El caso de la timadora Anna Delvey saltó a las portadas de toda la prensa estadounidense en 2019 y, de hecho, la serie que ahora llega a Netflix se basa en una investigación de la periodista Jessica Pressler publicada en New Yorker. ¿Quién es Anna?, la nueva producción de Shonda Rhimes, lleva a la ficción una historia que dejó en shock a medio mundo, unos fascinados por la cara dura de su protagonista y otros aterrados por su propia vulnerabilidad. La marca Rhimes (Scandal, Los Bridgerton) asegura entretenimiento y su protagonista, Julia Garner, el necesario factor fascinación que requiere toda encantadora de serpientes. Garner ha protagonizado una de las películas sobre abuso sexual más inteligentes del cine reciente, The Assistant (2019). Y, además, se ha llevado un Emmy por Ozark.

Anna Delvey era el seudónimo de Anna Sorokin, una joven alemana que en 2013 quiso comerse el mundo y se mudó a Nueva York. Sorokin fingió ser una rica heredera alemana para conectar con la elitista alta sociedad neoyorquina, a la que estafó todo lo que pudo con la excusa de recoger fondos para una fundación benéfica. En realidad, Sorokin provenía de una familia humilde: su padre trabajaba como camionero y su madre era propietaria de una tienda antes de convertirse en ama de casa. Nació en la ciudad de Domodedovo, cerca de Moscú, en enero de 1991, pero a los 16 años se mudó junto a su familia a Alemania. A los 20 años quiso estudiar en la prestigiosa universidad Central Saint Martins de Londres, pero terminó enParís, donde logró ser becaria de la prestigiosa revista de moda indie Purple.

¿Quién es Anna? muestra la relación amor-odio entre Delvey y Vivian (Anna Chlumsky), una periodista que no se cree su papel de heredera alemana y le sigue los pasos por Nueva York. La serie plantea la duda que no resolvió la condena por fraude de la timadora, a 12 años de prisión. De hecho, Shonda Rhimes sostiene no hizo nada distinto a lo que han podido hacer otros buscavidas de Wall Street. «Ninguno de ellos ha ido a la cárcel, pero ella ha estado en prisión durante bastante tiempo. No quiero decir que no haya hecho nada malo. Solo digo que que fuera una mujer jugó un papel importante». Y añade: «Si hubiera sido un hombre no habría causado tanto alboroto. Si hubiera sido una chica guapa, no habría causado tanto revuelo. Lo que indignó y fascinó a partes iguales fue que era una mujer de apariencia normal. Una joven inteligente y brillante que perseguía lo que quería y no sentía remordimiento por ello».

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