No se lo creen ni en Netflix, aunque las acciones de la popular compañía de 'streaming' hayan subido un 3%, en una semana en la que el índice bursátil en Wall Street baja un 4%. La serie que ha obrado el milagro se llama 'El juego del calamar' y lleva camino de superar a 'Los Bridgerton' como la serie más vista de la historia de la plataforma. Ahora mismo, la obsesión por esta serie es global. Sin embargo, la noticia no tendría tanta trascendencia si no fuera por las particularidades de este título, de origen coreano: es una serie violenta, y con una violencia sádica; ésta está envuelta, además, en una estética infantil inquietante; y, para rematar la dificultad del pack, subyace a todo una crítica a la sociedad coreana (y, en general, a la sociedad occidental), brutal. ¿Cómo se ha convertido 'El juego del calamar' en una serie de culto en Netflix?

Desmontemos, en lo posible, la trama. 'El juego de calamar' muestra cómo una serie de personajes que viven en los márgenes de la sociedad, pobres, endeudados, enfermos o, directamente, avariciosos, ladrones y criminales, aceptan participar en un sádico juego en el que solo puede quedar uno. El ganador se lleva una fortuna que le resolverá la vida (33 millones de euros), pero a cambio de asistir impasible a cómo el juego liquida a más de 200 compañeros.

La supermodelo de Corea del Norte Jung Ho Yeon, protagonista de 'El juego del calamar', junto a la actriz surcoreana Lee Yoo-Mi. / d.r.

A lo largo de la serie vamos viendo los dilemas morales que se les presentan a los protagonistas, en esencia los mismos que pueden plantearse empresarios y ejecutivos corporativos que han desconectado sus incalculables fortunas de la creciente desigualdad y pobreza que aqueja hoy a todos los países. En realidad, todos formamos parte del mismo horizonte aspiracional y asumimos la competición como la única manera de conseguir cuanto más, mejor. 'El juego del calamar' es un perfecto retrato de la llamada carrera de ratas, en la que el objetivo es ganar, caiga quien caiga.

Lee Jung-jae, protagonista de esta serie de Netflix, es modelo y toda una estrella en Corea del Sur. y / d.r.

No es la primera vez que nos sorprende la crueldad y la violencia de una ficción asiática y, de hecho, es fácil conectar 'El juego del calamar' con el clásico japonés 'Battle Royale' (2000), lapelícula en la que un grupo de escolares adolescentes abandonados en una isla desierta debían matarse entre ellos hasta que solo quedara uno. Sin embargo, el parentesco más directo de esta serie puede ser 'Parásitos', la película coreana que en 2020 se llevó la Palma de Oro de Cannes y el Oscar de la Academia de Hollywood y fue, también, un bombazo global.

De izquierda a derecha, la estrela de K-dramas Park Hae-soo, Lee Jung-jae y Jung Ho-yeon. / d.r.

Dirigida y escrita por Bong John-ho, 'Parásitos' muestra cómo hasta dónde puede llegar una familia pobre para conseguir el refinado estilo de vida de unos vecinos ricos. De hecho, la sociedad que describe 'Parásitos' es la misma que describe 'El juego del calamar': un mundo en el que es ya imposible salir de la pobreza y la precariedad, a no ser que uno se embarque en el crimen y desactive todos sus límites morales. En este mundo que tanto se parece al nuestro, el embrutecimiento se vuelve fenómeno generalizado. Unos se devoran a otros mientras los pocos miran.

La muñeca protagonista de uno de los crueles juegos de 'El juego del calamar'. / d.r.

La increíble audiencia global de 'El juego del calamar' puede hacernos pensar que existe una creciente sensibilidad crítica con un sistema que genera cada vez más pobreza. Sin embargo, hace tiempo que preocupa el carácter desesperanzado y conservador de este tipo de distopías que solo alimentan el pesimismo. La escritora y crítica literaria Nilanjana Roy ha detectado en el éxito de este tipo de ficciones «una salida catártica a los temores de la gente en un mundo cambiante», o sea, un mero alivio circunstancial.

Por su parte, la catedrática de Historia en Harvard Jill Lepore habla de «una nueva literatura de pesimismo radical» en la que las series como 'El juego del calamar' quedan catalogadas como 'ficciones de la sumisión': «Solo subrayan sufrimientos y complacen resentimientos. No pueden imaginar un futuro mejor y no piden a nadie que se moleste en hacerlo».