En los primeros seis meses de 2021, la marchadora María Pérez (Orce, 1996) ha conseguido una medalla de plata en la Copa de Europa de Marcha y tres oros en los campeonatos de España de 20 kilómetros, 35 kilómetros y 10.000 metros marcha. «Ahora empieza lo de verdad», reconocía a Mujerhoy el mismo día que obtenía la triple corona. En otras palabras: la meta de este año está en las Olimpiadas de Tokio. A pesar de los inconvenientes que el aplazamiento supuso para los deportistas de élite, la granadina también ha sacado lecciones de la pandemia. Por ejemplo, valorar el día a día y ser menos estricta consigo misma a la hora de compaginar sus estudios de Educación Infantil en la UCAM y un plan de entrenamiento para el que las próximas semanas serán clave.
A finales de julio, Pérez viajará a la capital japonesa. Desde allí se desplazará a Sapporo, donde tendrá lugar la prueba de marcha. No se celebra hasta el 6 de agosto, pero aprovechará esos días para aclimatarse a la humedad y el calor de la zona, elementos casi tan decisivos como el alto nivel de las atletas asiáticas. «Son las favoritas porque así ha sido a lo largo de la historia, pero si ellas lo hacen, ¿por qué no voy a poder yo también? Nada es imposible y, si vas con miedo, les concedes superioridad», explica Pérez, que ha hecho de la marcha atlética su vida desde los once años, cuando se enamoró de esta durísima disciplina en una excursión del colegio.
No hay una edad para empezar a hacer deporte de competición. No es como cuando en los estudios te dicen que elijas entre ciencias o letras para la universidad, que si optas por ciencias luego no puedes hacer una carrera de letras. Había practicado otros deportes antes de la marcha hasta que, por suerte, encontré algo que se me daba bien, que me ha proporcionado alegrías, me ha hecho recorrer el mundo y me ha permitido conocer a personas increíbles y muy interesantes». Entre ellas, Raquel González y Laura García-Caro, compañeras que también acudirán a Tokio con el equipo español de marcha femenino y que, junto con la granadina, forman un grupo con muy buena sintonía y excelentes resultados: en mayo se proclamaron campeonas de Europa. «He tenido la suerte de coincidir en competiciones inferiores con Laura, que ahora entrena con Raquel. Creo que formamos un equipo muy potente para los Juegos pero, aunque somos amigas fuera de la pista, dentro ya no tanto. En Tokio cada una buscará su éxito, que es para lo que hemos estado trabajando todo este tiempo». La individualidad es consustancial a la marcha atlética. Como explica María Pérez, «cuando en un deporte de equipo algo sale mal, los jugadores se animan y se apoyan entre sí. En los deportes individuales como el atletismo, si la cosa sale mal, te vas a la cama a darle vueltas».
«No son los Juegos que yo hubiera soñado, pero servirán para unir a los países después de la pandemia».
Para evitar esos malos resultados, además del talento natural de los deportistas y su progresión en los entrenamientos, son necesarias las ayudas estatales al deporte. «Esto funciona como la empresa: si inviertes más, tienes más beneficios y, en España, la inversión es la que es. Sería deseable tener más ayudas e incluso llegar a la profesionalización, como sucede con los futbolistas o los jugadores de baloncesto, porque todos nos dejamos la piel por nuestro país», reflexiona la atleta.
Los Juegos Olímpicos son para María «el motivo por el que me levanto todos los días y entreno». Un incentivo tan importante, que lo de menos es que la de este año sea una cita atípica, en la que los atletas no van a poder vivir esta experiencia completamente. «Con los protocolos sanitarios, no vamos a tener contacto con nadie de fuera de nuestra burbuja, ni con deportistas de otros países. Ni siquiera vamos a coincidir en el comedor común de la villa olímpica. Por eso, es verdad que no son los Juegos que yo hubiera soñado, pero estoy igual de ilusionada. Creo que van a ser unas Olimpiadas especiales, que servirán para que los países se unan después de la pandemia».
Viajará a Tokio acompañada de su entrenador, aunque las restricciones por el COVID-19 impedirán que la acompañen en Japón sus amigos y familiares. Una falta de apoyo que lamenta y le provoca algo de pena, pero a la que, a pesar de todo, la atleta ya está más que acostumbrada. «Desde muy joven he tenido que separarme de mi familia. No fue fácil, pero me sirvió para madurar. Los padres tienden a hacernos todo más bonito y el deporte me ha permitido vivir una vida más real, que me ha hecho más disciplinada en todos los sentidos, no solo en lo que se refiere a los entrenamientos o a la competición». En todo caso, la corredora no pierde la esperanza de que esta no sea más que su primera vez y puedan seguirla en directo en los próximos Juegos. «Esperemos que ya esté todo solucionado para París 2024. Además, para llegar allí lo tendrán más fácil: se puede viajar en coche desde Granada», sonríe.