A estas alturas del siglo XXI la manzana es una cebolla: tantas son las capas de significado que se acumulan en la fruta más popular y democrática. Desde su conceptualización como fruta prohibida en la Biblia a santo y seña de la marca de software más deseada del planeta, pasando por el fetiche gravitatorio de Isaac Newton o representación frutal de Nueva York. La manzana, al menos en la versión rotunda y verde que pintó en 1966 René Magritte, inspiró a Paul McCartney para bautizar como Apple Records su sello discográfico. De hecho, el ex Beatle terminó comprándose el cuadro de la famosa Granny Smith antes del fallecimiento del pintor en 1967.
La manzana es sospechosa habitual en las pinturas surrealistas de René Magritte (Lessines, 1898 - Bruselas, 1967), protagonista de la exposición estrella de la temporada, recién inaugurada en el Museo Thyssen de Madrid. Se trata de una retrospectiva que trae a España 95 obras del artista y que se centra en las obsesiones del pintor belga, de ahí el título de la muestra: 'La máquina Magritte». Veremos pipas, manzanas, sombreros y personajes de espaldas, elementos constantes en la obra de Magritte.
«Mis cuadros son pensamientos visibles», resumió el artista en una entrevista. «Desde mi primera exposición, en 1926, he pintado un millar de cuadros, pero no he concebido más que un centenar de esas imágenes de las que hablamos. Este millar de cuadros es un resultado que he pintado con frecuencia variantes de mis imágenes: es mi manera de precisar mejor el misterio, de poseerlo mejor».
El casi centenar de pinturas se organiza en siete secciones: Los poderes del mago, Imágenes y palabras, Figura y fondo, El cuadro y la ventana, El rostro y la máscara, Mimetismo y Megalomanía. La exposición se completa con una selección de fotografías y películas caseras hechas por el artista, que están ubicadas en una instalación especial. 'La máquina Magritte' estará hasta febrero del año que viene en el Museo Thyssen de Madrid y luego viajará a CaixaForum Barcelona.