asesinato a sus puertas
asesinato a sus puertas
Aunque nació en Japón en 1933, Yoko Ono es, con toda probabilidad, la neoyorquina más famosa del mundo. Por eso, cuando en febrero se anunció que la artista de 90 años había dejado la ciudad por una apacible vida en el campo, Manhattan no solo perdió a su vecina más ilustre, sino también parte de su mística. Durante 50 años, la leyenda de Yoko Ono, la artista desconocida más famosa del mundo, tuvo su principal escenario en el icónico edificio Dakota, en el que residió tanto antes como después del asesinato de John Lennon en 1980.
Construido entre 1880 y 1884 por el contratista Edward Clark y diseñado por el arquitecto Henry Janeway Hardenbergh, el Dakota fue uno de los primeros edificios residenciales del Upper West Side. Localizado junto a Central Park, sus 65 apartamentos (todos diferentes, de altísimos techos y elegantes chimeneas de mármol) se alquilaron antes incluso de que abriera oficialmente sus puertas. Después de más de ocho décadas en manos de la familia Clark, en los años 60 fue adquirido por los residentes y empezó a gestionarse como una cooperativa.
Famoso por atraer a una enorme comunidad de artistas, en el Dakota vivieron celebrities como Lauren Bacall, Judy Garland, Boris Karloff, Jack Lemmon o Leonard Berstein. «Si Nueva York se considera la capital del arte, la cultura y la moda en América, el Dakota es la capital de la capital», escribió en 1979 el escritor Stephen Birmingham. Otras estrellas, como Madonna, Cher o Melanie Griffith, no lograron superar las estrictas condiciones de acceso de su consejo de administración.
En 1973, Yoko Ono y John Lennon compraron su primer apartamento en el Dakota, donde terminarían teniendo hasta cinco propiedades. Después de conocerse en Londres en 1966 durante una exposición de la obra de la artista (y de que Lennon le diera un mordisco a una manzana que formaba parte de la muestra convirtiendo su primer encuentro en leyenda), a principios de los 70 la pareja se mudó a Nueva York. Los Beatles acababan de romper y Lennon era la mayor celebridad del planeta.
Vivían en el séptimo piso, en una apartamento de más de 600 metros cuadrados que hacía las veces de vivienda, estudio y almacén y donde en una ocasión la pareja intentó instalar una casa de té japonesa que importaron desde el país asiático, pero resultó ser demasiado grande para el espacio que le habían asignado.
En aquel apartamento, Lennon vivió sus años más tranquilos criando a su hijo, Sean, y alejado de los focos y los escenarios. El fotógrafo Bob Gruen inmortalizó al cantante vestido con una bata de flores y sosteniendo al bebé, de apenas un mes, en una de las habitaciones del Dakota. «John parecía más feliz de lo que nunca le había visto y estaba deseando pasar todo el tiempo criando a su hijo», contó después Gruen.
La pareja tenía una relación estrecha con sus vecinos: llevaban sushi a los eventos sociales del edificio y la cantante Roberta Flack, famosa por su canción Killing me softly, era la vecina del apartamento de al lado. «Nuestras cocinas estaban comunicadas y estamos muy unidas», explicó Ono en un documental.
El 8 de diciembre de 1980, una jovencísima Annie Leibovitz visitó el apartamento de la pareja para una sesión de fotos de la revista Rolling Stone. Aunque intentó fotografiar a Lennon solo para la portada, como quería la publicación, el cantante insistió en incluir a Ono. La instantánea, en la que un Lennon desnudo y en posición fetal abrazaba a su mujer, se convirtió en una de las fotografías más icónicas del siglo XX. «Has capturado nuestra relación de manera exacta. Prométeme que estará en la portada», le pidió Lennon a Leibovitz. Sellaron el compromiso con un apretón de manos.
Cinco horas después, cuando la pareja volvía a casa de una sesión de grabación para dar las buenas noches a su hijo antes de irse a cenar, Mark David Chapman disparó cuatro veces a Lennon a las puertas del Dakota. El cantante murió pocos minutos después en un hospital de Manhattan.
Pese a todo, Yoko Ono siempre se negó a abandonar el Dakota, donde, en 1981, la artista fotografió con ayuda de Bob Gruen las gafas ensangrentadas de Lennon con el skyline de Nueva York de fondo, y donde residiría durante cuatro décadas más después del asesinato de la estrella.
El pasado mes de febrero, con motivo de su 90 cumpleaños, se supo que la artista había decidido dejar Nueva York, y por extensión el Dakota, para instalarse en una granja de más de 200 hectáreas en Franklin, un pequeño pueblo de apenas 400 vecinos al norte del estado de Nueva York. Ono compró la propiedad junto a Lennon antes del asesinato del Beatle. «Sigue manteniendo su apartamento en Dakota», explicó hace unos meses Elliot Mintz, amigo íntimo y portavoz de la artista desde los años 70.
Con una fortuna estimada en más de 700 millones de dólares y que incluye un importante portafolio inmobiliario, pero también una valiosa colección de arte, hace años que Ono se desplaza en silla de ruedas y debe estar asistida de manera permanente, a menudo por su hijo Sean, al que siempre ha estado muy unida. Pese a todo, a sus 90 años, Yoko Ono sigue luchando para que el asesino de su marido, y paradójicamente el responsable de haber convertido el Dakota en uno de los edificios más famosos del mundo, nunca salga de la cárcel. Sus peticiones para acceder a la libertad condicional han sido rechazadas en doce ocasiones.
En la actualidad, solo hay una propiedad a la venta en el Dakota: un apartamento de más de 500 metros cuadrados, cinco habitaciones y nueve baños con impresionantes vistas a la ciudad. Su precio: 20 millones de dólares. Aunque sigue siendo una de las direcciones más cotizados de Manhattan, qué duda cabe que el Dakota ya no es el mismo sin su vecina más ilustre.