Marisa Berenson debutó como modelo a los 16 años y acabde de protagonizar una campaña con Zara a sus 74 años. / MICHEL HADDI/CONTOUR / GETTY IMAGES.

Marisa Berenson: «Mi abuela Elsa Schiaparelli escandalizó a su familia y yo, a la mía»

Fue el rostro de los 70, la figura que adoraron fotógrafos, cineastas y escritores. Hoy, desde Marrakech, habla sobre leyendas, fiestas memorables y el arte de no pensar en la edad.

Marisa Berenson arrancó su carrera como actriz con tres películas que son historia del cine: Muerte en Venecia (Luchino Visconti, 1971), Cabaret (Bob Fosse, 1972) y Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975). La National Portrait Gallery de Londres atesora un retrato suyo, realizado por Cecil Beaton durante un baile organizado por los Rothschild en un castillo de París. Yves Saint Laurent la apodó «el rostro de los 70» y los objetivos de Andy Warhol, Richard Avedon y Helmut Newton dejaron constancia de su porte.

Si la dimensión de una leyenda se mide en su trascendencia, la de Marisa Berenson (Nueva York, 1947) es excepcional por calar tanto en la alta cultura como en la popular. Cuando tu abuela es la legendaria diseñadora de moda Elsa Schiaparelli, tu bautizo salió en Vogue USA, Dalí imploró pintarte y Gene Kelly te enseñó a bailar, la lista de nombres importantes de tu vida resulta abrumadora. Desde su refugio en Marrakech, la icónica modelo y actriz reflexiona sobre un legado que está pidiendo a gritos un biopic.

En 1986, en una imagen de la miniserie Pecados. / getty images

Mujerhoy. ¿Cómo lidia con el peso de su propia leyenda?

MARISA BERENSON. Ni me molesta ni me pesa. Cuando pienso en mí misma, me percibo como una persona normal. Es una condición a la que he estado acostumbrada desde niña, porque mi abuela era famosa y me crié alrededor de gente que también lo era.

¿A su abuela le gustaba su estilo?

No cuando era joven, porque yo era muy moderna: vestía minifaldas, pantalones cortos y ropa disparatada, que ella pensaba que no tenía clase. A ella le gustaban Saint Laurent, Balenciaga. Courrèges... Fue un espíritu libre y una de las personas más innovadoras que he conocido, pero desaprobaba que yo saliera de casa medio desnuda. No le gustaba la idea de que su nieta, una chica joven de buena familia, se comportara así. Si lo piensas, es divertido, porque ella escandalizó a su familia y yo, a la mía.

«Nunca le he dado vueltas a mi fama ni me he creído mejor que nadie»

Su habitación estaba llena de pósteres de Rita Hayworth, Marlene Dietrich y Audrey Hepburn. ¿Llegó a conocerlas?

A Audrey Hepburn. Ha sido una de las personas que más me ha inspirado por lo que representaba: su belleza, su carrera, su solidaridad, su elegancia, su humildad y su estilo. A Rita no la conocí, pero sí a su hija. Tampoco a Ava Gardner, pero di vida a Katherine Hepburn en Cazador blanco, corazón negro, junto a Clint Eastwood. Mejor que no nos conociéramos, porque probablemente no le hubiera gustado que yo la interpretara [Risas].

Marisa en Capri, en 1968.

¿Recuerda con qué música le enseñó a bailar Gene Kelly?

Yo tenía seis o siete años. Vivíamos en un chalet en Suiza, donde mis padres solían celebrar una fiesta de Navidad a la que acudía gente famosa. Mi madre siempre quería que actuara delante de los invitados con mi tutú, porque yo quería ser bailarina de ballet. Pero cuando llegaba el momento, me daba mucho reparo, porque era muy tímida. Así que Gene Kelly me tomó en sus brazos, me dio vueltas y empezó a bailar conmigo. No recuerdo la música, pero sí su empatía con aquella chiquilla aterrorizada.

Usted estuvo en la fiesta de Jerry Hall en Studio 54 o la de máscaras de Truman Capote. ¿Cómo debe ser una fiesta hoy para que le impacté?

