Paula Hawkins tiene nueva novela: hay vida después de «La Chica del Tren» y trata sobre la violencia de lo cotidiano

La autora de La chica del tren tiene nueva novela sobre la violencia de lo cotidiano y una seria advertencia a sus millones de lectores: «Si te reconoces en mis libros, considéralo una alarma».

Pincha en la foto para ver cómo organizar tu librería con ojo de decorador con los libros que además te van a ayudar a desconectar/Phoebe Grigor

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Eduardo Bravo

Paula Hawkins (Salisbury, 1972) creció en Zimbabue, donde se familiarizó con la narración de historias. «Los colegas periodistas de mi padre acudían a mi casa tras viajar por todo el mundo», recuerda Hawkins que, en 1989, se trasladó a Europa. «Era una forastera. Me costó adaptarme a Londres. Llegar de fuera, no conocer a nadie y ver las vidas de otros desde lejos ayudó a mi desarrollo como escritora». Estudió en Oxford y, mientras trabajaba como periodista económica para The Times, escribió varias novelas románticas bajo pseudónimo hasta 2015, año en que firmó con su propio nombre La chica del tren , título que la lanzó a la fama y que le valió entrar en la lista de la BBC de las 100 mujeres más relevantes del mundo. «Fue un honor. El reto ahora es justamente ese: emplear mi influencia para un buen fin. Si has tenido suerte, intenta ayudar a otros». La gran acogida se repitió dos años más tarde con Escrito en el agua, y todo apunta a que A fuego lento (todas ellas editadas en España por Planeta), que sale a la venta el 1 de septiembre, correrá la misma suerte.

MUJER HOY. ¿Por qué este nuevo libro ha tardado tanto?

PAULA HAWKINS. Soy un poco lenta o, más bien, cada vez soy más lenta. No hubo un motivo en especial, aunque en 2017, empecé un nuevo libro y lo dejé con unas 30.000 palabras: no acababa de dar con la historia adecuada. Con A fuego lento, sin embargo, quedé muy satisfecha.

¿Cómo surge una novela? ¿En qué momento decide que aquello que está escribiendo merece ser finalizado?

No es algo fácil de contestar. Los libros empiezan cuando te emocionas con una idea o un personaje. Después, al comenzar a construir la historia, es cuando te das cuenta de si saldrá una novela. El libro que empecé parecía una buena idea. Aunque, como mis otros trabajos, era sombrío, pero, incluso para mí resultaba demasiado lúgubre y lo descarté. Es cuestión de probar y ver hasta dónde te lleva.

A fuego lento plantea la honestidad del escritor al tomar prestadas ideas ajenas. ¿Cuál es el límite entre libertad creativa y apropiación?

Suelo incluir detalles que parten de la vida real. No son necesariamente hechos recientes o actuales, sino historias que me han contado o noticias. Lo que escribo no suele ser reconocible. De hecho, si te reconoces en mis novelas, considéralo una alarma.

Del mismo modo en que procura que nadie pueda reconocerse en sus obras, ¿escribe pensando en un lector ideal?

Hasta cierto punto, hay que pensar en el lector. Si es un thriller de Paula Hawkins, mis lectores esperan que haya un crimen o un misterio con sus giros y sorpresas. Pero, por otro lado, no creo que haya que tener a los potenciales lectores en mente cuando vas a forjar un personaje o una trama. Si intentas satisfacerles todo el rato, no podrás escribir. Aunque haya expectativas que cumplir, es mi libro, son mis personajes y es mi historia. Si pensase demasiado en la acogida, en qué dirán los lectores o la crítica, no escribiría.

Ahora que menciona la crítica, esta ha dejado de ser un territorio exclusivo de los profesionales. Hoy, cualquiera puede dar su opinión sobre un libro y tener una repercusión semejante o incluso mayor.

No tengo nada en contra de esas webs, pero no leo sus reseñas: como autora, no me parece buena idea. Está claro que no a todo el mundo le vas a gustar, pero en esos foros la gente es demasiado dura, dice lo que piensa sin ningún filtro y puede hacerte muy infeliz. Por otra parte, y aunque resulte contradictorio, sí que leo las críticas y reseñas en periódicos, necesito saber lo que se publica sobre mí.

En A fuego lento hay varios misterios que marcan la vida de los protagonistas, en su mayoría mujeres con perfiles más complejos que los de los personajes masculinos...

Mis novelas siempre tienden a hablar de mujeres. Me interesan sus vidas, especialmente las de aquellas que no acaban de encajar en la norma social y se comportan de una manera que no es la esperada. No digo que no vaya a escribir sobre hombres algún día, pero las historias que me interesan acaban llevándome a otras mujeres.

«Me interesa analizar cómo las personas responden a un suceso terrible. ¿Pueden perdonar? ¿Piensan en vengarse?»

En la novela, aborda la creación de redes de cuidados entre mujeres, la maternidad o la pérdida de un hijo. ¿Quiere visibilizar esa realidad en la novela negra convencional?

Escribo mucho sobre la maternidad. También sobre las relaciones entre diferentes madres, madres e hijas, o hermanas. Además, no suelo hablar de crímenes con un motivo financiero o político, sino de situaciones que ocurren en el entorno doméstico. Me interesa analizar cómo personas que no tienen un peligro real en sus vidas responden a un suceso terrible o traumático que les sucede de repente. ¿Son capaces de perdonar? ¿Piensan en vengarse? Es la esencia de este libro: qué hacer ante un hecho dramático y cómo gestionar ese dolor.

Dentro de A fuego lento hay un segundo libro escrito por uno de los propios personajes, Irene, y numerosas referencias a obras de otras autoras como Patricia Highsmith.

Los últimos seis años mi vida han sido libros, libros y más libros. He reflexionado mucho sobre la literatura que me gusta, que me resulta fascinante o provocadora. El personaje de Irene es una mujer que lee mucho y en las estanterías de su casa coloqué algunos de esos títulos. Como a mí me gustan, pensé que a mis lectores también les interesarían. Me fascina cuando los escritores escriben sobre sus lecturas y su oficio. Lo que no sabía es que disfrutaría tanto haciéndolo.

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