Los japoneses tienen un término que encapsula un fenómeno que caracteriza la cultura laboral japonesa: karoshi. Su traducción exacta es tan espeluznante ( muerte por exceso de trabajo) como peligrosamente cercana. A raíz de la crisis del petróleo de 1973, las estructuras laborales japonesas pusieron en práctica entornos laborales en los que trabajar más de 70 horas semanales comenzó a normalizarse e incluso a distinguir a los exitosos de los fracasados. «Todos podemos a veces parecer cisnes serenos desplazándonos en el agua, pero nuestros pies están remando furiosamente bajo la superficie», sentenció Jane Tranter, cofundadora de la productora británica Bad Wolf, responsable de la serie Industry. La serie fue creada tomando como punto de partida el trágico final de un joven trabajador de un banco de inversiones en Londres, que murió en el baño de la oficina por llevar dos semanas trabajando sin control.
La devoción por el sobretrabajo y la negativa a echar el freno, pese a que el cuerpo y la mente lo reclamen, definen al mártir laboral. Seguro que sabrías decirnos quién es el de tu oficina o el de tu grupo de amigos. Y, en el caso de que seas incapaz de hacerlo, cuidado: quizás lo seas tú. « No desconectar del trabajo produce una sobrecarga en nuestro organismo. Si además, esto sucede durante períodos largos de tiempo, se crea una demanda excesiva para nuestro sistema: estrés crónico, el más pernicioso de todos. Ahí está la base de la desregulación de otros sistemas vitales, como el inmunológico, el digestivo y el reproductor. También tiene consecuencias en el sistema nervioso central, como el debilitamiento de las conexiones neuronales e importantes efectos sobre la propia regeneración neuronal», explica Sol Sánchez, fundadora de Conscienthia y experta en gestión del estrés.
Responder a los correos laborales durante el fin de semana o llegar a la oficina horas antes que el resto para adelantar trabajo no son hábitos perjudiciales únicamente para el mártir laboral. «Naturalizan una dinámica de trabajo contraproducente para los compañeros y para la propia empresa. Tener en plantilla personas que se desgastan tanto y terminan quemándose hace que se produzca más absentismo laboral, con la repercusión negativa que esto supone para una empresa. También fomenta que se implante una sensación de culpa si no se cumplen esas «normas no escritas» y la vergüenza de sentir que estás haciendo algo malo, cuando cumples tu horario laboral o llevas a la práctica tus derechos laborales», advierte la psicóloga Cristina Maldonado.
«Además, existen factores culturales y sociales que afectan a cómo vemos este tipo de comportamientos. Mientras en los países del norte de Europa podría verse como un signo de que la persona no es capaz de sacar adelante su trabajo, en nuestra cultura muestra un mayor compromiso y dedicación. Asociamos el trabajo al esfuerzo, y vinculamos el esfuerzo con el éxito. Por último, no podemos olvidar el componente social de pertenencia, de no ser diferente del grupo para no sentirse excluido, algo que juega un papel importante en el mantenimiento de esta situación», declara Sol Sánchez.
El 48% de los millennials, al menos de los norteamericanos, quieren ser vistos como mártires del trabajo en sus oficinas, según el estudio The work martyr's cautionary tale. El que hablemos de una generación vapuleada por diferentes crisis e inmersa en una vida hiperconectada que demanda gratificación inmediata, en la que no existen barreras ni descansos, explica esa idea. «Para cuidar el bienestar emocional de la plantilla es esencial permitirles desconectar de la jornada laboral y pasar tiempo de calidad, bien para realizar sus hobbies o bien para pasar tiempo de calidad con sus seres queridos. En esta línea, es esencial que las empresas proporcionen herramientas que contribuyan a resolver este problema y faciliten recursos para fomentar una buena gestión del tiempo», recomienda el informe Cigna 360 well-being survey para evitar que los jefes del futuro sean los mártires del presente.
La diferencia entre un workaholic y un mártir laboral radica en que el último se enorgullece de trabajar las 24 horas. Si te sorprendes presumiendo en una reunión de que no has pegado ojo trabajando en un proyecto hasta altas horas de la noche, si cada vez que tus compañeros te proponen salir a comer te agarras a tu tupper junto al teclado con la excusa de que no tienes tiempo, o si te perdiste a tu sobrina soplar las velas por abalanzarte a coger el teléfono para responder un correo del trabajo, lo sentimos: el mártir eres tú. Y por más que a Elon Musk no le haya ido nada mal trabajar más de 80 horas semanales, es bastante probable que la persistente sobrecarga laboral y su consiguiente agotamiento te conduzcan antes al quemado que al espacio.
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20 de enero-18 de febrero
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