Victoria Alonso, presidenta de produccioón de Marvel Studios: «A mi los superhéroes no me gustan; lo que me interesa es la historia universal que contamos a través de ellos»

La auténtica Capitana Marvel es argentina, lleva década y media batiendo récords de taquilla y lucha por crear un universo más inclusivo y diverso.

Victoria Alonso, presidenta de producción de Marvel Studios / DISNEY / MARVEL STUDIOS.

Manu Piñon
Manu Piñon

Es posiblemente la mujer más poderosa de Hollywood; cuatro de sus películas están entre las 10 más taquilleras de la historia y está acostumbrada a superar la barrera de los 1.000 millones de dólares con cada estreno. Sin embargo, Victoria Alonso (La Plata, 1965), presidenta de Producción de Marvel Studios, dice ser «una persona muy simple». «Seguro que vos sos mucho más inteligente que yo», concede con un acento argentino que no ha perdido a pesar de llevar casi cuatro décadas en EE.UU.

Llegó queriendo ser actriz y acabó implicada en los departamentos de efectos visuales de películas como Big fish. ¿Cómo una fan de Mafalda se convirtió en pieza clave en la creación del universo cinematográfico que habitan Iron Man, Spider-Man o Capitana Marvel? No fue gracias a poderes caídos del cielo o tecnología solo al alcance de millonarios. «Lo único que tengo es mi voz y, mientras la tenga, la voy a utilizar», transmite con convicción Alonso, que participó en Santander WomenNOW 2022 hablando de diversidad, inclusión y las historias que nos unen.

Mujerhoy. Llegó a Marvel Studios en 2005, el año en el que se fundó, cuando crear un universo cinematográfico solo era un plan y preparaban Iron Man, su primera película. ¿Qué recuerda de aquellos inicios?

VICTORIA ALONSO. No había estudio, solo una oficina en un piso en la que Kevin Feige [presidente de Marvel Studios] preparaba dos o tres películas y buscaba avales para producirlas. Un grupo de personas pidió 500 millones de dólares a un banco y de ahí salieron Iron Man, El increíble Hulk, Capitán América y Thor. Al terminar con ellas, nos dijeron: «Parece que esto va a pegar, hagamos un estudio». Kevin me pidió que me uniera y le dije que no me interesaba: «Soy productora, no ejecutiva».

No quería someterme al rigor de una corporación, soy rebelde por naturaleza, siempre ando rompiendo reglas. Al final, acepté y acordamos que también produciría junto a Kevin y Louis [D'Esposito, actual copresidente de Marvel] y que la postproducción, efectos visuales, edición de sonido y todo eso quedaría a mi cargo. Ya había sufrido demasiados piques entre departamentos en otras producciones y sé que cada uno reclama lo suyo. Para mí una película no es de nadie, pertenece a todos. Es algo que hemos inculcado en todos los grupos de trabajo.

¿Cuándo comenzó a creer que estas películas podían ser un gran éxito?

Nunca hasta el día de hoy. Te lo juro por Dios, aún no me lo he creído. Vos, mirá lo que es esta oficina. [Muestra las paredes de su modesto despacho, cubiertas por los carteles enmarcados de las películas del estudio; en una esquina, un Spider-Man escala 1:1 coronado con un gorrito de pesca]. Tenemos una mentalidad propia de productores independientes. Pensamos siempre que nos van a cerrar, que tendremos que poner nuestras cositas en una caja e irnos a casa, que con el próximo estreno vamos a fracasar. Por eso cada película o serie la vivimos como si fuera la última y damos todo lo que llevamos dentro.

«A mí los superhéroes no me gustan; lo que me interesa es la historia universal que contamos a través de ellos»

El día que hablamos, su último estreno, Doctor Strange en el multiverso de la locura, ha superado los 800 millones de recaudación. ¿Qué ha sentido al ver la taquilla: satisfacción, alivio, euforia...?

