Tamara Rojo ha sido nombrada la nueva directora del San Francisco Ballet y se convierte en la primera española que dirige una institución de danza estadounidense. /
Es la noticia de la semana no solo para el pequeñísimo mundo del ballet y la danza, sino para el liderazgo femenino allí donde esté intentando marcar una diferencia. Y, especialmente, en aquellas industrias que tienen que ver con la creatividad (que son, hoy, casi todas). Tamara Rojo (47 años) deja en junio la dirección del English National Ballet de Londres para convertirse en la primera mujer que dirigirá el San Francisco Ballet y la primera española que ocupa tal posición en un ballet estadounidense. Es, sin duda, la mujer más poderosa del ballet mundial . El salto es sustancial: tras una década gestionando un prespuesto de alrededor de 19 millones de dólares, pasa a hacerse cargo de la compañía más antigua de Estados Unidos, con un presupuesto (y una ambición) sensiblemente mayor (unos 40 millones de dólares), equiparable al del American Ballet Theatre o el New York City Ballet. Rojo sustituye al coreógrafo danés Helgi Tomasson (Islas Vetsman, Islandia, 79 años), quien ha ocupado el cargo los últimos 37 años. Ya está en San Francisco su esposo Isaac Hernández, nombrado recientemente primer bailarín del ballet.
La expectativa es máxima en San Francisco y, en general, en la escena del ballet, pues Tamara Rojo ha logrado en los últimos años combinar excelencia y riesgo de manera extraordinaria, algo que reconocen las decenas de artículos que han celebrado la trayectoria de la española. De hecho, el aplauso en la prensa británica ante la década de gestión de Rojo en el English National Ballet ha sido estruendoso.Casi podríamos decir que único: pocas veces hemos leído tanta unanimidad para despedir a una artista y gestora. «La mujer más poderosa del ballet que rompe todas las reglas», titula The Times, y añade: «Está llevando a escena un ballet que no se ha visto en Reino Unido en los últimos 60 años».
«Toda compañía artística necesita una Tamara Rojo», titula The Telegraph, donde destacan el comentario que la bailarina española hizo al anunciar su marcha: «Me arrepiento de no haber sido más valiente», incomprensible en una escena donde la tenían «por una leona». De hecho, un tercio de los bailarines del English National Ballet se fueron en los dos primeros años de Rojo como directora debido a su dura exigencia. Los resultados, sin embargo, la avalan. «Ha liderado con el ejemplo y se ha convertido en la portavoz más apasionado tanto de la compañía como de su propio arte», escriben. «Existían opciones más seguras para dirigir el ENB, pero qué es el arte sino riesgo creativo. Los que tienen el poder de hacer los nombramientos deben optar siempre por la valentía», aplauden.
«Ha transformado el English National Ballet de una respetable pero aburrida compañía, a una de la que siempre merece la pena hablar, caminando en la fina línea entre la innovación artística y la estabilidad financiera», aplaude The Guardian. El diario británico destaca la heroicidad de Tamara Rojo para seguir bailando a gran nivel, organizaruna programación interesante e inteligente, investigar y crear coreografías propias (la última, Raimunda), impartir clases, ensayar los números, atender los compromisos de networking y recaudación propios de una directora y motivar y estar disponible para un nutrido (más de 60) cuerpo de bailarines. En el terreno de la gestión, sus decisiones han sido valientes: ha fichado bailarines y bailarinas afroamericanos, de Cuba, Perú; ha recontextualizado ballets clásicos como Giselle; ha colaborado con mujeres coreógrafas siempre que ha podido y hasta pudo llevar a escena una coreografía de Pina Bausch. Va camino de la leyenda, si no lo es ya.