Con el espíritu de alfombra roja y gala aún activado -viene de presentar un premio en los Goya en Valencia, su ciudad natal-, Paula Usero (1991) se mantiene fiel a su estilo cuidadamente sencillo. «En un evento así me gusta que maquillaje, peinado y ropa conformen un look sofisticado». En su día a día, la cosa cambia: «Ahí creo que tengo un estilo más moderno y no me importa mezclar texturas, estampados, colores, iluminación...». La protagonista de la serie #Luimelia, un fenómeno televisivo de Atresplayer Premium que arrasa en redes, atiende a Mujerhoy vestida con un pantalón negro, camiseta verde y chaqueta de leopardo. «Me gusta arriesgar, crear un look y sentirme segura con la ropa», explica.
Mujerhoy. ¿Qué busca trasmitir con su imagen?
PAULA USERO. Pureza, fragilidad, dulzura... Me gusta mucho dar la imagen de persona limpia, que desprende un olor agradable. E intento no maquillarme mucho para que la piel respire, porque cuando hay periodos de trabajo muy largos y te maquillan a diario, la piel está muy castigada.
El pasado 13 de febrero, Paula subió al escenario del Palau de les Arts para entregar el Goya a la actriz revelación, al que estuvo nominada el año pasado por La boda de Rosa. Una etapa, la de promesa, que ya ha dejado atrás. Para muestra un botón: este próximo verano brillará en la pantalla grande como protagonista de Llenos de gracia, junto a Carmen Machi, una comedia ambientada en un internado para la que se ha tenido que meter en la piel -y el hábito- de una monja.
La hermana Angelines es la bibliotecaria del colegio. Es una monja muy joven que desde pequeña sintió la llamada, pero que en realidad se ha refugiado allí porque tenía miedo del mundo. Necesita a alguien que le abra el camino y le muestre que la vida está para divertirse y ser feliz.
¿Cómo ha sido verse con el hábito puesto?
Muy divertido. Cuando me lo puse el primer día me dio mucha impresión, pero enseguida me acostumbré. Siempre he ido a colegios de monjas y me resultó algo familiar.
¿Es cierto que le cortaron el pelo para la película, aunque finalmente no se la verá con la cabeza descubierta?
Sí, pero es porque tengo mucha cantidad de cabello y debajo de la toca se veía un bulto, así que me lo cortaron.
¿Cómo lleva tener que cambiar su aspecto por un personaje?
Me divierte. En La boda de Rosa me cortaron el pelo, me lo oscurecieron y me pusieron extensiones verdes. Para La cocinera de Castamar también me lo tiñeron y me pusieron flequillo. Pero creo que me queda mejor rubio. Necesito unas mechas, unas babylights o algo. Tengo la piel clara y creo que me da más luminosidad.
¿Le gustaría que algún personaje le exigiera un cambio radical que de otra manera no se atrevería a hacer?
Sí, tengo ganas de raparme del todo. Me encantaría un cambio súper radical, como ponerme muy fuerte o quedarme chupada. Algo muy macarra. Me atrevería con cualquier cosa que me hiciera salir de la zona de confort y de la imagen naíf que dicen que transmito. Me gusta salir de la zona de confort y arriesgar.
A sus 30 años, ya cuenta con una carrera extensa en cine y televisión. ¿Recuerda cuándo se dijo a sí misma: «Este era mi sueño y aquí estoy»?
Creo que todavía no me ha pasado, pero porque me cuesta mucho no ser espectadora de mi propia vida. Es algo que trabajo mucho con mi terapeuta. Así que no, aún no ha llegado ese momento de sentirme segura y verme y creérmelo. Espero poder vencer algún día el «síndrome de la impostora».
¿Cómo lleva entonces ser un personaje público?
Mal, me hace sentir vulnerable. También creo que me he convertido en alguien público por un personaje de ficción que es absolutamente necesario. Faltan personajes femeninos como los de #Luimelia, que se conviertan en referente de algo.
Tiene miles de seguidores en redes. ¿Se siente examinada?
Hasta hace poco compartía mi vida y me daba bastante igual, pero he acabado sufriendo mucho con la exposición pública y ahora me estoy limitando a subir cosas que tengan que ver con el trabajo. Noto que así mi vida privada está más blindada y me siento mejor. No quiero exponerme tanto como antes.
¿Qué momento de su carrera recuerda con más emoción?
Cuando Iciar [Bollaín] me llamó de nuevo. Habíamos trabajado juntas en El olivo y casi nunca coge por segunda vez a alguien en sus películas, pero decidió darme el personaje de Lidia en La boda de Rosa porque lo vio clarísimo. Entonces yo estaba trabajando en una serie diaria, Amar es para siempre, y fue como una bocanada de aire fresco. Lo necesitaba muchísimo. Ese era mi último año en la serie y ya sentía que mi cuerpo quería marcharse pero había mucho miedo de salir y no tener nada.
¿Y el más duro?
Siempre lo es cuando no te cogen en un casting. Carol Rovira, mi compañera en #Luimelia, contaba que es como un duelo de amor con un personaje. Despedirte de él lleva un tiempo.
20 de enero-18 de febrero
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