Una buena fiesta se basa en el anfitrión, la atmósfera y la gente reunida. Las de aquellos días eran más personales, los invitados eran tus amigos, ninguna tenía objetivo comercial. Hoy llegas a un sitio enorme donde no conoces a nadie y en todas se quiere promover algo. Había glamur, la gente era fascinante... Todo eso ha desaparecido. Es otro mundo, uno que no volverá.

«No pienso ni siento mi edad. Me mantengo joven de corazón»

¿La época disco fue tan divertida como parece?

Divertidísima. Lo pasábamos genial. La gente joven era muy libre y todo estaba permitido, no había límites. Hoy ya no hay libertad de expresión ni de acción. Todo es moralizante, políticamente correcto. Vivimos en un mundo lleno de restricciones, que es lo opuesto a lo que viví, donde todo era creatividad. Me siento afortunada de haberlo disfrutado.

También habrá visto cambiar las ciudades donde ha vivido. ¿Lo ha hecho mucho Marrakech?

Aquí siempre ha habido una comunidad de expatriados única en su estilo de vida. Son de todas partes del mundo y de todos los ámbitos sociales. Marrakech siempre ha sido multicultural y han convivido diversas religiones. Ha atravesado periodos de esplendor, pero también ha sufrido guerras. Ahora, ha crecido mucho, pero también puede ser muy privada y me da la opción de encerrarme en mi mundo. Es un sitio amable para vivir en este contexto agresivo, terrorífico y abrumador. Vivir aquí te hace sentir protegida. Y tengo un huerto y un jardín.

Marisa Berenson con Liza Minnelli y Joel Grey, en el estreno de Cabaret, en París, en 1972. / getty images

Hablando de sentirse protegida, en su juventud usted pensó en ingresar en un convento de clausura. ¿Qué hubiera sido de su vida de haberlo hecho?

Hubiera sido una vida de devoción, lo cual no está muy alejado de mi forma de ser. Me gusta aislarme y la sensación espiritual que me brinda quedarme a solas. Así que vivir en Marrakech también es una especie de retiro, donde siento que estoy en un apacible entorno sagrado. Este es un sitio donde regenero mi cuerpo, mi alma y mi mente, donde me hago fuerte para viajar, rodar películas y ver a gente.

La editora de moda Diane Vreeland la animó a debutar como maniquí a los 16 años y su última campaña ha sido para Zara, a los 74. Ha hecho más de 80 películas. Su nombre es sinónimo de sofisticación, talento y hedonismo, pero en su vida también ha habido sombras, como la muerte de su hermana, la fotógrafa Berry Berenson, en uno de los aviones que impactó contra las Torres Gemelas el 11-S.

«Todas las etapas oscuras que una persona atraviesa, con su dolor y su tristeza, te hacen crecer. He aprendido mucho sobre la vida, sobre las personas y sobre mí misma. Y eso me ha convertido en un ser humano mejor, más fuerte y consciente».

Marisa con Andy Warhol, durante la inauguración de la exposición American Women of Art, en el MET de Nueva York, en 1975.

¿Cómo era ser fotografiada por su hermana?

Oh, era maravilloso, Berry era una fotógrafa extraordinaria. Estábamos muy unidas y nos reíamos mucho.

¿Siempre ha mantenido intacto tu interés en la moda?

Absolutamente. De hecho, pienso en desarrollar mi marca. Siempre estoy haciendo algo creativo.

Tras una exitosa carrera como modelo y actriz, Isabella Rossellini empezó un máster en comportamiento animal. ¿Usted desea profundizar en otros campos?

Isabella es fantástica, la adoro. Vive su vida al máximo, sin tener miedo a expresarse, sin envejecer. Espero ser como ella en ese sentido, pero lo que me apetece es escribir un libro con recetas saludables y consejos de jardinería.

¿En qué punto está ese proyecto?

Todavía no he decidido cómo ni con quién hacerlo. Hay muchas cosas que quiero compartir, pero he de encontrar la forma adecuada.

Recientemente protagonizó Romeo y Julieta con la compañía de Kenneth Branagh. ¿Cuál es el secreto para seguir con su carrera?

No pienso ni siento mi edad. Como decía Frank Sinatra, me mantengo joven de corazón. Todavía me maravillo de la vida y no dejo que nada se interponga en mi camino. Obviamente, la edad es un hecho, pero no quiero pensar: «Oh, Dios mío, me estoy haciendo mayor», porque cuanto más lo haces, más lo sientes así.

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