Una mezcla de muchas cosas. Tuvimos una charla a la mañana sobre los resultados y hablábamos de que no iba a llegar a los 1.000 millones de dólares, de si era un pequeño fracaso... «¡Un momento!», les he dicho. «¿Nos sentimos fracasados y una porquería de cineastas por eso?». Nos metemos una presión constante de ser los mejores, de que siempre necesitamos más, más y más, y hay que pararse un segundo, tomarse un cafecito y centrarse un poco. Hemos conseguido sacar una película, en mi opinión, una buena película, aporta algo nuevo y es coherente con lo que somos y con lo que buscamos. Que luego gane mucho dinero es algo que no está en nuestras manos.

Victoria Alonso

¿Costó transmitir a directores y equipos creativos que cada película de Marvel Studios era parte de algo que se conectaba y expandía?

Tú no le dices a alguien que se va a comer un animal entero; lo importante es que se tome lo que le pones en el plato y, si le gusta, repetirá. Todas las películas las hemos concebido como un capítulo independiente. Si un espectador ha visto las otras películas y series, entiende mucho más, pero no es imprescindible. Yo soy una buena vara para medir cómo reaccionará el público que no tiene toda la información previa, porque no he leído los cómics. Lo he dicho un montón de veces: a mí los superhéroes no me gustan. A mí lo que me interesa es la historia, la historia universal que contamos a través de los superhéroes. Eso es lo importante de verdad.

Hicieron falta 20 películas y 14 años para que un título de Marvel Studios lo protagonizase una mujer, Capitana Marvel, pero en los últimos dos años Viuda Negra tuvo al fin su propia película; Natalie Portman ha cogido el relevo de Chris Hemsworth en Thor: Amor y Trueno; y sus dos últimas series son de nuevas heroínas, Ms. Marvel y Abogada Hulka.

Cuando llegué aquí, la única mujer que existía en nuestro universo era Pepper Potts [Gwyneth Paltrow], la novia de Iron Man. Cuando rodamos Avengers: Endgame pedí que me hicieran esta foto que tengo en mi escritorio. [Enseña la imagen junto a las heroínas que aparece en esta página] No solo creció la representación femenina delante de las cámaras, porque también posó Trinh Tran, mi asistente durante muchos años y productora ejecutiva de la película. Durante demasiado tiempo fui la única mujer y no tengo ningún interés en seguir siéndolo. Es necesario que estemos todas, que nos elevemos las unas a las otras y nos ayudemos. Hay gente que dice: «Marvel ahora es woke [progre]». ¿Qué locura es esa? ¿Representar al 51% de la población del mundo es político?

¿No es también una forma de ampliar el público al que se dirigen?

No tiene nada que ver con marketing, se trata de reflejar el mundo. Tenemos 6.000 personajes en nuestra biblioteca, no estamos inventando a estas mujeres. Lo que pasa es que las estamos poniendo al lado de los personajes masculinos. De ninguna manera uno saca al otro del plano. Es lo que nos hace mucho más fuertes como franquicia, como estudio y como sociedad.

En esa línea de diversidad e inclusión, en las últimas producciones de Marvel, hay personajes que hablan en mandarín, tagalo, lenguaje de signos... ¿Qué ha sido más arriesgado: plantear que el gran público leyera subtítulos o que viera a una pareja gay besándose en pantalla?

No lo hicimos con una agenda política, es de nuevo un reflejo de la sociedad de hoy. Si con este éxito que hemos logrado no tengo el valor de mostrar a través de nuestros superhéroes cómo es el mundo, entonces, ¿qué estamos haciendo? Los niños del mundo nos miran, quieren que estas historias les inspiren y verse reflejados en ellas. Nuestro objetivo es hacerlo con cada nuevo proyecto, vivir aislados en un mundo chiquito, solamente crea conversaciones muy pequeñas.

«No quiero que me toleren ni que me normalicen. Por ser gay no soy anormal. Lo que causó vergüenza y dolor hoy se visibiliza»

Una heroína incorporada este año al universo Marvel, América Chávez, tiene dos madres. Usted también es madre de una niña junto a su mujer, la actriz Imelda Corcoran.

América Chávez ya tenía dos mamás en los cómics y se identifica como miembro del colectivo LGBT. ¿Cómo no vamos a hablar de que tiene dos madres si su meta es reencontrarse con ellas? ¡Es fundamental en su historia! El mundo es diverso y esos chicos no deben sentirse invisibles. A través de lo que encuentran en una película de superhéroes, su mundo está algo más anclado en una realidad que no los margina.

