Muchos de ustedes conocerán a Yuval Noah Harari, autor de best sellers como 'Sapiens. De animales a dioses: breve historia de la humanidad', 'Homo Deus: breve historia del mañana' y '21 lecciones para el siglo XXI'. Harari es un filósofo, historiador y, sobre todo, una estrella del rock intelectual.
Más de 25 millones de personas han leído su gran relato sobre la imaginación humana y todos los conceptos que la entretejen, incluidos dioses y naciones. Le hemos escuchado hablar con cierto optimismo sobre el cambio climático, intentando alejar el catastrofismo que poco a poco parece invadirnos, seguramente con razón.
Inevitablemente, en cada una de sus entrevistas, en cada artículo sobre sus libros, se le señala como el gran gurú de los poderosos. Y aquí, los nombres varían según el momento y los gustos del autor, pero casi siempre se descuelga en la lista un Zuckerberg, un Bezos, una Ursula von der Leyen.
A veces, autores críticos señalan con sospecha su popularidad y se preguntan si no será una exitosa forma de populismo intelectual, de sensacionalismo del pensamiento. No lo sé. El éxito, para bien o para mal, siempre es un tanto sospechoso.
En cualquier caso, les recomiendo el video de una intervención que ha llamado IA y el futuro de la humanidad. Son 40 minutos trepidantes en los que se pregunta si la inteligencia artificial será la causa del fin de la civilización como la conocemos.
Ya ven que el tono no es muy tranquilizador, pero no es sobre este tremendismo sobre lo que quiero llamar su atención, sino sobre dos ideas que Harari sembró en mi cerebro con una buena dosis de intranquilidad.
La primera, lo que él llama el Oráculo: si alguien o algo es capaz de responder a cualquier pregunta que le hagamos, para qué necesitamos todo lo demás. Y lo demás son los medios de comunicación y Google, pero también nuestro pensamiento crítico, la filosofía, la duda que nos impulsa o nos frena al borde de muchos abismos.
La segunda es una simple certeza: la inteligencia artificial nunca desarrollará sentimientos. Y esto, que nos parece una garantía frente a su futura supremacía, no es más que un consuelo infantil. En realidad, no los necesita, le basta con todos los que es capaz de desencadenar en nosotros. ¿No es ese el motor de todos los desastres?
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?