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Lee Miller: la modelo que se convirtió en corresponsal de guerra y que Kate Winslet lleva ahora a la gran pantalla

Kate Winslet da vida a la extraordinaria fotógrafa, modelo y artista Lee Miller en el biopic Lee, que acaba de estrenarse en el Festival de Toronto. Esta es la extraordinaria historia de una de las mujeres más fascinantes del siglo XX.

La fotógrafa Lee Miller. / getty

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Lee Miller vivió varias vidas en una sola: fue modelo y aspirante a artista; fotógrafa experimental y corresponsal de guerra; chef consumada y aristócrata; vivió en Nueva York, París, El Cairo y Londres y contaba entre sus amigos o amantes a Picasso , Man Ray o Jean Cocteau. Ahora, Kate Winslet rescata su fascinante historia en Lee, un biopic que protagoniza y produce y que ha devuelto a Lee Miller al foco mediático casi cinco décadas después de su muerte.

Nacida en Nueva York en 1907, tuvo una infancia acomodada, pero traumática: violada por un amigo de la familia cuando solo tenía siete años, la expulsaron de cada colegio al que fue por problemas de conducta. Cuando cumplió 19 años, su padre, un ingeniero aficionado a la fotografía que la utilizaba como modelo en sus retratos, accedió a que viajara a París, donde trabajó en un teatro de Montmartre y estudió diseño, iluminación y vestuario.

Cuando su padre la obligó a regresar a Nueva York, Miller continuó explorando sus inquietudes artísticas estudiando interpretación experimental y pintura. Pero cuando de manera fortuita un editor de Vogue impidió que un coche la arrollara en plena calle, Miller inició una nueva carrera en el mundo de la moda. Su retrato protagonizó la portada de la publicación en 1927 y aunque se convirtió en una de las modelos más cotizadas de la ciudad y posó para todos los grandes fotógrafos de la época, su ambición era estar al otro lado de la cámara.

Musa y amante de Man Ray

Por eso, no tardó en volver a París. Pese a la reticencia inicial del artista Man Ray, que se negaba a aceptar aprendices en su taller, Miller se convirtió en su modelo y colaboradora, pero también en su musa y amante. En París, se movía en el mismo ambiente vanguardista de Picasso o Jean Cocteau y junto a Ray inventó la técnica fotográfica de la solarización. Cuando su relación con el artista surrealista se terminó, volvió a Nueva York y estableció su propio estudio de fotografía comercial, donde realizaba retratos a personajes de la alta sociedad neoyorquina como Elizabeth Arden o Helena Rubisntein mientras protagonizaba exposiciones de sus obras más experimentales.

Pero aquel periodo neoyorquino tampoco duró demasiado. Después de conocer al empresario egipcio Aziz Eloui Bey en una fiesta y de casarse con él en 1934, Miller se mudó a Egipto, donde siguió desarrollándose como fotógrafa. Hasta que conoció al pintor surrealista Roland Penrose en una fiesta en París, se cansó de su vida en el Cairo, se despidió de Bey y volvió a mudarse a Francia.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, ella y Penrose vivían en Londres. Desoyendo a los amigos y familiares que le pidieron que volviera a Estados Unidos, Miller prefirió quedarse y se convirtió en corresponsal de guerra para la revista Vogue. Recorrió Europa fotografiando enfermeras y soldados, documentando batallas, visitando campos de concentración o inmortalizando momentos históricos como la liberación de París.

En los últimos días del conflicto, ella y el fotógrafo americano David E. Scherman visitaron el apartamento abandonado de Hitler en Munich. En el cuarto de baño, Miller se desnudó, dejó sus botas manchadas de barro sobre la alfombra impoluta del líder nazi y se sentó dentro de la bañera. La imagen tomada por Scherman el mismo día en que Hitler se suicidó se convirtió en unas de las fotografías más icónicas del final de la Segunda Guerra Mundial. Después de captar la imagen, Miller se dio un baño y durmió en la cama de Hitler.

De corresponsal de guerra a aristócrata y chef

Cuando el conflicto terminó, Miller regresó a Londres y en 1947 se casó con Penrose y tuvo a su único hijo. Aunque siguió trabajando para Vogue, sus problemas con el alcohol, la depresión y el síndrome de estrés postraumático que le dejó la guerra marcaron sus siguientes años.

Convertida en lady Penrose, después de que su marido fuera nombrado caballero de la corte británica, Miller fue abandonando poco a poco la fotografía para dedicarse a la cocina y especializarse en gastronomía histórica. En los años 60, la granja del condado de Sussex de la pareja se convirtió también en una meca para los artistas de la época como Picasso, Henry Moore o su ex Ray Man. Miller pasó allí sus últimos años y falleció en 1977 a los 70 años de edad.

Después de su muerte, su hijo Anthony descubrió más de 60.000 documentos en el ático de la casa familiar que incluían imágenes, negativos, documentos y diarios de Miller. Poco antes de morir en 1985, su marido le dedicó una biografía que ahora ha servido para inspirar Lee, la cinta dirigida por Ellen Kuras y protagonizada y producida por Kate Winslet que acaba de estrenarse en el Festival de Toronto y que aspira a hacerse un hueco en la carrera hacia los Oscar.

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