En la celda había una luciérnaga es un libro de relatos de una escritora joven, Julia Viejo (Madrid, 1991), que probablemente era mucho más joven cuando escribió alguno de los cuentos del volumen que ahora edita Blackie Books. Y, de hecho, al leerlo pasados los 35 o los 45 la diferenciad de edad salta a la vista. Está en la presencia constante de la figura de los padres y, más aún, de los abuelos; en el retrato de la amistad cuando era peligrosa; en las croquetas de casa, la bufanda de Ravenclaw y un grupo de avistamiento ovni. Entonces, ¿pasan sus historias por una con nostálgica intrascendencia, como el comer una golosina de la adolescencia? Al contrario. Ante la mágica y magnética mirada de Viejo, te preguntas si no te habrás despistado tú entre supuestas honduras de la madurez.
Julia Viejo, escritora y vendedora de libros en una gran superficie, fue la última persona que entrevistó a Carmen Martín Gaite, su escritora favorita y maestra en el arte imposible de convertir lo rutinario en extraordinario. Esa alquimia es absolutamente adictiva una vez se ha logrado alguna vez y Viejo no ceja en su empeño de ponerla en práctica. Lo logra muchas veces de manera extraordinaria, con relatos que son un regalo para los ojos, para los oídos, para la imaginación. Algunos son un regalo precioso en forma de cuento para antes de dormir. La siembra del rayo es uno de los que merece la pena leer en voz alta para mecerle el sueño a una persona querida. Este es uno de sus párrafos.
« Papá nunca vino a la siembra del rayo. No porque se negara, o porque le pareciera una locura, o porque tuviera muchas cosas que hacer, sino porque no estaba invitado. En algún momento, tiempo atrás, él mismo había sido artífice de algunos planes de los tres, como ir al zoo o al parque o a pescar, planes tan vulgares que fueron hundiendo a mamá en el hastío más profundo y la hicieron inventar otros planes nuevos y estimulantes como la siembra del rayo, donde mamá nunca lo quiso como compañero. Así que papá se dejaba caer en el sofá mientras sonaban los primeros truenos y se mordía las mejillas por dentro y se ponía algún concurso en la televisión fingiendo que no le importaban nuestros vaivenes en busca de impermeables. Y se quedaba ahí, como un frigorífico abandonado con comida dentro que se va pudriendo poco a poco».
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?