Un cuarto de siglo después del escándalo Mónica Lewinsky, la becaria culmina su operación rehabilitación con un documental y una serie inevitablemente teñidas por el #MeToo. Ahora sería impensable interpretar el abuso de poder del presidente Clinton como el capricho de una veinteañera ligera de cascos, tal y como se hizo entonces. '15 Minutes of Shame' el documental producido por la propia Lewinsky para HBO Max, erra el tiro al responsabilizar a la cultura de la cancelación de Internet por la humillación a la que se la sometió, al trascender su encuentro sexual en el despacho oval. 'American Crime Story:Impeachment', la serie de Ryan Murphy de la que Lewinsky es también productora, resbala en otra dirección. Pasa por el personaje de Hillary Clinton de puntillas.
Recordemos: en 1995, Mónica Lewinsky, becaria de 22 años en la Casa Blanca, inicia un r omance con Bill Clinton que se desarrolla en nueve sesiones en el despacho oval y que trasciendo a la opinión pública en 1999. El presidente lo niega en televisión, flanqueado por su mujer, la intachable Hillary Clinton, pero aparece la prueba definitiva del romance: una prenda con restos de semen de Clinton, que tiene que admitir 'comportamiento inapropiado'y, además, mentiras. Aún así, es reelegido para su segundo mandato, mientras Lewinsky es humillada, insultada y marginada, y ve cómo su carrera se va al garete. Es otra muesca en el cinturón de los hombres con poder que usan a las mujeres, pero no la principal víctima de Clinton. La principal víctima de Clinton es la mujer que más le apoyó:su esposa Hillary.
En «American Crime Story:Impeachment' el papel de Hillary Clinton es mínimo: comienza a brillar en el episodio 10 gracias a la interpretación de Edie Falco (la inolvidable Carmela de 'Los Soprano'). No es fácil enfocar la figura de esta mujer destinada a lo más alto y manchada, para siempre, por la complicidad con su marido, al que tuvo que defender en televisión para que la pareja pudiera mantenerse en el poder. Como entregada esposa tuvo que mostrar lealtad, pero al cobijar las mentiras y abusos de Clinton quedó para siempre desacreditada y no pudo lograr la confianza de una mayoría para tratar convertirse en la primera presidenta de los Estados Unidos.
Hillary Clinton quedó atrapada para siempre en el corsé de la buena esposa, sin posibilidad ya de subirse al tren de las mujeres empoderadas, independientes y asertivas del siglo XXI. Es algo que supo leer perfectamente Donald Trump. En el debate con la candidata demócrata de 2016, el magnate invitó al debate a Juanita Broaddrick, Paula Jones y Kathleen Willey, tres mujeres que acusaron a Bill Clinton de abuso sexual. Quiso señalar la traición a su género de Hillary Clinton y hacerle pagar su leyenda de consentidora. Lo consiguió.