Un día después del estreno en Estados Unidos de West Side Story, de Steven Spielberg; a España llegará el 22 de diciembre. La «reimaginación», como la llama ella, del musical que se estrenó hace 60 años y por el que ganó un Óscar. «El primero que ganaba una actriz latina», subraya al otro lado del teléfono, desde su casa en California. Un logro del que al fin puede hablar con orgullo, porque durante mucho tiempo lo arrastró como una maldición.
Rita Moreno, Rosa Dolores Alverío Marcano, nació en Puerto Rico, pero a los cinco años su madre se la llevó con ella a Nueva York, dejando atrás a un hermano al que no volvería a ver. Con el estreno de la nueva versión, en la que tiene un papel pequeño pero importante («es el corazón del filme en muchos sentidos», asegura), escrito para ella por el guionista Tony Kushner y que Spielberg personalmente le ofreció, cierra un círculo. «Un sueño americano a mi manera», apunta ella. Pero esto no es el cierre de su carrera. A su edad, Rita Moreno se siente más viva que nunca.
Habla con la emoción de una niña pequeña de lo que tiene por delante y con la rabia de alguien que ha pasado por lo más inimaginable para llegar al mejor momento de su vida. Lo cuenta todo, desentierra todo su dolor transformado en nueva felicidad en el documental Rita Moreno: Just a girl who decided to go for it (Solo una chica que decidió ir a por ello), una profunda entrevista personal, salpicada de testimonios de grandes amigos de la industria (Gloria Estefan, Whoopi Goldberg, Norman Lear, Lin-Manuel Miranda…), en la que revela los momentos más oscuros del Hollywood Dorado vividos en sus carnes. Un poderoso relato con el que vuelve a ser un icono y referente como mujer latina, 60 años después de encarnar a Anita y cantar America en la West Side Story original.
MUJERHOY. ¿Se imaginó alguna vez que volvería a aparecer en West Side Story?
RITA MORENO. Es una absoluta locura, pero una locura maravillosa. Vuelvo a estar en la misma película, estoy mucho más vieja y tengo el pelo blanco, pero ahí estoy.
¿Había que corregir los errores de la película original?
Creo que Tony Kushner ha aclarado muchas cosas que la primera no hizo. Aunque no quiero criticar la película de 1961 de ninguna forma. Era una historia de su tiempo y tenemos que entenderlo así. La primera tenía más bailes, canciones, música, y esta reimaginación del musical es más profunda. Todo los personajes que son latinos están interpretados por actores latinos. Y se molestaron en preguntar al público latino qué molestaba o había decepcionado de la original organizando talleres con la Universidad de Puerto Rico.
¿Cómo reaccionó cuando Steven Spielberg la llamó?
Me dijo que iban a hacer esta nueva versión y que querían que saliera. Le corté y muy educadamente le expliqué que yo no hacía cameos. Entonces él se rió y me cortó a mí para decirme que tenían un papel de verdad, que Tony [Kushner, guionista] había escrito para mí. Interpreto a Victoria, la mujer de Doc, el dueño de la tienda por donde paran los Jets. Y, además, me ofreció ser productora ejecutiva. Lo que se tradujo en Steven haciéndome millones de preguntas sobre cómo habíamos hecho esto y aquello, cómo nos sentimos con aquel maquillaje de cara tan oscuro… Te lo digo [continúa en español] estoy tan emocionada. Ayudé mucho con todo lo puertorriqueño, porque por algo soy puertorriqueña.
En ese puertorriqueña se detiene con orgullo, pronunciando bien fuerte las erres. A pesar de que lleva toda su vida en EE UU y se siente más cómoda hablando en inglés, habla muy bien español y va cambiando de idioma con un sonoro acento caribeño. Durante años evitó hablar de su lugar de nacimiento, aunque lo llevaba en el nombre y el color de su piel. Empezó a bailar de niña. Se formó con Paco Cansino, el tío de Rita Hayworth. Por las noches actuaba en espectáculos de salsa y flamenco en clubes de Nueva York, con vestidos cosidos por su madre. Por las mañanas se metía en el cine a ver una película tras otra, soñando con verse en pantalla. «Solo me reconocía en Elizabeth Taylor», explica en su documental biográfico, que estrenó en el pasado Festival de Sundance. No había referentes latinos, y Taylor era más o menos de su misma edad.
Cuando por fin consiguió una cita con Louis B. Mayer, se presentó copiando el estilismo de la actriz y al jefazo de la Metro-Goldwyn-Mayer le encantó, la bautizó «la Liz Taylor española» y la contrató. Moreno se mudó con su madre a Hollywood y empezó a conseguir pequeños papeles: Cantando bajo la lluvia, El rey y yo… Todos eran de «mujer étnica», como acabó llamándolos ella. «Podía ser mexicana, india, polinesia…», cuenta. Le pintaban la cara y ella repetía el mismo acento siempre. Su vida personal no era mejor. En el estudio le concertaban citas con productores que esperaban favores sexuales a cambio de papeles. Harry Cohn, pez gordo de Columbia, le susurró que quería «tirársela» en la primera fiesta que fue y salió corriendo. En la película incluso confiesa que su mánager de entonces la violó y no pudo despedirle porque nadie más la representaría. También entra en detalles sobre su relación con Marlon Brando, «que duró siete u ocho años». Ambos compartían «una conciencia social», pero fue una relación destructiva marcada por los abusos: él la forzó a abortar y ella acabó intentando suicidarse. Acontecimientos todos con los que hoy parece haber hecho las paces.
