Me corté el pelo al cero tras separarme, aunque ya lo había llevado así en otras etapas. Me libera de cánones tradicionales de comportamiento femenino. Con el pelo largo, de forma inconsciente, cuando interactuaba con alguien, me tocaba mucho la melena, jugaba con ella, coqueteaba y utilizaba sin darme cuenta unas pautas de conducta femenina estandarizadas. Raparme el pelo fue un ejercicio de distanciamiento de esas dinámicas. Me quedé sola, conmigo misma; y también desaparecí de la mirada masculina, me volví invisible, porque hay mucho fetichismo con la melena.
Esta conversación con Tiziana Domínguez (Orense, 1985), directora creativa de Adolfo Domínguez, podría parecer machista. Si quien estuviera enfrente fuera un hombre, quizá no hablaríamos de ello. Pero la realidad es que el simple hecho de que una mujer se rape el cabello sigue causando sorpresa. De hecho, no lo hacen ni las mujeres en el Ejército (igual que los militares varones, no llevan melena). Sonreímos ante nuestras contradicciones y le digo que tengo una teoría muy radical sobre la igualdad. Sonríe. No le asustan los retos. Los ha vivido desde niña. A los nueve años la enviaron a un internado inglés y, de un día para otro, se vio a bordo de un avión con un acompañante desconocido y en un mundo extraño en el que estaba completamente sola. Hoy, con 35 años, habla inglés, alemán, francés, gallego, y estudió Economía y Diseño.
Soy una mujer sociable y extrovertida, no tengo problemas para adaptarme a cualquier situación desconocida, gracias a todo aquello. Hoy soy feliz, pero entonces no era tan fácil.... Cuál es su teoría?, pregunta retomando la conversación anterior. No habrá igualdad femenina completa hasta que los cánones estéticos masculinos y femeninos se diluyan y se utilicen indistintamente. Que cada cual elija de forma individual, no por ser hombre o mujer, si lleva falda, luce calvicie o melena, pestañas postizas... La igualdad lo abarca todo, y a todas y todos. Vuelve a sonreír cuando le digo que imagine como común a un hombre heterosexual con vestido y tacones. No me asustan las reflexiones disruptivas, son las que nos hacen evolucionar, aunque cuesta imaginar la escena de un matrimonio heterosexual en un restaurante y que él lleve un collar de perlas simplemente porque le gustan... Sí, las mujeres también tenemos mucho que ver en eso, en cómo visten los hombres, en la validación o rechazo de las etiquetas estéticas establecidas desde el machismo. Estamos en Orense, en un bosque en la sierra de Outos, en la tierra donde su bisabuelo, su abuelo y su padre empezaron a labrar la empresa global que es Adolfo Domínguez. Desde su incorporación a la firma como directora creativa en 2019 (en la que su hermana Adriana es la consejera delegada), Tiziana busca savia nueva en la vuelta al origen, a las raíces, a la cultura local y la artesanía...
Estamos en la tercera revolución de la firma, asegura. Ella controla toda la creatividad, de la arquitectura en las tiendas (en proceso de cambio, con un concepto sostenible), a las colecciones de mujer y hombre; del equipo de accesorios al de comercio online. Una tarea ingente. Pero la capacidad de trabajo le viene de familia. También la valentía y, de ahí, sus eslóganes: Piensa, luego compra, o Repite más. Necesita menos. Nos damos un baño de bosque en estas tierras húmedas, de verdes y azules, de helechos y mar. Hemos perdido el respeto a la naturaleza, cuando el colapso ecológico es el mayor problema que tiene la sociedad. Nosotros hacemos un esfuerzo enorme por la sostenibilidad. Mi padre, crudivegano desde los 80, lo ha hecho siempre. Es nuestra filosofía, pero ahora el esfuerzo es aún mayor. Así lo plasma en sus primeros perfumes como directora, Terracota y Nude: Los tapones son de madera eco; los frascos, de cristal reciclado y tintes al agua; las cajas, con certificado FSC de bosques controlados... Queremos hacer las cosas mejor, porque el planeta nos necesita.