hubo tiempo para todo, también para situaciones agridulces. Cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dio positivo por coronavirus, se confinó en un apartahotel de Room Mate. Ella y el propio Sarasola zanjaron el asunto cuando explicaron que la factura iría a nombre de la política. Al final, la verdad salió adelante. Se demostró que todo lo que decían era mentira y punto, señala.
Los hoteles Room Mate se producen en serie pero ninguno se parece a otro. Siempre bien ubicados, todos llevan el sello de los interioristas más prestigiosos, como Jaime Beriestain o Tomás Alía. Si de verdad crees que tu negocio puede ser global, tienes que poner la mirada en el extranjero desde el principio, afirma. Y si es con precios razonables, pues mejor que mejor. De hecho, el grupo ha alcanzado un acuerdo con la plataforma de pagos Klarna para permitir a los huéspedes fraccionar su factura: Hay clientes que han podido ahorrar y otros que no. Por eso hemos acordado que puedan pagar en tres plazos y sin intereses.
Inquieto y siempre imaginando nuevas vías y proyectos, reconoce que por cada éxito habré tenido 100 fracasos. Hay una cosa que me enseñó el deporte de alta competición, que el éxito y el fracaso son efímeros. Duran 24 horas. Mi ídolo, Rafa Nadal, gana Roland Garros y al día siguiente empieza en Wimbledon. Por eso no hay que crecerse con los éxitos ni hundirse con los fracasos.
Durante la primera década de este siglo, la azotea del hotel Room Mate Óscar se convirtió en el lugar de moda en un país que apuraba el sueño de la abundancia. Sarasola fue el primer deportista español que reconoció su condición sexual en una entrevista para la revista Zero. Hoy es un padre de familia orgulloso y un marido feliz. Carlos Marrero es su pareja desde hace 28 años, y tienen dos hijos, Aitana y Enrique Junior. Somos una familia como cualquiera y la defenderé a muerte. Tener hijos es lo más bonito del mundo y me arrepiento de no haberlo hecho antes, reconoce.
Antes de bajar de las alturas y pisar la Gran Vía, el empresario se despide con un deseo y una reivindicación: El sector turístico va a devolver la sonrisa al mundo y la alegría de vivir al viajero. No olvidemos que el turismo es la columna vertebral de nuestra economía. Sin turismo no hay taxis, ni teatros, ni cines, ni restaurantes. Tampoco terrazas-jardín donde beber y vivir
20 de enero-18 de febrero
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