En un mundo obsesionado por agradar, Marieke Lucas Rijneveld logra que sus escritos cautiven dominando el difícil arte de enamorar mediante el desagrado. Con 28 años, el holandés se convirtió en la persona más joven en ganar el prestigioso Booker International en 2020, con su novela debut La inquietud de la noche, donde deja claro que su trabajo no busca el aplauso fácil. La obra tiene tintes autobiográficos, pues al igual que su protagonista, el escritor creció en un ambiente rural extremadamente religioso, junto a una familia partida por la muerte de su hermano.
«A veces me resulta extraño que muchos libros para niños lleven una indicación sobre la e dad adecuada, pero la Biblia no, aunque contiene un montón de historias terroríficas. Esto provocó que me imaginara un Dios castigador, que da y quita, y puede llevarse a tu hermano sin más. Ese fue el origen de muchos miedos. Sin embargo, ahora pienso a menudo que Dios no tiene intenciones tan furibundas, que es la humanidad la que le atribuye esa ira».
Cada frase de su obra obliga a contener la respiración e, incluso, a releer sus palabras, pues lo que su voz encierra es más oscuro de lo que cabría pensar. En su nueva novela esconde una historia de pederastia que empuja al lector a preguntarse hasta qué punto no está siendo engañado. Mi querida favorita (Temas de Hoy), que ha sido comparada con Lolita, se desarrolla en la campiña holandesa, donde un veterinario rural se obsesiona con la hija pequeña de un granjero.
A lo largo de la obra, Marieke repite «fuego de mis entrañas», las famosas palabras con las que comienza el libro de Nabokov. Al igual que él, entremezcla idiomas, coquetea con la culpa e intenta narrar una historia de amor de la que emana la pedofilia. Pero el libro obliga a enfrentarse a la idea de que, incluso tras el monstruo, hay una persona. Marieke Lucas asegura que hasta en la persona más oscura, en algún momento brilló el sol.
«Quería mostrar que el veterinario también es un animal herido. Tiene 49 años, pero no se siente así. Su pasado con su madre ha frenado su desarrollo y anhela el amor adolescente que nunca tuvo. Su sensación es que tiene la misma edad que la favorita. Ambos buscan a alguien que los quiera y los vea de verdad como son. Lo cual no quita que, desde un lado, la cosa sea peor que desde el otro: él abusa de su autoridad, de su conocimiento del mundo y de la falsa seguridad que ofrece», explica.
Lo peliagudo de Mi querida favorita es que, aunque como ocurre en Lolita, la historia está también narrada desde la voz del protagonista, es más fácil darte cuenta de una realidad estremecedora: «Suena raro, pero me convertí en el veterinario. Quería sumergirme en su mente y vivirlo todo con él, porque quería entender por qué llega a ese extremo y por qué la favorita lo permite. Hay quien rehúye el amor prohibido, pero ella revolotea a su alrededor. Y si quería lograr un buen libro, tenía que permitir esa ligereza».
La prosa de Marieke Lucas Rijneveld es un claro reflejo de la educación religiosa que ha recibido, puesto que su familia pertenece a la Iglesia Reformada Protestante neerlandesa, «El lenguaje de la Biblia se ha instalado en mí. Creo que sin mi educación religiosa, quizá nunca me hubiera convertido en escritor. Ha avivado mi amor por el lenguaje. Aunque también podía darme miedo: puedes escribir hacia la luz, pero también hacia la oscuridad». Aunque asegura que no sabe cuál es su relación ahora con la fe, confía en volver a acercarse a ella.
«A veces la distancia permite tener una visión más general y da tiempo para pensar. Ya no tengo la necesidad de creer como lo hacen mis padres, pero aún no he descubierto de qué forma», señala. Sus dos libros comparten la sombra de la religión, el campo como escenario y el despertar sexual como elementos comunes. ¿Se siente preparado para escribir una historia que suceda en la ciudad? «De momento no, porque mi infancia transcurrió en el campo. Hace tiempo que vivo en la ciudad, pero mi corazón sigue estando allí. Lo que sí he decidido es no volver a escribir sobre vacas por ahora».
A la hora de hablar de su f ascinación por la transición entre dos mundos que hacen que una persona se transforme del todo, reconoce que el momento vital en el que se encuentra es clave para comprenderlo. Marieke, nacido mujer, agregó a los 25 años el nombre masculino de Lucas y, hasta finales del año pasado, se identificaba como persona de género no binario: «Tengo la sensación de que puedo ser una especie de persona intermedia, me siento entre chico y chica», decía hace un par de años. Sin embargo, el 1 de enero, en sus redes sociales, subió una imagen junto a los pronombres «He/him».
«Creo que la sexualidad incipiente es la más hermosa y la más interesante, porque todo es posible todavía. Es una etapa en la que lo descubres todo y sigues teniendo libertad para crecer en cualquier dirección. Tal vez yo todavía me encuentro en esta etapa, especialmente en lo que respecta al género. Todavía estoy explorando el mejor modo de convertirme en el chico que ansío ser». El final de esta historia tiene un giro inesperado, pues Rijneveld asegura que el humor es el cuarto elemento común a sus obras. «Es indispensable en un libro. De vez en cuando, entre tanta pesadumbre, tu corazón tiene que dar un brinco».