El peligro de la nueva 'get set': gente normal que se encapricha con viajar en jet privado como la jet set

Aún no podemos cantar victoria en lo que respecta al coronavirus , pero ya se confirma lo que avanzaban las prospectivas de tendencia: nos vamos a lanzar al verano como si no hubiera mañana. Consumiremos lo que no hemos podido consumir durante los pasados meses, y todo lo que tenga que ver con el ocio y el disfrute multiplicará beneficios al estilo locos años 20 . La ansiedad del encierro se va a compensar, generosamente, con un ansia de viajes inusitado, aunque la mayoría somos conscientes de que no todo el mundo está ya vacunado y de que la incidencia sigue siendo importante debido a las nuevas variantes. En este abultado nicho, donde cohabitan las ganas de disfrutar y la prevención pandémica, se mueve la nueva 'get set'. Quizá tú, influencer aspiracional , ya formas parte de ella.

Aunque es ahora cuando la tendencia se abre paso como nueva segmentación del mercado del lujo, hace algunas temporadas que la hemos visto nacer y crecer a cuenta de otro fenómeno exclusivo: los yates. Gracias a las fotos en yate y velero de las influencers en Instagram, quien más quien menos ha querido vivir la experiencia de unas vacaciones en barco. Así, lo que antes era prerrogativa de los muy ricos y famosos está ahora al alcance de muchos, aunque tengamos que cambiar el yate por una embarcación más humilde, salir al mar unos pocos días y prorratear el coste entre toda la pandilla. Lo que sea con tal de vivir una experiencia 'jet set'.

Este deseo de sentirse como una 'celebrity' o una 'royal', de vivir el lujo de los más ricos del planeta, define la tribu urbana bautizada como 'get set': gente normal que se pone como objetivo viajar en jet privado, como las Kardashian, la familia Ronaldo o los presidentes de gobierno. Tiene todo el sentido.

Recordemos que 'jet set' fue el término que inventó Igor Cassini, periodista del New York Journal-American, para designar al exclusivo gurpo de millonarios que en los años 50 podía permitirse el lujo de trasladarse en avión, en inglés 'jet aircraft'. De hecho, Wikipedia define 'jet set' como «término periodístico utilizado para designar a un grupo social de personas ricas que participan en actividades sociales habitualmente inalcanzables al común de los individuos». Pues bien: el común de los individuos de la 'get set' no se resigna.

El término 'get set' replica obviamente 'jet set' pero aprovechando la semejanza fonética con el verbo 'get', que en inglés significa, 'conseguir', 'obtener'. Estas personas englobadas en la nueva 'get set' persiguen las experiencias exclusivas de la élite, aunque tengan que reducirlas a la mínima expresión y compartirlas con muchos para acceder a ellas. Sucedió con los yates y está ocurriendo con los viajes en jet privado, ahora en el punto de mira de muchos más.

Durante lo peor de la pandemia del coronavirus, la industria de la aviación privada hizo su agosto: aquellos que antes viajaban en bussiness o primera, se pasaron al jet privado por aquello de los contagios y las prohibiciones. Ahora, grupos de amigos y familias enteras también están optando por esta exclusiva forma de moverse, para evitar riesgos y vivir la experiencia del lujo.

Los viajes de grupo para asistir a partidos de la Eurocopa, esto es, ida y vuelta en el día, han sido un éxito: si el grupo es nutrido, el pasaje puede costar entre 1.500 y 2.000 euros. Y se espera un récord de jets desde Reino Unido a Baleares este verano, con familias enteras deseando pisar arena y disfrutar del sol y del mar español. Por desgracia, este deseo aspiracional cada vez más extendido supone un coste añadido de un valor incalculable: un viaje de cuatro horas en jet privado emite tanto CO2 como una persona en todo un año. Ahora que la crisis climática comienza a dejar ver su peor cara, recurrir a este tipo de servicios tendrá un coste moral y reputacional que solo los muy inconscientes, ricos y anónimos podrán o querrán permitirse.