Sobre los recortes de libertades al colectivo LGBT y la presión que Disney, la compañía que alberga a Marvel Studios, recibe de sectores ultraconservadores, usted realizó un discurso en los premios GLAAD que tuvo gran eco. Entre otras cosas, rechazaba ser tolerada y reclamaba respeto a sus derechos.

Tolerancia es una palabra muy, muy peligrosa. Uno tolera que a un niño de dos años le agarre una rabieta cuando no le compras un helado. Eso es tolerancia. No quiero que me toleren como tampoco que me normalicen. Por ser gay no soy una persona anormal. Lo que toca es actualizarse y entender que las familias ya son diferentes, que lo que causó vergüenza y dolor, y se vivía a escondidas, ahora se visibiliza. El silencio es veneno, a todos los niveles.

Se dirigía al CEO de Disney, Bob Chapek. ¿Qué consecuencias han tenido sus palabras?

En Marvel tengo todo el apoyo desde que llegué hace 17 años. Ya me conocen y saben con qué bueyes aran. Además, se ha creado un grupo de trabajo, Pride 365, en el que todas l as compañías a cargo de Disney colaboramos para tener una representación fiel del colectivo LGBT, desde el contenido a la situación de los empleados. Así que estoy contenta, no hay mal que por bien no venga. Lo digo sobre todo por las personas a las que les pareciera mal lo que dije, claro, porque yo creo que era oportuno decirlo.

Además, se me han acercado compañeros de diferentes niveles en la compañía para agradecerme que hablase al CEO del grupo de entretenimiento más importante del mundo. Ya se lo había dicho en privado y no quería que se viera como un desacato. No, en absoluto, no busco un enfrentamiento. Quiero y respeto a Bob, sé que no está en una situación fácil. Estoy a sus órdenes para ayudarle.

Los plazos de estreno de una película en Disney+ se han acortado a menos de dos meses y sus personajes también aparecen en series para la plataforma, pero usted insiste en que la experiencia cinematográfica es insustituible.

Ver películas, no solamente las nuestras, juntos en una sala es algo único. Durante esas dos horas, el teléfono no te molesta, nadie te viene a buscar, tu perro no te ladra, tu vecino no está gritando... Y además lo estás viendo en una pantalla gigante. Es una experiencia inmersiva, ya sea Top Gun, Batman, Avatar... No hay mejor recuerdo en toda tu vida que ir al cine con alguien que uno quiere. Si eso desaparece, como sociedad perderemos algo muy importante. He plantado mi bandera ahí y la voy a defender a muerte.

Después de haber arrasado ciudades y países enteros, viajado a otras galaxias, exterminado (y recuperado) a media humanidad o frecuentado universos paralelos, ¿cómo se puede seguir fascinando al gran público?

En todas nuestras películas tenemos algo de acción, destrucción y espectacularidad, pero siempre lo domina todo lo humano. Querer, sentirse amado y aceptado, formar parte de una familia y un grupo, lidiar con la culpa, perder a alguien... Vivir es perder y también ganar, que es lo que está siempre en nuestras películas. Cada historia nuestra es como una cebolla: cuanto más la pelás, más encontrás y si querés llegar al núcleo, vas a llorar y llorar.

Marvel Studios además de un universo propio también ha generado su propio star-system. ¿Cómo se detecta ese potencial de futuras estrellas?

Vamos a la esencia. Si el actor conecta con el personaje, no importa cuánta experiencia tenga. Iman Vellani, que interpreta a Ms. Marvel, no había hecho nada. Chris Hemsworth venía de una telenovela australiana. Esa unión que se produce entre actor y personaje a veces es imposible conseguirla con gente con mucha más experiencia. En Marvel nunca nos interesaron los nombres y siempre hemos asumido muchísimos riesgos. Arrancar esta compañía con Robert Downey Jr. fue un riesgo total. Muy poca gente le daba trabajo en 2005, recuérdalo. Si no actuamos así entonces, no vamos a hacerlo hoy después de tanto éxito.

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