Si te has emocionado con el lanzamiento del telescopio James Webb, tienes que ver Para toda la Humanidad, probablemente la mejor serie espacial del año

La oferta de series es ya tan gigantesca, que te obliga a aplicar criterios absurdos para descartar qué es lo que vas a ver y lo que no. Por ejemplo, asumir que una ficción sobre la carrera espacial de Estados Unidos y la Unión Soviética puede ser una pereza gigantesca. Error. Error absoluto. Primero, porque la carrera espacial que vemos en Para toda la humanidad no es la real, sino una versión libre en la que la competitividad entre yanquis y comunistas fue lejos, muy lejos. Pero, sobre todo, porque lo que insufla alma y sentido a esta serie es la peripecia vital de unos personajes memorables, tan bien construidos que te hacen vivir la exploración de la luna como si fuera la aventura con la que siempre has soñado. Aunque, en realidad, naves, órbitas y trajes espaciales te importen un pimiento.

Para toda la humanidad llegó a Apple+ en 2019 y este año ha estrenado su segunda temporada (queda al menos una temporada más), con lo que podemos ver un arco dramático suficientemente largo (20 episodios) como para entender la ambición de la serie. Cuidado, no es una serie perfecta y adolece de falta de ritmo y, a veces, de personajes dejados a su suerte por algún motivo inexplicable. Sin embargo, consigue sumergirnos en unas décadas, los 70 y los 80, que aún siguen más que vivas en varias generaciones y, aunque el contexto de la carrera espacial y el despegue de la Nasa nos coja muy lejos, podemos reconocer el duro camino de las pioneras que entonces comenzaron a trabajar allí donde no se les esperaba; o la incomprensión que recibieron muchas veces de las que, por miedo o por convencimiento, se quedaron en casa. Incluso se apunta a la cuestión racial de una manera inteligentísima: con un reproche a la primera astronauta negra que predica sinceramente patriotismo, en una patria que asesina a Martin Luther King.

Efectivamente, Para toda la humanidad nos plantea una total reinvención de la historia: la primera astronauta estadounidense no llegó a Nasa hasta 1983; la URSS no fue la primera en llegar a la luna en 1969 y la guerra fría, que sepamos, no tuvo un escenario interestelar. De hecho, la serie gana mucho en la segunda temporada, cuando las cartas ya están sobre la mesa y ellas comienzan a salirse del guión de la liberación femenina y la geopolítica toma las riendas de la acción. Tema aparte son los planos, bellísimos, de naves, satélites, estaciones y paseos por la superficie lunar: puro porno espacial para admiradores de la estética estelar, seña de identidad de Ronald D. Moore, showrunner de Para toda la humanidad y creador de Battlestar Galactica. De hecho, si no te ha emocionado el lanzamiento del telescopio espacial James Web necesitas urgentemente ver esta serie. Vas a entender a la perfección la épica de esta increíble gesta científica. «Hoy le hacemos un enorme regalo de Navidad a la humanidad», dijo Josef Aschbacher, director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), uno de los promotores principales de la misión, junto a EE UU y Canadá. Gracias a Para toda la humanidad, nos imaginamos perfectamente la emoción de la misión.