Verla en el documental es duro e inspirador. ¿Le costó mucho decidirse a contarlo y le ha resultado sanador?
Me llevó casi un año decidirme a grabarlo. Cuando acepté, me prometí a mí misma que sería lo más honesta que pudiera. No lo hice con el objetivo de sentirme mejor o peor, sino que me di cuenta de que mi vida podía tener muchas lecciones para otras mujeres jóvenes, no solo puertorriqueñas o latinas, también blancas, rubias, negras... Y parece que mi intuición era acertada: la respuesta que estoy teniendo es abrumadora, quizá lo pongan en institutos.
¿Es cierto que no trabajó durante años después de ganar el Óscar?
Es doloroso, pero así fue. No solo gané el Óscar, también el Globo de Oro y no me llegaba ni un guion. Fui a ver a una de las mánagers más poderosas de entonces, le expliqué mi problema, le dije que estaba cayendo en una depresión, le pedí ayuda, que me representara y me dijo que no, me dijo: «Querida, llevo a muchas estrellas y no tengo nada que hablar contigo, tú no tienes lo que hay que tener». Y me echó. Era una mujer la que me decía esto. Fue demoledor. Solo me querían para hacer papeles de «latinas, Conchitas, Lolitas, señoritas». Era la mexicana sexy o la india sexy. Y ya no quería eso. Ni sé cuántas noches y días lloré y lloré y lloré. Pero solo puedes agarrar tu vida y seguir sacando lo mejor que puedas de ti.
Lo más duro del documental es escucharla decir que llegó a odiar ser latina. ¿Cómo recuperó el orgullo de su identidad?
Odiaba ser latina. Lo odiaba. Porque por eso no conseguía trabajo. Y porque los hombres iban detrás de mí. Pensaban que como era latina era facilona, que podían hacer todo lo que ellos quisiera. No era bonito. Así que intenté con todas mis fuerzas ser más americana [lo pronuncia en español]. Pero no pude, siempre hay algo que te tira, tus raíces. Era doloroso negarse a mí misma. Anita, mi personaje en West Side Story, fue la primera mujer latina orgullosa de sí misma que conocí, que tenía dignidad: fue un modelo para mí.
Tras el éxito del musical, su carrera en vez de subir casi desapareció por completo. Sobrevivió gracias a papeles anecdóticos en televisión, en teatro comunitario. Y se casó con el cardiólogo Leonard Gordon, que pasó a manejar su carrera y también su vida. Estuvieron casados hasta la muerte de él en 2010. Y ha sido en esta última década cuando ella ha renacido. «He aprendido a respetarme, a decir que no, a quererme», reconoce. En esta última década ha visto reconocidos todos sus esfuerzos y sacrificios.
¿Cuál es el mayor arrepentimiento de su carrera?
Mi vida entera: intentar ser una actriz en Hollywood, es lo que más lamento profesionalmente. Y yo no pude hacer nada. Recuerdo una vez que mi agente me dijo que tenía por fin un papel no latino para mí. Me lo preparé y esperé, esperé y no me llamaban. Volví a llamarle y él no sabía ni cómo decirme que no querían ni verme solo porque era latina. Me rompió el corazón una vez más. Ha sido tan frustrante, no puedes hacer nada, no puedes ir a gritarles, a insultarles, solo puedes gritar al aire.
Solo podía continuar.
Seguir o abandonar. Y yo decidí continuar, a veces era demasiado duro y me proponía encontrar algo que me hiciera feliz. Pero elegí este camino.
¿Siente que ya no le quedan barreras que romper?
Ahora el problema es la edad. ¡Esto nunca se acaba! Solo me ven como una abuela, y estaría bien si las abuelas en la ficción hicieran algo más que cuidar nietos. Ser abuela no significa quedarse todo el día en casa, puede tener un trabajo, una vida. Mírenme, yo soy el mejor ejemplo: casi 90 años y estoy llena de vida y energía.
¿Jubilarse no entra en sus planes?
Oh, no, no, me gusta demasiado lo que hago. ¿Por qué narices dejaría de hacer algo que me hace tan feliz? Si no puedo andar, ya iré en silla de ruedas.
¿Pero al menos sí es más feliz que hace 10, 20 o 50 años?
Sí, lo soy, desde luego. Soy la primera sorprendida por seguir aquí. Nunca me imaginé tan vieja, pero tampoco nunca fui tan popular como ahora. Es por culpa de West Side Story y mi documental. No sabes lo feliz que me hace eso. Oh, Dios, sí, soy una señora feliz y orgullosa de lo que he conseguido.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?